Nómadas digitales: próxima parada, Barcelona

No es necesario ir a Ubud (Bali-Indonesia) o en Chiang Mai (Tailandia) para verlos. Se encuentran cada vez más entre nosotros, aunque no sabemos cuántos son ni cuál es el tipo de relación que establecen con nuestra ciudad o cuál es su impacto real sobre la vivienda o el mercado de trabajo. El de los llamados 'nómadas digitales' es un fenómeno aún por estudiar en la Barcelona metropolitana.

Foto surrealista sobre nómadas digitales

En 2016, FlexJobs desvelaba que viajar era la segunda razón principal para trabajar para los millennials. Anteriormente, un informe de 2012 elaborado por PwC sobre las expectativas laborales de este colectivo de personas nacidas a finales del siglo XX ya indicaba que un 71% contaba con trabajar al menos una temporada en un país extranjero, cifra que el Global Shapers Survey del World Economic Forum situaba en el 81% el año 2017.

Los avances tecnológicos en materia de comunicaciones han permitido hacer de esta forma particular de teletrabajo una opción asequible y cada vez más popular, incluso para personas con carreras consolidadas que buscan salir de la rutina o huir del síndrome del burnout, el síndrome del trabajador quemado (en ocasiones con resultados contraproducentes). Hay quien prevé que el año 2035 habrá mil millones de nómadas digitales en el mundo.

Los principales trabajos que llevan a cabo actualmente los nómadas digitales tienen que ver, evidentemente, con los entornos digitales: desarrollo de páginas web, diseño gráfico y de páginas web o especialistas en SEO serían las más representadas entre los miembros de este colectivo.

La página web Nomad List sitúa Barcelona en el 10º lugar del ranking mundial de destinos preferidos por los nómadas digitales. Sin embargo, no disponemos de información estadística oficial sobre cuántos son: a Nomad List aparecen poco más de 500 registrados, mientras que CODINO, una comunidad virtual de nómadas digitales en la ciudad, tiene casi 1.900 registros. Tampoco tenemos mucho conocimiento sobre dónde y cómo viven en nuestra ciudad y entornos y cuál puede ser su incidencia sobre el mercado de la vivienda o el laboral.

Lo que sí sabemos es su visión de la ciudad. Entre los indicadores que utiliza Nomad List, y en base a la información proporcionada por las más de 60.000 personas que están registradas, hay que remarcar que Barcelona es la tercera ciudad más cara entre las 50 primeras, siendo New York (nº 46 del ranking global) y Londres (nº 28) la primera y segunda en este indicador, respectivamente. También llama la atención el único semáforo rojo (aparte de lo que esporádicamente puede mostrar del clima), que corresponde a la percepción sobre la tolerancia racial. En la parte positiva, destacan las altas valoraciones de aspectos como la caminabilidad, el entorno para las startups o el nivel de los hospitales.

Como resulta inevitable, de nuevo un movimiento que apareció como una propuesta de vida alternativa ha mercantilizado y está generando un incipiente negocio a su alrededor. Desde las plataformas que ayudan a planificar y organizar los desplazamientos, como Remote Year o Hacker Paradise, hasta Remote Jobs, una de las páginas que hay que visitar para explorar oportunidades de trabajo adaptables a esta forma de vivir, pasando por el nuevo concepto de coworking + alojamiento que ofrecen Roam, Selina o Nomad House, y ya en Barcelona, Coworkation o a Landing Pad.

Tan prometedor s'albira aquest negoci que WeWork, la gegant nordamericana dels coworkings (que ja ha desembarcat a Barcelona), està expandint ràpidament WeLive, la seva xarxa de coliving, i ha començat a desenvolupar unes escoles de primària que, sota el nom de WeGrow, no només volen contribuir a formar les noves generacions en una nova cultura del treball, sinó que es preveu que s'acabin conformant complexos WeWork+WeLive+WeGrow en els que es pugui portar a terme una forma molt particular de conciliació en la que el lloc de treball es trobi al centre, i de pas, obrir el món del nomadisme digital a les famílies. Es tracta d'una versió del trencament de barreres entre vida professional i personal/familiar més sofisticada que la que va desvetllar-se que es donava a Silicon Valley fa uns anys (on, per exemple, persones empleades de Google dormien en caravanes per poder realitzar jornades de 90 hores setmanals), però igualment preocupant.

Tan prometedor vislumbra este negocio que WeWork, la gigante norteamericana de los coworking (que ya ha desembarcado en Barcelona), está expandiendo rápidamente WeLive, su red de coliving, y ha comenzado a desarrollar unas escuelas de primaria que, bajo el nombre de WeGrow, no sólo quieren contribuir a formar las nuevas generaciones en una nueva cultura del trabajo, sino que se prevé que acaben conformando complejos WeWork + WeLive + WeGrow en los que se pueda llevar a cabo una forma muy particular de conciliación en la que el puesto de trabajo se encuentre en el centro, y de paso, abrir el mundo del nomadismo digital a las familias. Se trata de una versión de la rotura de barreras entre vida profesional y personal/familiar más sofisticada que la que desveló que se daba en Silicon Valley hace unos años (donde, por ejemplo, personas empleadas de Google dormían en caravanas para poder realizar jornadas de 90 horas semanales), pero igualmente preocupante.

Estas transformaciones del mercado laboral, evidentemente, no tienen que ver sólo con el nomadismo, sino que afectan en general al conjunto de la economía digital. Ahora bien, las personas que viven en la itinerancia permanente tendrán más difícil participar de los intentos incipientes de organización de las personas que trabajan bajo las reglas de la gig economy y la 'economía-bajo-demanda' (como, por ejemplo, este sindicato británico) quedando, por tanto, más desprotegidas.

Aunque el trabajo freelance es la fórmula general y el espacio de coworking es el hábitat esencial, un caso particular de nomadismo digital que habría que estudiar es el de las personas que acceden a trabajos por cuenta ajena, pero que deliberadamente piden contratos de corta duración (o simplemente, abandonan el trabajo transcurridos unos pocos meses) para continuar con sus planes de viaje alrededor del mundo. No en vano, como señalaba en un artículo anterior muchas empresas de la economía digital se están ubicando en espacios de coworking, lo que les permite atraer e integrar temporalmente este 'precariado voluntario itinerante'.

Asimismo, la naturaleza de esta forma de trabajar y el hecho de que en muchas ocasiones son precisamente otros expats (expatriados) quienes crean las infraestructuras necesarias, dificulta conectar con la sociedad y la economía local. Las consecuencias negativas de esta falta de integración son más notorias en ciudades donde las diferencias económicas, sociales y culturales entre los que llegan y la población local son mayores, pero no deja de ser en nuestro caso un elemento más a analizar y, en su caso, corregir.

Otro ámbito sobre el que hay que disponer de más información y articular políticas adecuadas es el del cumplimiento de las obligaciones fiscales y laborales de los nómadas digitales: qué impuestos y qué seguridad social debe pagar una profesional brasileña que traduce durante cinco meses desde Barcelona textos al chino para una empresa de Atlanta que pertenece a un grupo coreano? Aunque pueda existir una respuesta adecuada a esta pregunta desde el punto de vista legal, la realidad dice que la falta de conocimiento y, por tanto, de control sobre este tipo de prácticas laborales es la tónica general.

Finalmente, y en el caso de Barcelona es especialmente importante, habría que conocer con detalle cuál es la incidencia del fenómeno sobre el mercado de la vivienda. Pese podemos considerar tanto el nomadismo digital como el coliving aspectos aún de impacto menor frente a otras como el turismo, es importante no perder de vista su desarrollo, sobre todo en zonas fuertemente sensibles de la ciudad que, lógicamente, son también las más atractivas para instalarse.

En definitiva, Barcelona no es sólo una ciudad atractiva para las empresas de la economía digital, sino que también lo es, y mucho, para las personas que se dedican profesionalmente a ello. Sólo así se explica la situación privilegiada en rankings como el de Nomad List sabiendo que el coste se encuentra foráneo por encima del de la mayoría de ciudades que aparecen. Hacer de esta cuestión un factor positivo de desarrollo para el conjunto de la metrópolis pide, una vez más, analizar el fenómeno con mayor profundidad y articular políticas públicas adecuadas.

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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