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Cómo diseñar una revolución... Y cómo diseñar (o no) un espacio para llevar a cabo una planificación descentralizada de los recursos

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Cybersyn

Cuando nos toque hacer la memoria de actividad de este año, la exposición "Cómo diseñar una revolución: la vía chilena al diseño" y el programa público que la ha acompañado ocuparán, con toda probabilidad, un lugar destacado. A lo largo de cinco meses hemos podido disfrutar en las instalaciones del Disseny Hub Barcelona (DHub) de una exposición temporal, fruto de una colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, que ha sido visitada por más de 30.000 personas. Nuestra participación ha consistido en la dinamización de la exposición, organizando una decena de actividades en lo que hemos denominado "programa público", algunas de ellas coorganizadas con otras entidades como la Fundación Cataluña Europa, el Barcelona Supercomputing Center, o el IND+I Viladecans, y que ha sido posible gracias al apoyo económico del Ayuntamiento de Barcelona, mediante una subvención que ha permitido complementar los recursos que hemos aportado.

¿Por qué nos hemos implicado muy activamente en una exposición sobre diseño hecho en el Chile de principios de los setenta? Más allá de los lazos afectivos por razón de origen o generacionales, la temática es, como mínimo en apariencia, lejana temporal y geográficamente. Sin embargo, tenía para nosotros un enorme atractivo: la experiencia chilena fue uno de los escasos intentos de planificación descentralizada, yendo un paso más allá de la experiencia francesa de planificación, y que también llegó, descafeinada, a nuestra casa. Precisamente de estas influencias francesas bebe el Plan Estratégico Económico y Social Barcelona 2000, cuando traslada a Europa el concepto de planificación estratégica aplicada a las ciudades, elevando los planes estratégicos de ciudad de un (excelente) informe de consultoría a un ejercicio de planificación democrática, con el concurso de los agentes económicos y sociales de la ciudad.

Uno de los elementos más vistosos de la exposición ha sido la recreación de una sala de operaciones que debía construirse en el Palacio de la Moneda, donde, a partir de la información recibida de las diferentes empresas o entidades gubernamentales del país, se podían tomar decisiones. Esta sala de diseño futurista nunca acabó haciéndose realidad: el golpe militar de 1973 cortó de raíz el proyecto en el que se enmarcaba, y con él, la necesidad de contar con ella. Ha sido recientemente, gracias a la exposición conmemorativa que se organizó en el Palacio de la Moneda en 2023, y la colaboración de un equipo de investigación de la Universidad Católica de Chile y el MIT, que hemos podido disfrutar de una reconstrucción perfecta.

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Cybersyn

El Cybersyn se concibió como un sistema de toma de decisiones para orientar la economía chilena, en un contexto de nacionalización de las grandes empresas, pero que no pretendía sustituir el mercado como institución central en el intercambio de recursos. Al principio, este mecanismo tenía que servir para coordinar recursos de las diferentes empresas nacionalizadas, con la intención de extenderlo más adelante al conjunto de la economía. Los artífices del proyecto fueron Stafford Beer y Fernando Flores. El primero fue el creador de la cibernética empresarial, y vio en la experiencia chilena una oportunidad de extender sus modelos de planeamiento más allá del ámbito corporativo. El segundo fue el máximo responsable de las empresas nacionalizadas (Corfo), y en su etapa universitaria había conocido la obra de Beer.

Una de las ramas del proyecto consistió en crear un sistema de intercambio de información, denominado Cybernet, teniendo en cuenta las limitaciones tecnológicas del momento y del país. De manera muy ingeniosa, se utilizó una infraestructura ya existente, consistente en la red telegráfica, y un buen número de máquinas de télex, con el objetivo de conectar las principales empresas del país y permitir el suministro de la información. Asimismo, el sistema preveía el tratamiento de la información recibida para facilitar su visualización. Nuevamente, se tuvo que recurrir a un sistema rudimentario, pero efectivo: visualizar los datos mediante diapositivas creadas manualmente por un equipo de técnicas.

Otra rama del proyecto era el sistema de decisiones propiamente dicho. En un contexto de falta de gerentes especializados, se pretendía que el sistema permitiera ofrecer soluciones de manera automática en algunos casos, liberando a los gerentes de tener que tomar algunas decisiones. También se hizo un ejercicio para crear un simulador de la economía chilena, llamado CHECO, con el objetivo de disponer de un laboratorio gubernamental de experimentación, aunque éste no pasó de una fase muy preliminar.

¿Sería posible un mecanismo como el Cybersyn en la actualidad?

La experiencia chilena no fue más allá de intentar coordinar recursos y tomar decisiones en las decenas de empresas nacionalizadas. En el ámbito económico, pues, no fue demasiado diferente de la realidad que se producía en numerosos países de la Europa occidental, que nacionalizaron empresas a mitad de siglo, bien por motivos geoestratégicos o por realpolitik, buscando el mantenimiento de miles de puestos de trabajo que corrían peligro. No es casualidad que United Steel, la empresa donde Stafford Beer pudo desarrollar los principios de la cibernética empresarial, acabara nacionalizada unos años después. 

Lo cierto es que no sabemos cómo habría progresado el Cybersyn más allá del perímetro de las empresas nacionalizadas, pero la configuración de la sala de control sugiere que, más allá de la retórica de "socialismo democrático", el sistema iba hacia una centralización de las decisiones. Siete dirigentes gubernamentales tomarían decisiones estratégicas de producción y de asignación de recursos, ayudados por una protointeligencia artificial, modelada según los designios del poder. 

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Cybersyn

Los procesos de privatización emprendidos a partir de los años ochenta del siglo pasado redujeron las necesidades de coordinación de intercambios económicos, cuanto menos para el sector público. Paradójicamente, esta dinámica se produjo en un momento en que la tecnología comenzó a permitir conectar y transmitir datos de todo tipo a un coste asequible, así como poder procesar datos y poder hacer uso de modelos complejos. El Internet de los noventa fue un espacio que habría podido ser la médula espinal del Cybersyn, sin necesidad de sala de operaciones: compartir información en condiciones de práctica igualdad y toma de decisiones descentralizada.

La ventana de oportunidad, sin embargo, se ha esfumado, aunque la capacidad de transmisión, almacenamiento y procesamiento vuelve a ser infinitamente superior a la de hace treinta años. Disponemos de más datos que nunca, pero estos suelen ser de baja calidad, lo que dificulta notablemente su uso. Asimismo, y cada vez más, forman parte de "silos virtuales" sólo accesibles para las empresas a las que los usuarios les han cedido los datos. Disponemos también de la capacidad de procesar algoritmos complejos que recurren a ingentes bases de datos, pero muy a menudo desconocemos totalmente sobre qué criterios se han construido, lo que impide detectar sesgos y debilidades.

Los dos casos anteriores son evidentes fallas de mercado que no sólo tienen un impacto social claramente negativo, por las desigualdades que contribuyen a generar, sino también efectos negativos sobre la eficiencia económica, uno de los pilares básicos del sistema capitalista de mercado. Para alcanzar un sistema económico eficiente todos los actores deben disponer de la información necesaria para poder tomar decisiones, bien sean los datos, bien sean los algoritmos de toma de decisiones. Así pues, la sala que nos haría falta actualmente sería una que decidiera sobre el gobierno de los datos y los algoritmos. Ahora bien, ¿decisiones como estas se pueden tomar en una sala como la del Cybersyn, con su configuración y limitaciones? Sospecho que necesitaríamos algo más abierto a la participación.

 

Para saber más:

 "The Santiago Boys" es un pódcast de 9 episodios publicado por Evgeny Morozov, en el que se explica cómo un grupo de ingenieros chilenos simpatizantes de Salvador Allende fueron capaces de montar el Cybersyn, a pesar de las precariedades tecnológicas y un contexto sociopolítico bastante hostil. El pódcast ofrece el contexto geopolítico en el que se produjo, incluyendo el papel que jugaron grandes corporaciones del momento, como era el caso de la ITT.