Yo cuidaré, tú cuidarás, ella cuidará: cuando el género es estratégico
- Marta Pons Cabanes - Coordinadora general de Food Coop Bcn
- 27-07-2020
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Pensar en el futuro es un privilegio. En el modo 'llegar a fin de más', el presente menudo condicional e imperfecto, parece el único tiempo verbal posible. Hay desigualdades que nos atraviesan y hacen que conjugamos futuros también desiguales. En tiempos de pandemia y de incertidumbres toca vivir al día más que nunca, una vez pasado el primer bache y sabernos vivas, como hacemos para proyectar al día siguiente?
De entrada, estar alerta de no caer en un marketing del día siguiente desvinculado del día a día de las personas; velando porque el paraguas protector de la nueva normalidad no nos haga asépticas a las realidades cotidianas. Entendiendo por vida cotidiana todas aquellas actividades que las personas desarrollamos para satisfacer las necesidades básicas como son el alimento, el cobijo, la energía, el agua y el aire. Si tenemos que pensar en tiempo futuro es necesario que esta vida cotidiana sea parte de la gramática y de la estrategia para captar y dar respuesta a necesidades reales.
A menudo se “planifica para” pero sin las personas y despreciando el hecho de que las personas desarrollamos estrategias más allá de cualquier planificación. Estas tensiones e interdependencias entre la planificación y la vida cotidiana se hacen visibles por ejemplo, en los llamados 'caminos del deseo', rutas alternativas que trazan las personas o los animales a las establecidas por la planificación urbana. Estos caminos 'ilícitos' no siempre responden a la manera más corta de llegar de un lugar a otro; las lógicas de la vida cotidiana son más complejas y responden también a diversidad de trayectorias o historias de vida.
La nueva generación de planes estratégicos que tienen como finalidad el Derecho a la Ciudad debería ser capaz de incorporar estos otros caminos de la infraestructura de la vida cotidiana, que responden a una nueva economía de las necesidades más que de los deseos.
Las estrategias de supervivencia se ocupan de vivir al día, pero no por ello quedan excluidas de un futuro compartido. Tenemos el reto de conjugar el llegar a fin de mes con el fin del mundo; impulsando procesos que sean reparadores y nos permitan recuperar aquellos sectores sociales más perjudicados para construir resiliencia, memoria y respuesta colectiva respecto a las diversas emergencias sanitaria, social y climática que estamos viviendo.
En este sentido, es importante preguntarse por qué y cómo incorporar la perspectiva de género y de los cuidados a los procesos de planificación estratégica. La pregunta se amplifica y se hace aún más pertinente en el contexto actual de pandemia de la covid-19: ¿cuáles son los impactos a nivel de género? ¿quién carga con los costes de esta pandemia? Las cifras son escalofriantes y se están pasando por alto: por ejemplo, durante los casi 100 días del estado de alarma las peticiones de asistencia a víctimas de violencia de género se elevaron a 29.700 (300 peticiones formalizadas al día) , casi un 60% más que el año anterior. El incremento de las llamadas al 016 fue de un 41,4% y el de las consultas online del 458% respecto al 2019 en todo el estado español.
La perspectiva de género no puede ser un anexo al proceso estratégico, si no que lo atraviesa y lo significa. Las cuestiones de género dada su transversalidad tienen potencial para convertirse en palanca de las transformaciones que nos requiere el momento actual hacia un sistema donde las personas estén en el centro. Las gafas de la transversalidad permiten captar un sistema de desigualdades entrelazadas y fluidas que la situación generada por la covid-19 ha hecho más permeables. La covid-19 nos ha hecho parar, y al parar sentimos más; tenemos mayor conciencia de estas interdependencias que el propio sistema se encarga de desdibujar.
Volviendo a los planteamientos estratégicos, si hiciéramos una correlación entre los ámbitos o temáticas que se consideran estratégicas y el género según estudios de estas temáticas, veríamos que además estratégicos más masculinizados. Necesitamos reflexionar sobre quién está en el centro de estos procesos que se presentan como multiactores, multisectoriales y multinivel; para que no acaben resultando multi-desiguales, al contrario, hay que contemplar nuevas narrativas, nuevas pericias, nuevos liderazgos y nuevas centralidades.
En un contexto de innovación en políticas públicas podría ser que la capacidad de gobernar, fuera ligada a la capacidad de sostener la vida, gestionar el conflicto y lidiar con lo difícil, comunicar y llegar al otro? Son necesarias preguntas de ruptura para abrir paso y considerar el género como estratégico.
El proceso Barcelona Demà. Compromís Metropolità 2030 impulsado desde el PEMB con el objetivo de elaborar la estrategia de la Barcelona metropolitana del futuro que abarca 5 millones de personas, hace suyo este planteamiento hacia la mirada de género y los cuidados que se integra en un eje transversal de gobernanza con los siguientes retos de partida:
- Los espacios de coordinación y colaboración entre los diferentes niveles de gobierno y entre los diferentes departamentos o áreas, tomando el barrio como escala base
- Los espacios y formatos de la participación ciudadana y sus límites y potencialidades para la profundización democrática y la innovación socio-política
- La evaluación, análisis y diseño de políticas públicas innovadoras en el ámbito local, regional e internacional
- Análisis de datos desagregados, mapeo y visualización de las desigualdades en clave regional
- Análisis de las identidades metropolitanas en su vertiente política
La perspectiva de género y los cuidados aportan una profundidad necesaria en cualquier proceso estratégico y posibilita escenarios futuros transformadores. Allí donde nos cruzan las miradas metropolitana y de género hay grandes retos que la Barcelona Metropolitana del mañana no puede dejar atrás.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.