¿Tenemos una ciudad resiliente desde el punto de vista económico?

En poco menos de un trimestre Barcelona padeció dos hechos que podrían haber costado un gran impacto en la economía de la ciudad. El primero fue el ataque terrorista del 17 de agosto que tuvo lugar en uno de los lugares más paradigmáticos de la Barcelona turística. El segundo, las tensiones políticas y sociales que se produjeron durante los meses de setiembre y octubre, y que tuvieron como corolario el anuncio del traslado de la sede social fuera de Cataluña de 3.000 empresas, algunas de ellas de la magnitud de La Caixa y Banco Sabadell.

¿Tenemos una ciudad resiliente desde el punto de vista económico?

En poco menos de un trimestre Barcelona padeció dos hechos que podrían haber costado un gran impacto en la economía de la ciudad. El primero fue el ataque terrorista del 17 de agosto que tuvo lugar en uno de los lugares más paradigmáticos de la Barcelona turística. El segundo, las tensiones políticas y sociales que se produjeron durante los meses de setiembre y octubre, y que tuvieron como corolario el anuncio del traslado de la sede social fuera de Cataluña de 3.000 empresas, algunas de ellas de la magnitud de La Caixa y Banco Sabadell.

Visto con cierta perspectiva, los efectos a corto plazo han sido afortunadamente de pequeña magnitud y limitados en el tiempo. En un informe elaborado por la Cambra de Comercio de Barcelona y presentado hace unas semanas se mostraba como estos se habían limitado a las semanas inmediatamente posteriores y se concentraban sobre todo en sectores como la hostelería y el ocio. Unas conclusiones a las que también llega el servicio de estudios de Fomento del Trabajo. No obstante, será necesario ver cuál es el efecto a medio y largo plazo de las decisiones de traslado de sedes legales, y si éstas impactan sobre la actividad operativa, empezando por las sedes centrales. De confirmarse, Barcelona podría tener un problema en una función en la que tradicionalmente su posición ha sido débil, tal y cómo hablábamos en una entrada anterior.

Una de las lecciones extraídas de este periodo, hablando desde un punto de vista de actividad económica, es que, a diferencia de lo que se podría pensar, quizás tenemos un modelo bastante resiliente. De hecho, no es la primera vez que ha podido comprobarse: la larga crisis que experimentamos en el periodo 2008-2014, tuvo un menor impacto relativo en Barcelona gracias a la mejora de la actividad industrial, centrada en las exportaciones, y sobre todo gracias al turismo, que durante aquellos años actuó como bálsamo delante la fuerte contracción de la actividad y la ocupación de otros sectores.

Ahora bien, tampoco hay que caer en el riesgo de la autocomplacencia. Disponemos de bastantes evidencias, algunas muy recientes, de ciudades que han entrado en declive después de que sus sectores tractores cayeran víctimas de un bache. El caso del Rust Belt, el paradigma del cual es la ciudad de Detroit, nos ilustra los riesgos de la excesiva dependencia de un sector. No obstante, también es el mismo “cinturón del óxido” el que nos da una pista de cómo superar una amenaza de estas características. Pittsburgh, una antigua ciudad industrial basada en la siderurgia, ha sabido reinventarse aprovechando un activo (la universidad Carnegie Mellon), y también un alto grado de cooperación entre el sector público, el sector privado y el tercer sector.

La historia os sonará familiar, porqué es lo que hizo Barcelona antes de que el sector industrial, principal tractor de la economía hasta los años ochenta del siglo pasado, mostrara signos de declive. De ese ejercicio, uno de los productos del cual es el Plan Estratégico de 1990, aprendimos la virtud de hacer estos ejercicios de manera conjunta y sin apriorismos, combinando el realismo con una cierta vocación de pensar fuera de la caja (thinking outside the box). Salimos bien parados y seguramente ahora tenemos una economía bastante más resiliente que hace tres décadas.

La pregunta que inmediatamente podemos hacernos es si corremos el riesgo de tener un sector que genere demasiada dependencia en nuestra metrópoli a medio o largo plazo. Es altamente probable que las actividades vinculadas al turismo figuren en un lugar destacado, cuando no en la cabeza, de esta lista. Pero probablemente aún no hay respuesta a la pregunta de qué actividades podrían cubrir el agujero en un futuro. Y sin una respuesta en la segunda, difícilmente podemos actuar sobre la primera.   

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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