Un nuevo relato para un nuevo plan: resiliencia, prosperidad y cohesión, en tiempos complejos e inciertos

La pandemia de la COVID-19 nos está encarando de lleno con los límites de nuestro sistema y de nosotras mismas. El sistema sanitario, obviamente, pero también el económico, el político, el alimentario, el cultural, el social, el personal… Realidades individuales y colectivas, escalas locales y globales, plazos cortos y largos se mezclan en una crisis de alcance mundial y de una incertidumbre que hace tambalearse todo aquello que dábamos por hecho.

Foto: Fotomovimiento. Bru Aguilo. Barcelona durante el confinamiento

Todo ello nos genera preguntas a niveles muy diferentes. Preguntas dirigidas al mañana, como por ejemplo “¿Cómo reaccionará Europa para recuperar los sistemas económicos de los países?”, o bien, “¿Podremos recuperar los planes allí donde los dejamos en stand-by o alguna cosa habrá cambiado para siempre?”. Preguntas para el hoy y el ahora, como “¿Cuántas UCI extra nos hacen falta para soportar el próximo brote?” o “¿Cómo debe estar la vecina del cuarto primera, que tiene 75 y vive sola?”. Dejarme pensar que pocas veces nos planteamos tanto y tan a menudo preguntas a tan diferente escala, temporalidad y incidencia, desde “¿Cómo llegaremos a final de mes” hasta “¿Es esto el fin del mundo?”, si me permitís la exageración.

Antes del estallido de la pandemia, en el PEMB nos encontrábamos trabajando de lleno en la definición del que será el nuevo plan estratégico con horizonte 2030 y que tiene como eje central el impulso del progreso social y económico, basado en la innovación y la sostenibilidad, como mecanismo para la reducción de las desigualdades y de la segregación urbana en el territorio metropolitano y en un contexto de emergencia climática. Un eje central que hemos empezado a desarrollar justamente haciéndonos muchas y muy variadas preguntas desde seis miradas a la metrópoli:

  • La metrópoli resiliente: una metrópoli con los recursos mínimos garantizados, más saludable y adaptable frente a las incertidumbres
  • La metrópoli próspera: una metrópoli que pone la innovación y la creatividad en el centro para garantizar oportunidades para todo el mundo
  • La metrópoli cohesionada: una metrópoli accesible y colaborativa, y que garantice un reparto equitativo de los recursos
  • La metrópoli sapiente: una metrópoli vital y diversa, que pone de relieve la investigación y la cultura como ejes fundamentales para su desarrollo
  • La metrópoli multinivel: una metrópoli con una gobernanza compleja, que se cocrea con la implicación de todos y todas
  • La metrópoli abierta: una metrópoli mediterránea, europea y global que crea red y da respuestas a retos comunes
Foto: Fotomovimiento. Pedro Mata. Barcelona durante el confinamiento

Una de las primeras preguntas que nos hacemos es por qué las personas escogen preferentemente las metrópolis para vivir o para desarrollar su actividad. Cubrir sus necesidades básicas, tener oportunidades para prosperar económica y culturalmente, y sentirse parte de una comunidad, acostumbran a ser, en esencia, las motivaciones. Estas cualidades, no obstante, no siempre están garantizadas de la misma manera para todo el mundo o en todas partes, de hecho, a menudo el sistema urbano presenta vulnerabilidades que acaban generando desigualdades entre personas y territorios. Por lo tanto, también es necesario preguntarnos, ¿Qué desigualdades se generan y cómo nos afectan? ¿Cómo seguimos haciendo de las ciudades lugares atractores, garantizando el llamado derecho a la ciudad (metropolitana)?

Un ejemplo estamos empezando a intuirlo -aunque aún es muy temprano para afirmar nada- con las diferencias en lo que se refiere a la incidencia de contagios del nuevo coronavirus en el territorio. Parece haber más afectación en barrios considerados vulnerables según los primeros mapas publicados por la Agencia de Cualidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña (AQuAS) a partir del registro COVID-19, o al trabajo de seguimiento que está llevando a cabo 300.000 Km/s con los #geografíasdelconfinamiento. ¿Hay relación entre la renta del barrio en el que se vive y los contagios de coronavirus? ¿Puede tener algo que ver el urbanismo? Habrá que analizarlo mucho más a fondo, seguro, pero las preguntas siempre son pertinentes.

Foto: Fotomovimiento. Pedro Mata. Barcelona durante el confinamiento

El acuerdo entre SEAT, Leitat, el Consorcio de la Zona Franca y HP para producir, con tecnología 3D y materiales de la propia SEAT (con su producción habitual parada), respiradores, supliendo así la falta por la elevada demanda, es otro ejemplo de estos días que nos lleva a pensar en la metrópoli próspera. Intuimos pues que la prosperidad en la metrópoli futura pasará, seguramente, por la innovación entendida como el uso de nuevas técnicas productivas más flexibles y adaptables, la circularidad de procesos y recursos, y la generación de espacios de colaboración para llevar a cabo proyectos que seguramente partirán de necesidades concretas de la sociedad. Y a esta iniciativa más de carácter empresarial se suma la gran cantidad de iniciativas sociales: desde pequeños talleres que se ofrecen para coser material sanitario, pasando por ateneos de fabricación y makers poniendo al alcance impresoras 3D, cortadores y programario, hasta las redes de apoyo vecinal o los mapas interactivos como Frena la Curva donde publicar y encontrar todo tipo de recursos, ayudas, soportes, colaboraciones, y un largo etcétera. Todo ello nos hará preguntarnos si la metrópoli próspera solo puede serlo si está bien cohesionada.

Foto: Fotomovimiento. Pedro Mata. Barcelona durante el confinamiento

Así mismo, y ahora más evidente que nunca, también nos hace falta incorporar la gestión de la complejidad y de la incertidumbre. Tal y como expresan muy gráficamente las compañeras de Teamlabs: “The unknown is coming”. De nuevo, la COVID-19, esta pandemia inesperada, está resultando ser la plasmación tangible de la incertidumbre. Un reto global surgido de golpe que está tensionando sistemas y personas a todas las escalas. Está evidenciando la gran complejidad del mundo en el que vivimos, poniendo de relieve aspectos a menudo relegados a otras esferas de pensamiento como los cuidados, la comunidad, la cultura, la ciencia y la investigación. No puedo evitar hacer un paralelismo con la crisis climática, aquella amenaza tan intangible y, según algunos, a tan largo plazo, pero de la que recibimos alertas como los efectos del temporal Gloria, no hace tantos meses.

En este sentido dos intuiciones: ¿Seguiremos omitiendo la incertidumbre? ¿Seguiremos un modelo business as usual? ¿O aprovecharemos la experiencia y la incorporaremos a la planificación? Hace pocos días, un hilo de Twitter de Anna Pérez Català, ponía de manifiesto el riesgo de parar y hacer pasos para atrás con la lucha contra la emergencia climática, citando la relajación en la legislación ambiental o incluso el estímulo para volver al uso de combustibles fósiles por parte de Europa, los Estados Unidos o China, en pro de la recuperación rápida de la economía. Eso, a mi entender, sería también hacer pasos atrás en la comprensión de la complejidad y, evidentemente, volver al cortoplacismo negando la amenaza del cambio climático.

Fuente: Mapas de calidad del aire Generalitat de Catalunya

Por otra parte, para muestra un botón, últimamente incluso los informativos meteorológicos nos muestran cómo está de limpio el aire que respiramos desde que se ha decretado el confinamiento, evidenciando como la circulación de vehículos por la metrópoli es la principal causa de la presencia de CO2, NO2 i partículas en la atmosfera. ¿Podemos aprender de la situación y aprovechas y gestionar mejor nuestros desplazamientos para mantener este aire limpio? Muchas estamos ahora teletrabajando, y a la vez asistimos a jornadas, clases, webinars, y hasta congresos en línea. Nos queda camino para que esta transición sea plenamente funcional, pero seguramente ya intuimos que una metrópoli resiliente debe ser aquella que permita un funcionamiento total de los sistemas sin seguir tensionando al planeta, por tanto, la conexión a internet y las TIC abiertas y para todos y todas, seguramente, jugaran un papel clave.

Estos días estamos reflexionando, seguramente más a fondo que nunca, sobre las fragilidades y las virtudes de la metrópoli. Sistema, personas, territorios, partes de un todo complejo e incierto, sobre el cual, desde el PEMB nos seguiremos haciendo preguntas y planteando retos para el hoy y para el mañana para garantizar una metrópoli más resiliente, próspera y cohesionada.

 

* Todas las fotografías pertenecen a la cuenta de Flickr de Fotomovimiento

** El mapa de calidad del aire (Fuente: Generalitat de Catalunya) corresponde a los niveles existentes el lunes 6 de abril a las 9h

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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