El aprendizaje a lo largo de la vida para una metrópoli inclusiva

Metrópoli abierta

El aprendizaje y la educación de personas adultas (AEA) puede ayudar a encarar algunos de los mayores desafíos de las sociedades europeas actuales, como el aumento de las desigualdades, las migraciones y los cambios demográficos, el cambio climático, la crisis del sistema democrático, o el crecimiento de comportamientos discriminatorios y de rechazo a la diferencia. Sin embargo, es un sector educativo poco reconocido. La finalidad de este documento es mostrar cómo la participación en actividades de AEA puede contribuir a avanzar hacia una sociedad más abierta al conocimiento ya la diversidad. Dos condiciones necesarias para construir una metrópoli del siglo XXI que opte por el crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo. Sin embargo, para que la AEA se convierta en una estrategia clave es necesario aumentar el valor social que se le atribuye, y ofrecer una propuesta formativa y cultural de calidad, dinámica y conectada con el territorio. Asimismo, al final, se señalan algunas acciones que pueden fortalecer el vínculo universidad-sociedad a fin de favorecer la transferencia social de conocimiento y la circulación de talento.

El aprendizaje a lo largo de la vida en la construcción de una metrópoli abierta al conocimiento y la diversidad
Introducción

Las mayores tasas de paro, pobreza y falta de participación en formación a lo largo de la vida se dan entre los sectores de la población con menor nivel de estudios. Lo que supone un gran desafío si lo que se pretende es propiciar un cambio de paradigma económico basado en el talento y la innovación que sea integrador. Pero sorprende que aunque esta relación es muy clara, el aprendizaje y la educación de personas adultas sigue siendo una estrategia bastante menospreciada. En este sentido, el objetivo de este texto es reflexionar sobre el papel de la AEA en la construcción de una sociedad del conocimiento que sea capaz de afrontar los retos de nuestro tiempo sin dejar a nadie atrás. Desde esta perspectiva, examinaremos la noción de AEA y cómo este sector de la educación puede ayudar a crear un entorno integrador y de desarrollo. Finalmente, se apuntan posibles acciones que se pueden impulsar desde el territorio -con la necesaria complicidad de los agentes implicados- para hacer realidad el aprendizaje a lo largo de la vida e intensificar la responsabilidad social de las universidades.

¿De qué hablamos cuando nos referimos al aprendizaje y educación de personas adultas (AEA)?

Para evitar entrar en debates terminológicos, hemos adoptado el concepto de la UNESCO (París, 2015) que, resumiendo brevemente, concibe el aprendizaje y la educación de personas adultas (AEA) como un componente básico del aprendizaje a lo largo de la vida y tiene como finalidad que todas las personas adultas participen en sus comunidades y en el mundo del trabajo. Comprende actividades y procesos constantes de adquisición, reconocimiento, intercambio y adaptación de capacidades -personales y profesionales- para que las personas puedan ejercer sus derechos y hacerlos efectivos. Y, en este marco, fomenta el crecimiento económico inclusivo y sostenible, por lo que se convierte en una herramienta esencial para atenuar las desigualdades, contribuir al bienestar social y personal, y alentar estilos de vida más respetuosos con el medio ambiente.

De acuerdo con esta concepción, la AEA debería ocupar una posición muy relevante en la trayectoria vital de una persona. En primer lugar, porque el espacio temporal que abarca es mucho más amplio que el de la formación inicial que provee al sistema educativo. Y, en segundo lugar, porque posibilita la necesaria actualización de conocimientos y habilidades para afrontar los cambios dinámicos y constantes de las sociedades actuales. Que nadie quede atrás y el talento no se estanque depende, en gran parte, de una cultura favorable al aprendizaje permanente y de las oportunidades para acceder a los bienes educativos y culturales que tenemos a nuestro alcance.

La AEA integra procesos de educación formal, no formal e informales. Esta concepción holística de la educación supone grandes ventajas y algún inconveniente que conviene considerar. La ventaja más importante es no limitar la educación y la generación de talento al sistema educativo. El trabajo, el ocio, la vida cotidiana, la participación social (asociación de vecinos y vecinas, centros cívicos,...), los medios de comunicación, el uso autodidacta de las tecnologías,... constituyen también contextos de aprendizaje ; ampliándose así las oportunidades educativas. Esta amplitud deseable comporta sin embargo una fragmentación del proceso educativo y la intervención de múltiples agentes que a menudo hacen difícil hacer una propuesta suficientemente clara, atractiva o coherente para la ciudadanía. De ahí la importancia de trabajar en red y compartir un objetivo común: hacer realidad el aprendizaje y la educación a lo largo de la vida para todos.

¿Cómo puede contribuir la AEA a generar un entorno de integración y desarrollo?

Los beneficios de la AEA han sido ampliamente estudiados. En concreto, el cuarto Informe Mundial sobre el Aprendizaje y la Educación de Adultos de la UNESCO (2020) pone de relieve el impacto positivo de este sector educativo en ámbitos como el empleo, la salud física y mental o el desarrollo sostenible. Pero además, entendida como un derecho humano y un bien común, la AEA puede contribuir de forma directa a generar un entorno de integración y desarrollo que posibilite un mayor bienestar social y personal para todos. Desde esta perspectiva, una metrópoli abierta debe ser capaz de generar espacios inclusivos en los que las personas se encuentren a partir de intereses compartidos, y en los que la procedencia, la edad, el género, el nivel de estudios o la renta, no barran la interacción social o el acceso a la cultura ya la educación. A continuación, se destaca cómo la participación en actividades de aprendizaje y educación de personas adultas puede incidir en la construcción de una metrópoli abierta al conocimiento y la diversidad en la que desarrollo e integración sean dos caras de la misma moneda.

Sociedad abierta al conocimiento

Los primeros datos que conviene tener en cuenta cuando hablamos de sociedad del conocimiento son que en Cataluña, el 47% de la población adulta no tiene más que estudios básicos y sólo una de cada diez personas de entre 25 y 64 años se sigue formando, según el Anua

rio 2020 de la Fundación Bofill. Un nivel de participación prácticamente igual que hace diez años, y por detrás del 10,5% a nivel estatal y el 11,2% a nivel europeo, y lejos de países como Suecia 34%, Finlandia 29% o Dinamarca 25%. Igualmente, los programas internacionales de evaluación de competencias (PISA, 2015; PIAAC, 2013) evidencian el bajo rendimiento en competencias troncales (ciencias, lectura y matemáticas) de la población joven y adulta en España, por debajo de una parte importante de países participantes de la OCDE y de la UE. En este contexto, la AEA puede ser clave como herramienta de calificación y puede contribuir a desarrollar o actualizar aquellas competencias que socialmente se consideran básicas, especialmente entre los sectores que gocen de menos oportunidades educativas.

Por otro lado, el dinamismo y los cambios que se están produciendo en el mercado laboral (globalización, digitalización,...) indican que éste es cada vez más excluyente, y que se necesitan más trabajadores cualificados, capaces de convivir con la incertidumbre y de actuar de forma reflexiva ante un creciente volumen de información. La pandemia ha evidenciado, además, la urgente necesidad de superar la brecha digital en cuanto a los usos de las tecnologías. El avance tecnológico pone de relieve que tener acceso a las TIC ya Internet, condición indispensable, no reduce drásticamente las desigualdades. Es necesario disponer, a la vez, de conocimientos y destrezas para poder utilizarlas de manera efectiva en campos estratégicos como el formativo o el laboral.

Escenarios educativos, laborales y tecnológicos de los que se deriva la necesidad de seguir impulsando el aprendizaje y la educación de adultos como herramienta de calificación y de igualación social en todos sus ámbitos (competencias básicas, formación profesional, formación en el puesto de trabajo, formación digital,...). Orientar a la AEA de acuerdo con la idiosincrasia y el dinamismo del territorio y las necesidades formativas de las personas que lo habitan puede servir, además, por su reactivación socioeconómica.

Ciudad abierta a la diversidad

En las últimas décadas muchas organizaciones y experiencias de AEA han sido fruto de movimientos sociales (vecinales, trabajadores, mujeres, organizaciones religiosas,...) que conciben la educación como un instrumento de inclusión y transformación social. En el caso de la región metropolitana de Barcelona, las primeras experiencias aparecieron en barrios periféricos de grandes ciudades como Barcelona, Hospitalet, Santa Coloma,... Barrios que como consecuencia de la especulación urbanística de los años 60 carecían de los servicios básicos, concentraban la inmigración y registraban las tasas más elevadas de analfabetismo. Estas experiencias integradas en el tejido asociativo del territorio contribuyeron a la lucha por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes ya generar comunidad y sentido de pertenencia. Hoy, la AEA puede seguir ejerciendo un papel destacado en el territorio impulsando procesos de participación ciudadana y formación cívica para mejorar la cohesión social y combatir actitudes y comportamientos de carácter discriminatorio (racistas, sexistas, LGTBI-fóbicos, edadistas,...) Las organizaciones y espacios de AEA son entornos privilegiados en los que favorecer la inclusión y la convivencia ciudadana porque ponen en contacto a población muy diversa y promueven la participación democrática.

Una sociedad abierta al conocimiento y la diversidad es, en este sentido, una sociedad más sensible y comprometida con la erradicación de las desigualdades y con la lucha contra cualquier forma de discriminación. En este contexto, la AEA y la transferencia de conocimiento por parte de las universidades pueden convertirse en estrategias clave para promover la equidad social y generar, al mismo tiempo, entornos inteligentes en los que las personas que viven en ella sientan la metrópoli como el sitio en el que realizar su proyecto personal y profesional. Se hace necesario, por tanto, trabajar para garantizar el acceso universal y permanente al aprendizaje, a fin de obtener y actualizar las calificaciones requeridas para participar de forma sostenida en la sociedad del conocimiento y disminuir, al mismo tiempo, las desigualdades sociales. Por ello, es primordial ofrecer: a) actividades de aprendizaje y educación de adultos tan cercanas a los interesados como sea posible, y conectadas con sus intereses y los de sus comunidades; b) procesos de evaluación y acreditación de las competencias adquiridas mediante la experiencia laboral o en contextos de actividad no académicos, para que las personas sientan reconocidos sus esfuerzos y que no deben empezar de cero; y c) espacios inclusivos que faciliten la interacción social y que acojan a las personas recién llegadas desde un marco intercultural.

 

De acuerdo con esta finalidad, se proponen los dos ejes de actuación siguientes:

Eje 1: Desarrollar la red de AEA para facilitar la conexión entre todas las administraciones, organizaciones y agentes que realizan actividades formativas, culturales,... dirigidas a personas adultas con el propósito de hacer realidad el aprendizaje y la educación a lo largo de la vida en cualquier lugar del territorio.

Acciones:

a. Dotarse de una organización adecuada, articulada a diferentes escalas del territorio, a fin de impulsar el aprendizaje y la educación a lo largo de la vida, la cooperación entre las administraciones, instituciones y entidades de AEA (formación básica de personas adultas, formación cultural, formación digital, formación profesional, formación ocupacional, formación continua,...), y la optimización de los recursos existentes.
b. Elaborar un mapa de AEA de la RMB y de los flujos entre sus municipios para conocer la trama educativa del territorio, las necesidades formativas de la población y los desplazamientos de la población adulta por motivos formativos.
c. Velar por que la AEA sea flexible en el tiempo y en el espacio, y especialmente dinámica. Una sociedad que cambia requiere que la formación se adapte a los cambios y necesidades de la ciudadanía.
d. Propiciar la innovación y la mejora educativa mediante metodologías activas que favorezcan el aprendizaje experiencial, el trabajo colaborativo y en red, y la motivación para seguir aprendiendo.
e. Activar procesos de reflexión colectiva y deliberación ciudadana en relación con el modelo de AEA que se considera valioso para el desarrollo personal y comunitario.
f. Facilitar las transiciones entre el sistema educativo, la formación profesional (formal y no formal), la educación superior y el mercado laboral, proporcionando información y asesoramiento. La orientación permite que ciudadanos de cualquier edad y en distintos momentos de su vida puedan identificar sus capacidades e intereses con el propósito de tomar decisiones para encaminar su trayectoria formativa o laboral.
g. Potenciar la igualdad de oportunidades educativas para todos mediante acciones positivas (becas salario, transporte, servicios de guardería, flexibilidad horaria,...), especialmente la de los colectivos infrarrepresentados en función de algunas tipologías formativas, como es el caso de las mujeres en relación con la formación laboral.
h. Sensibilizar a la ciudadanía, en colaboración con los medios de comunicación, de la importancia de la educación a lo largo de la vida. Buscando vías de difusión social que lleguen a todos los sectores de la sociedad.

Eje 2: Ampliar la colaboración de las Universidades en el desarrollo socioeducativo y cultural del territorio.

La transferencia social del conocimiento es, con la docencia y la investigación, una de las funciones básicas de las Universidades. Se tiende sin embargo a asociar esta transferencia al conocimiento que está directamente relacionado con desarrollo económico del territorio, y no tanto con su desarrollo social, cultural o educativo. Profundizar en las relaciones entre universidad y territorio desde una perspectiva más amplia del conocimiento, que incluya a la vez agentes y redes educativas y sociales más diversas, puede impulsar nuevos dinamismos en otras áreas y servicios. Desde esta perspectiva, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas pueden servir, en estos momentos, para enmarcar una propuesta de actuación conjunta entre universidad y sociedad.

En este contexto de colaboración, conviene revisar el modelo de transferencia que ha dominado hasta el momento, basado en una comunicación unidireccional de arriba abajo, en la que la universidad atesora el conocimiento y lo pone al alcance de un público más amplio, para tender hacia un modelo más horizontal en el que la universidad colabora con la ciudadanía en la búsqueda de soluciones a los problemas que les afecta. En este sentido, se trata de impulsar proyectos en los que los investigadores colaboren con otros agentes implicados en el análisis de las necesidades del territorio y en el desarrollo de iniciativas y herramientas para abordarlas. Proyectos que además pueden convertirse en oportunidades de investigación y aprendizaje para la comunidad universitaria, en especial, para los futuros graduados.

Acciones:

a. Crear una plataforma o mecanismos de comunicación entre las universidades y el territorio mediante una representación de los ayuntamientos o RMB para identificar ámbitos de colaboración y áreas prioritarias.
b. Aproximar la investigación y la innovación de las universidades a las necesidades concretas del territorio mediante el uso de metodologías que impliquen al ciudadano o al usuario final en el desarrollo de todo el proceso, desde la diagnosis inicial a la producción y validación de los productos o propuestas realizadas.
c. Promover a los Doctorados industriales con el fin de conectar la investigación a las necesidades ya los proyectos de desarrollo del territorio. El doctorado industrial es un proyecto de investigación en el que el doctorando desarrolla su formación investigadora, en colaboración con una universidad, y objeto de una tesis doctoral. Se trata, a su vez, de una vía de captación de talento y de transferencia del conocimiento.
d. Colaborar con el territorio para facilitar a los ciudadanos el acceso a una formación continuada de calidad que mejoren la capacidad de innovación y la creatividad.

e. Facilitar los procesos de homologación y convalidación de estudios universitarios extranjeros para favorecer la recirculación del talento.

f. Crear y dinamizar, en colaboración con la red de AEA, una bolsa de investigadores para hacer divulgación científica e impulsar proyectos comunitarios en relación a los ODS oa áreas tan estratégicas como la salud, el medio ambiente, el consumo responsable. .
g. Descentralizar algunas propuestas culturales para acercar la universidad a más lugares del territorio.
h. Potenciar las aulas de extensión universitaria para la gente mayor y el acceso a la universidad para personas mayores de cincuenta y cinco años para favorecer la formación a lo largo de la vida y la participación sociocultural.
i. Promover proyectos de aprendizaje-servicio (APS) vinculados a distintos ámbitos o servicios del territorio. La APS es una propuesta docente y de investigación que permite a los estudiantes formarse trabajando sobre necesidades reales de un determinado entorno.
j. Buscar vías para conectar Trabajos Fin de Grado y Trabajos Fin de Máster en las necesidades de conocer o intervenir en un determinado entorno.
k. Impulsar acciones de información, orientación y acompañamiento para fomentar el acceso a la universidad de los sectores sociales más infrarrepresentados y atraer talento femenino a los estudios STEAM (Science, Technology, Engineering, Art and Mathematics).

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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