Conclusiones de un prototipo de participación metropolitana
En el marco de la Capital Europea de la Democracia, quisimos desarrollar un proceso participativo a nivel metropolitano en colaboración con la Bienal Nómada Manifesta 15. Estas son nuestras conclusiones.
La participación ciudadana a escala metropolitana, y más concretamente a escala de región metropolitana -por lo tanto sin una autoridad de gobierno detrás-, es un reto mayúsculo. Empezando por el hecho de plantearse sobre qué tiene sentido hacer participar a la ciudadanía, qué debates se pueden abrir y con qué intención. Continuando por cómo llegar a generar interés y cuáles son los canales adecuados para llegar a la ciudadanía o, como mínimo, a una representación suficiente y legitimadora. Quien se encarga de generar el proceso participativo, quién lo gestiona, y mucho más importante, quien se hace suyos los resultados, también son dificultades añadidas. El riesgo de generar desencanto y desafección es muy elevado.
Uno de los propósitos clave del Compromiso Metropolitano 2030 (CM2030) con el despliegue de las misiones es generar nuevas capacidades a escala metropolitana. Y entre estas nuevas capacidades se encuentran desde la generación de conocimiento y datos que permitan diagnosticar y entender cada vez mejor las dinámicas metropolitanas, hasta la creación de nuevos espacios, en sentido muy amplio, para la gobernanza de los retos que nos implica esta escala territorial. Así, una de las medidas estratégicas para el Compromiso Metropolitano 2030 hace referencia a la participación ciudadana metropolitana. Por lo tanto, había que empezar a investigar la forma de activar un proceso de participación ciudadana piloto para la región metropolitana.
Una experiencia cercana en términos de escala la podemos encontrar con los procesos de participación impulsados desde el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). No obstante, en este caso la principal diferencia se encuentra en que sí hay una autoridad de gobierno detrás de los procesos y que, por tanto, es responsable de ponerlos en marcha, guiarlos, dinamizarlos y hacerse cargo de los resultados, lo que ya implica una limitación de las posibilidades de participación a aquellas en las que la autoridad metropolitana tiene competencia. Tal y como se afirma en el estudio La institucionalización de la participación ciudadana en las áreas metropolitanas, elaborado por el IERMB en 2020 (actualmente Instituto Metrópoli): una parte importante de las herramientas de participación ciudadana que se han implementado hasta el momento responden más bien a la necesidad motivada por la legislación sectorial, aunque a veces se va más allá de la misma. Un ejemplo sería el PDU, un caso también digno de mención por la envergadura y la voluntad de hacer partícipes agentes, territorio y ciudadanía en un ámbito metropolitano sobre un nuevo plan urbanístico a impulsar. Aun así, en este caso, son procesos participativos motivados por la legislación o la planificación territorial o sectorial, con un objetivo, pregunta y/o finalidad claros, y dirigidos a un público a menudo concreto, que desarrollan diferentes mecanismos y estrategias para llegar a la ciudadanía o a otros agentes de los que interesa saber la opinión, y, a menudo, también su validación de los contenidos de la planificación o programación que se ha puesto a disposición.
La confluencia de oportunidades este último año, siendo Barcelona la Capital Europea de la Democracia (ECoD en inglés), aprovechando la vinculación del PEMB con la oficina técnica de esta capitalidad y el aterrizaje de la Bienal cultural Manifesta 15 (bienal que además se ha pensado por primera vez a escala metropolitana), ha permitido plantear un dispositivo para pilotar cómo podría ser y hasta dónde podría llegar un proceso de participación ciudadana a escala de región metropolitana.
En este contexto de colaboración, se optó por un formato de participación deliberativo, en forma de asamblea ciudadana, que podría trabajar el tema basal sobre el que se llevaría a cabo la programación de la Bienal Manifesta 15 a la vez que permitiría explorar el funcionamiento de este mecanismo a escala metropolitana. En definitiva, se trataba de testear un primer prototipo de participación deliberativa a este nivel, teniendo en cuenta sus características y sus diferencias con una asamblea deliberativa propiamente dicha.
Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), las asambleas ciudadanas son un ejercicio de democracia deliberativa que reúne a un grupo de ciudadanos representativos para informarse, debatir y deliberar sobre un tema de relevancia para la sociedad a la que representa y llegar a una conclusión sobre lo que creen que debería pasar.
En cuanto a este mecanismo, en el territorio encontramos experiencias similares como la Asamblea Ciudadana por el Clima de Cataluña: Una asamblea de 100 ciudadanos y ciudadanas de Cataluña para construir colectivamente soluciones que den respuesta a uno de los desafíos más importantes que tenemos para el futuro: el cambio climático.
Siguiendo esta filosofía, pero salvando sus distancias tal y como se ha comentado, para la Asamblea Metropolitana Manifiesta se planteó también una pregunta compleja, que hace referencia a un reto global con implicaciones a escala metropolitana y local, y donde la consulta y la participación de los agentes y la ciudadanía es clave para entender todas las derivadas. Así la pregunta trabajada a tres bandas, entre ECOD, Manifesta 15 y PEMB, fue: ¿Cómo podemos imaginar espacios colaborativos metropolitanos que puedan influir en las políticas culturales desde la perspectiva de la transición ecosocial? Concretamente, los y las participantes reflexionaron sobre tres cuestiones fundamentales:
- ¿Cómo aplicar la futura Ley de Derechos Culturales?
- ¿Cómo puede la cultura inspirar y contribuir a la transición ecosocial?
- ¿Cómo articular la cultura en la región metropolitana?
Cabe señalar tal y como se ha comentado, que el objetivo del proceso deliberativo fue el de explorar y experimentar nuevos espacios de gobernanza y procesos democráticos en el desarrollo de políticas culturales, así como impulsar la colaboración a nivel regional.
Cómo se ha llevado a cabo el proceso
Se hizo un llamamiento a la participación ciudadana en 12 ciudades, y por tanto con la colaboración e implicación de las siguientes localidades de la región: Badalona, Barcelona, Cornellà de Llobregat, El Prat de Llobregat, Granollers, L'Hospitalet de Llobregat, Mataró, Sabadell, Sant Adrià del Besòs, Santa Coloma de Gramenet, Sant Cugat del Vallès y Terrassa.
Fue una tarea coordinada entre Manifesta y el PEMB, en la que las redes institucionales y de prensa de cada parte, ayudaron a que la convocatoria fuera lo suficientemente amplia. Una vez obtenido el listado, se aplicaron mecanismos de democracia por sorteo para que la muestra fuera aleatoria, pero con parámetros que garantizaran la diversidad: edad, género, ciudad, código postal, país de nacimiento, actividad principal, nivel de estudios, sector e intereses. Aun así, la representación del mundo de la cultura fue infinitamente mayor, hecho que tuvo un impacto en los debates, las aportaciones y la declaración final.
Entre los meses de marzo, abril y mayo, las y los 60 asambleístas se reunieron en tres jornadas de trabajo: 21 de marzo (Barcelona), 25 de abril (Sabadell) y 23 de mayo (L'Hospitalet), de 9.00 a 14.00 h. A las personas participantes se les dio una pequeña remuneración económica, además de asegurar cáterin a lo largo de las 3 asambleas.
Cada sesión contó con personas expertas que abordaron diferentes temas pertinentes a la asamblea: clima, cultura, gobernanza, etc. Y durante el cierre, se invitó a una persona experta municipal en asambleas para explicarles los pasos a seguir, riesgos y prevenciones que deberían tomar para seguir adelante como colectivo una vez terminado el proceso.
Como apoyo al seguimiento del proceso se implementó la hibridación presencial/digital, desplegando la plataforma Decidim dentro del portal web de la ECoD a disposición de las personas asambleístas.
La Declaración
Como ya se ha comentado, el resultado esperado de los tres encuentros de la Asamblea y el seguimiento del trabajo de forma virtual a partir del apoyo de la plataforma Decidim tenían por objetivo que las personas participantes pudieran deliberar conjuntamente sobre el papel de la cultura como agente transformador que contribuye a avanzar hacia un modelo ambiental y social más justo, sostenible y consciente. En este caso, además, aterrizado a una realidad metropolitana, con el objetivo de explorar nuevas formas de gobernanza de abajo hacia arriba. El proceso, por decisión de las personas participantes, culminó en una Declaración que recoge los objetivos, las políticas y las medidas necesarias para conseguir este propósito y afrontar los retos en torno a la cuestión planteada en la región metropolitana.
Los principales puntos de la Declaración de la Asamblea Metropolitana Manifesta 15, son los siguientes:
- Cultura como derecho fundamental: Se reconoce la cultura como un derecho esencial para todas las personas, destacando su capacidad para desarrollar el espíritu crítico y tejer comunidad. En el contexto de la emergencia climática, la cultura debe ser un motor para impulsar cambios estructurales que garanticen el bienestar y equilibrio ecológico.
- Gobernanza democrática y participativa: Se hace un llamamiento para una cultura gobernada democráticamente, donde las decisiones se tomen de manera colaborativa entre instituciones, tejido cultural y ciudadanía. Se propone una redistribución equitativa de recursos culturales y se destaca la importancia de reconocer y dignificar todas las manifestaciones culturales del territorio.
- Dignificación y sostenibilidad cultural: Se subraya la necesidad de dignificar económica y simbólicamente el mundo cultural, mejorando la financiación y las condiciones laborales de los y las profesionales de la cultura. Además, se promueve una cultura sostenible que reduzca el impacto ambiental de los acontecimientos culturales y fomente la justicia ecosocial.
Leer la Declaración completa aquí
Una vez redactada la Declaración, los y las asambleístas eligieron un grupo como comisión de seguimiento y han sido las personas interlocutoras desde entonces. Por su parte, Manifesta produjo un documental donde explica el proceso y tomó el compromiso de presentarlo en las 12 ciudades dentro del programa Focus Week de la Bienal Manifesta 15. En un principio se esperaba la presencia de las asambleístas dentro de este programa, pero tras varios encuentros se descartó esta propuesta por dificultades para cumplir con esta asistencia.
Actualmente la Declaración está abierta para adhesiones más allá de las asambleístas y se cerrará una vez acabada la Bienal Manifesta 15 a finales de noviembre.
Conclusiones
Como se anticipaba al inicio, la participación a escala metropolitana sin un ente gubernamental único detrás y con una vocación más deliberativa en base a retos y no siendo objeto de una necesidad de consulta para la realización de un planeamiento concreto, no es una tarea fácil.
Hay que definir muy bien la motivación por la que se plantea (para qué se hace, cuál es la pregunta y el objetivo, qué se espera obtener), acotar las expectativas (hasta dónde se podrá llegar, de qué manera, quién lo recibirá y cómo) y definir el 'post' (qué pasa cuando se acaba el proceso, qué seguimiento se le da, ¿es necesario?).
A nivel territorial, constatar que la evidente falta de una base de datos única (no hay censo metropolitano) y la falta de un canal único de comunicación, también suponen dificultades en la convocatoria, haciéndola mucho más difícil y menos controlable al depender de terceros. Aun así, el proceso llegó a conseguir suficiente representación territorial, que no así de perfiles sociales y diversidades.
En cuanto al contenido, hay que reconocer la complejidad de la pregunta y los temas planteados para la deliberación. Esto implicó tener que generar documentación y apoyos para los participantes. Se hicieron dosieres previos con definiciones y descripciones de los temas incluidos en las preguntas, se acotaron a cuestiones concretas, las dinámicas fueron dirigidas para poder aportar experiencias propias y realidades individuales, se contó con ponencias inspiradoras en todas las sesiones, etc. Un enriquecimiento para todas las partes, con buenos resultados y deliberaciones muy interesantes. Aun así, no quita que la afinidad de los participantes con la temática cultural sobre la que se basaba la asamblea también ayudó a poder tratar el tema.
Este proceso, ha sido un constante aprendizaje sobre el balance entre la motivación para participar en un espacio de oportunidad y el realismo de hasta dónde se podría llegar con el resultado, potente en contenido e iniciativa, pero difuso o incierto en cuanto a la aplicación o el alcance del impacto.
Con la Declaración aún en proceso de captación de adhesiones y la comisión de seguimiento de la Asamblea Metropolitana Manifesta aún en funcionamiento, podemos decir que es pronto para evaluar el impacto sobre algunas transformaciones que se puedan derivar, sobre todo por la diversidad de agentes que pueden llegar a hacerse suya la Declaración, aunque sea parcialmente. Pero ciertamente, la experiencia comentada y la posibilidad de un legado de la Capital Europea de la Democracia en el territorio metropolitano hacen que se valoren los aciertos y los puntos a mejorar de cara a próximas oportunidades.
La participación y la capacitación para la participación sobre cuestiones clave para nuestra sociedad es un tema que no podemos obviar y que hay que trabajar para alcanzar en un futuro cercano.
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