Ni eléctrico ni de combustión. La clave de la movilidad del futuro es el cambio de reparto modal, señores! (todo el resto de las personas ya lo saben)
El futuro de la movilidad, si la queremos eficiente y sostenible, es el de la democratización de todas las infraestructuras y modos de transporte
- Nel·la Saborit - Gabinete técnico del PEMB
- Irene Navarro - Gabinete técnico del PEMB
- 08-07-2020
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Si en vez de hablar del transporte de personas hablamos del transporte de mercancías, sería muy extraño encontrar debates públicos o foros de discusión en los que se contrapusiera la idea de: ¿Qué es más sostenible, un camión a media carga, eléctrico, que realiza un viaje al día o un camión completamente cargado, de motor de combustión, que está en funcionamiento el máximo de horas posible? No hay duda, ¿No? En términos de transporte de personas, no hay nada más ineficiente que mover 1.300kg de vehículo para desplazar una persona de 70 kg y que, además, está el 90% del tiempo parado.
La energía eléctrica producida actualmente en la Península Ibérica no proviene de fuentes renovables en su totalidad. Los datos muestran que la producción de casi el 40% de la energía eléctrica que se consume en el sistema eléctrico peninsular supone un 20% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en el Estado Español. Podemos concluir entonces, que el transporte electrificado también contamina, y que será necesario, por lo tanto, hacer frente a la transición energética de manera inmediata si queremos hacer frente a la emergencia climática.
Porcentaje de la producción según fuente para la cobertura de la demanda eléctrica peninsular en 2018. Fuente: REE
Ahora que se movilizaran tantos recursos a través del Green New Deal europeo o de la Agenda Verde Catalana, desde el PEMB, y mediante el proceso Barcelona Demà para la construcción de la estrategia Compromís Metropolità 2030, apuntamos la oportunidad del momento para acelerar esta transición energética.
Está claro que en términos de qué combustible es mejor para los medios de transporte, la respuesta es el eléctrico. Sobre todo, si la energía proviniera de energías renovables, dado que se reduciría el foco de emisiones en la ciudad, con los efectos positivos que esto conllevaría, además, para nuestra salud. No obstante, el debate sobre el futuro de la movilidad debe huir de la falsa discusión sobre si eléctrico o de combustión. El futuro de la movilidad sostenible tendrá que pasar por la reducción del número de desplazamientos totales y por que estos desplazamientos se realicen de la manera más eficiente y sostenible posible, ya que, como mínimo hasta que toda la electricidad no se genere con fuentes renovables, su producción seguirá contribuyendo al cambio climático, aunque podamos reducir la contaminación en la ciudad. Por otra parte, otros aspectos como la ocupación del espacio público por parte de los vehículos, o el incremento de partículas por el efecto del roce rueda-calzada o el desgaste de las pastillas de freno no mejoraría, incluso todo lo contrario, con una sustitución del parque automovilístico hacia lo eléctrico.
Entonces, ¿Cuál es la forma de conseguir esta movilidad futura?, pues la democratización del acceso a los servicios y a los desplazamientos. Democratización que pasa por dos ejes fundamentales. En primer lugar, es necesario limitar la necesidad de transporte de los ciudadanos y ciudadanas y de los bienes de consumo. Este reto a nivel metropolitano se abordará en la futura estrategia metropolitana a través de la disminución de la movilidad obligada y la minimización de la logística absurda, y potenciando entornos en los que se puedan encontrar todos los servicios esenciales para la vida en un radio reducido y en los que los alimentos y los bienes de consumo sean de proximidad. En París lo llaman la ciudad de los 15 minutos, concepto que desarrolla Carlos Moreno y que viene siendo descrito desde hace años por el urbanismo feminista o por el estudio sobre vitalidad de la ciudad dirigido por Carmen Miralles. Una planificación urbana y laboral que también es fundamental para poder garantizar la conciliación con la vida y los cuidados, eso que llamamos la movilidad no obligada o cotidiana.
Pirámide de la movilidad sostenible. Fuente: barnabici.blogspot.com
En segundo lugar, debemos hacer los desplazamientos lo más sostenibles y eficientes posible, y éste sí que ya es un debate propio de la gestión del transporte. ¿Cómo? Aplicando la pirámide de la movilidad y la infraestructura sostenible, aquella que prioriza el transporte no motorizado -peatones y ciclistas-, y el transporte público colectivo o compartido (sharing) en relación al transporte privado. Esta nueva manera de planificar -no sólo los espacios puramente urbanos, calles y avenidas, si no también las grandes infraestructuras viarias-, y de jerarquizar los modos de transporte hace que se tenga en cuenta a toda la población.
Y es en la democratización del espacio y el transporte donde se encuentra la clave de todo. Ya que al uso masivo del espacio por parte del vehículo privado motorizado hay que añadirle el sesgo en materia de género, condición socioeconómica, origen, edad y capacidades que se da en el uso de éste. Son las mujeres, las personas migradas, las personas con capacidades diversas, con movilidad reducida, los y las jóvenes, las personas mayores y los niños y niñas los que se mueven de manera más sostenible. Es por ello por lo que será necesario forzar al colectivo (minoritario) que no hace uso de la movilidad sostenible, los conductores de vehículos privados, a compartir el gran espacio que usa con el resto de la ciudadanía. En esta dirección, ahora es el momento en que hay que poner sobre la mesa el debate de la integración o reconversión de las vías de alta capacidad de la región metropolitana de Barcelona. Una reconversión que pasa por la inclusión del autobús y de la bicicleta en estas infraestructuras.
Anuncio de General Electric en 1940 NY en el que se compara el espacio ocupado por un transporte colectivo con el espacio ocupado por las mismas personas en el caso de ir en coche
Como nos sucederá en muchas de las transiciones que tenemos por delante, no será únicamente la tecnología quién las vehiculará. Evidentemente los avances en movilidad eléctrica vinculados al incremento de fuentes renovables son y serán imprescindibles, pero sólo cuando les sumemos un cambio de paradigma social, de consumo, de uso del espacio y de concepción de la ciudad y de la propia movilidad, es cuando podremos hablar de transición hacia la movilidad sostenible del futuro.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.