Un nuevo gran proyecto para Barcelona
- Oriol Estela - Coordinador general del PEMB
- 20-07-2017
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A medida que se acerca la fecha de conmemoración del 25 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona aparecen más y más voces recordando el valor de la estrategia que se articuló para sacar un provecho duradero de aquel evento, al tiempo que reclaman un nuevo gran proyecto que vuelva a dar un impulso de medio y largo plazo para la ciudad.
Si miramos atrás, tanto como hasta mediados del siglo XIX, encontraremos un primer momento de impulso de la ciudad fruto de la conjunción de una nueva articulación territorial y unas aspiraciones colectivas compartidas. El derribo de las murallas en 1854 abre la puerta a crear una ciudad homologable a las principales ciudades del continente gracias al Plan Cerdà (1860) y a la anexión de los municipios del plan de Barcelona (1897, 1904 y 1921). La ciudad no sólo crecía, sino que lo hacía con una planificación orientada a la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Y además, se abría la puerta visualizarla internacionalmente, como permitieron las exposiciones universales (1888 y 1929) o como trató de capitalizar la Sociedad de Atracción de Forasteros.
La negra y larga noche del franquismo truncó el segundo salto de escala que venía preparándose en la ciudad con propuestas como las del Plan Macià del años 30. La posibilidad de nuevos impulsos quedo entonces retenida hasta la afortunada conjunción del Plan general Metropolitano, la llegada de los ayuntamientos democráticos y la celebración de los JJOO que, como las exposiciones universales, nos otorgaron la admiración del mundo y la dosis de autoestima necesaria para acompañar el cambio de escala. Romper una nueva barrera, la que impedía la relación con el mar, coser el continuo urbano con actuaciones como las rondas (La 'calle mayor metropolitana' según Pasqual Maragall) y conectarse mejor con el mundo con un puerto y un aeropuerto renovados preparaban el terreno para configurar lo que hoy conocemos como Área Metropolitana de Barcelona.
Actualmente, sin embargo, somos conscientes de que esta escala ya está superada. En términos de infraestructuras, de vivienda, de actividad económica, incluso de ocio, la escala relevante es la más cercana a lo que se ha denominado Región Metropolitana de Barcelona. Del mismo modo, los barrios de Mataró, Sabadell, Terrassa o Granollers tienen las mismas necesidades que los de Badalona, Sant Feliu, Moncada o la propia Barcelona. Hay, pues, ir preparando el terreno para dar el salto a la escala región.
Hace un cuarto de siglo, el I Plan Estratégico Económico y Social de Barcelona (1990-93) fue uno de los principales protagonistas a la hora de vertebrar intereses y esfuerzos para hacer frente a los retos compartidos de la nominación olímpica y la gestión de la 'resaca' post-juegos. Ya en 1994, el II Plan y posteriormente el III Plan (1999) velaron por mantener el empuje conseguida. Dos ediciones más del plan estratégico, ahora ya explícitamente metropolitano, se impulsaron en 2003 y 2010.
Barcelona ha cambiado mucho en este tiempo, como también lo ha hecho la planificación estratégica: cada vez menos planificación; cada vez más estrategia. Y actualmente la Asociación Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona, heredera de todo este patrimonio de pensamiento y concertación acumulado durante casi 30 años, se encuentra en proceso de construir una nueva forma de integrar e inspirar estrategias urbanas para un territorio metropolitano que no se puede limitar en unas fronteras administrativas.
La esencia, sin embargo, se mantiene: hay que articular una nueva escala territorial con proyectos concretos que den forma a un gran proyecto colectivo. Un proyecto que hoy debe tener necesariamente un eje central: la reducción de las desigualdades en el ámbito metropolitano de Barcelona.
Curiosamente, la situación actual puede ser más parecida a la de hace 150 años que a la de hace 25: primeros años de la revolución industrial, ahora digital; auge de los movimientos obreros, ahora ciudadanos; preocupación por el futuro del trabajo debido a la tecnificación, mientras que hoy son los robots los que nos preocupan o la epidemia de cólera en el interior de la ciudad amurallada, que hoy podría corresponderse con los efectos del aire irrespirable por la contaminación .
Asimismo, las nuevas murallas que hay que romper son las barreras administrativas y en algunos casos mentales- entre los municipios metropolitanos de la ciudad real, a la vez que hay que terminar de tejer las conexiones perimetrales y transversales que aún faltan para hacer el nuevo salto de escala que nos ponga a la altura de las ciudades punteras.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que hoy en día la 'admiración del mundo' que perseguimos -y conseguirlos con las exposiciones universales o los JJ.OO ya no la captan las ciudades que mejor exhiben, sino las que hacen apuestas valientes en materia de sostenibilidad y calidad de vida: Copenhagen transformando radicalmente la forma de moverse por la ciudad; Vancouver avanzando hacia el 100% de abastecimiento en energías renovables; Hamburgo generando vivienda de alquiler asequible; Toronto apostando por la soberanía alimentaria; Berlin acogiendo e integrando miles de personas refugiadas o Nueva York adoptando un salario mínimo decente.
Desde Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona nos conjuramos para trabajar en la búsqueda de este gran proyecto colectivo propio confiando con el apoyo y la implicación del conjunto de la sociedad civil y de la ciudadanía misma, teniendo muy claro que hay que trabajar con visión global, manteniendo un firme compromiso metropolitano de acción conjunta a la vez que respetando la diversidad de identidades locales que conforman la gran metrópoli barcelonesa.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.