¿Un modelo comercial urbano en liquidación?
- David Rodríguez - Secretario técnico del PEMB
- 25-09-2018
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Este julio ha sido el último en la relativamente larga vida del Bulevard Rosa de Paseo de Gracia y del Pedralbes Centre. Ambos, establecimientos emblemáticos de una época de la ciudad. El primero fue, junto con el también desaparecido Vinçon, el abanderado del cambio comercial en la Barcelona de finales de los setenta. El segundo, inaugurado acabando los ochenta, fue el exponente de la nueva Barcelona postolímpica, hasta el punto de que llegó a tener una serie propia (que podéis ver en TV3 a la carta). Estas desapariciones, junto con otras menos mediáticas, son una constatación de los cambios que están operando en el mundo del comercio, una actividad que, no olvidemos, es la principal generadora de puestos de trabajo. Según los últimos datos, cerca de 287.000 personas tienen una ocupación vinculada a estas actividades en el conjunto del Área Metropolitana de Barcelona, o lo que es lo mismo, una de cada seis personas ocupadas.
¿Qué motivos explican el cambio? En lo que se refiere a las galerías comerciales, se trata de un formato que tuvo su momento de gloria durante la segunda mitad del siglo pasado pero que la climatología barcelonesa y el formato de negocio han ido conduciendo a la marginalidad. En el caso de las tiendas emblemáticas que han ido bajando la persiana durante los últimos años (des de la ya nombrada Vinçon hasta el Colmado Quílez), las causas son más complejas. En algunos casos ha sido el fuerte incremento del alquiler que representó la finalización de los contratos de renta antigua a finales de 2014. En otros, la poca demanda, combinada con una localización prime del local que lo hacía goloso para grandes multinacionales.
¿Está el modelo comercial en liquidación o bien se trata de las consecuencias del ciclo de la vida que tiene todo negocio? Es evidente que el sector comercial experimentará importantes cambios en los próximos años, como consecuencia de los cambios en los hábitos de consumo, pero sobre todo debido a la consolidación del comercio electrónico como canal de venta, que el año 2017 facturó ya 30.000 millones de euros al conjunto del Estado español, según datos de la CMMC.
Sin embargo, muy probablemente los grandes cambios no pasen a los ejes comerciales, sino a su periferia y, en especial, a los centros comerciales periurbanos. Éstos, que aún no hace un par de décadas encarnaban el futuro del sector, ya hace tiempo que han entrado en una situación de incertidumbre, a consecuencia del declive de los hipermercados y los cines multisalas, que habían sido sus motores de crecimiento. Esta situación no es inédita ni exclusiva de nuestra casa, sino que sigue la estela de lo que desde hace años está pasando en los Estados Unidos, donde numerosos malls se han convertido en estructuras fantasma y con causas no muy lejanas a las apuntadas más arriba.
Además, en este caso ya vemos que hay consecuencias que no sólo trascienden al comercio, sino que afectan al urbanismo y a la vida ciudadana. Como muy bien se apunta, los malls fueron también un lugar de encuentro para numerosas generaciones, el tercer espacio ideal para muchos entornos suburbanos donde el urbanismo no los había previsto. ¿Dispondremos de espacios de encuentro alternativos lo suficientemente atractivos para cubrir este vacío? ¿Podemos transformar este riesgo en una oportunidad para diseñar un nuevo modelo urbano de baja densidad más inclusivo y sostenible? ¿Puede ser este cambio un revulsivo para los ejes comerciales de los centros de los municipios del área metropolitana?
El modelo comercial urbano se enfrenta quizás a la gran oportunidad que no había tenido en décadas. Con el rejuvenecimiento de los centros urbanos, poblados por generaciones que han optado por vivir en la ciudad y desligarse del automóvil privado, se dispone de una demanda más captiva que la de una generación atrás, pese a la pujanza del comercio electrónico. La clave de la supervivencia o del éxito, radicará en saber ofrecer a estas generaciones aquello que demandan y que no pueden encontrar en las mismas condiciones por canales alternativos. De hecho, han sido las grandes cadenas y las grandes empresas las que lo han entendido, trasladando parte de su actividad de los centros periurbanos al centro de las ciudades.
I en referencia a estas últimas, quizás no sería necesario tener tanto miedo a la macdonalización de los ejes barceloneses. De hecho, el porcentaje de tiendas pertenecientes a grandes cadenas solo llega al 4% en los principales ejes comerciales de Barcelona ciudad. Y también hay que tener en cuenta que algunas de las tiendas que se encuentran en los principales ejes, tanto en los de aquí como en los de otras ciudades del mundo, llevan el sello made in Barcelona. El reto que nos podríamos plantear es como ser capaces de generar unos cuantos más.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.