Mucho ruido...¿por algo? De las declaraciones de emergencia climática a las movilizaciones por el clima

En los últimos meses, desde que en mayo la Cámara de los Comunes británica hiciera el primer paso, el número de declaraciones de emergencia climática no ha parado de aumentar. A finales de septiembre la web Climate Emergency Declaration tiene registrado un nada despreciable número de 1.034 declaraciones en 19 países, hechas desde diferentes jurisdicciones. El incremento del eco mediático, con el seguimiento de la joven Greta Thunberg, las diferentes movilizaciones sociales, sobre todo huelgas estudiantiles convocadas por Fridays for Future, y las campañas para una mejor cobertura por parte de los medios de comunicación, como Covering Climate Now que también se ha podido seguir a TV3 esta última semana, es también evidente… ¿Qué ha cambiado por y en la lucha contra el cambio climático la adopción del término 'emergencia'? ¿Qué significa hacer una declaración de emergencia climática?

Imagen de recurso de una de las mobilizaciones por el clima

El cambio climático es uno de los retos más importantes del siglo XXI. Es un fenómeno inequívoco tal y como se evidencia ya con el aumento del promedio mundial de la temperatura, aproximadamente de 1ºC respecto la temperatura de la época pre-industrial. Como consecuencia: el deshielo de glaciares, el aumento del nivel del mar, pérdidas de biodiversidad y el incremento de fenómenos meteorológicos extremos (sequías, lluvias torrenciales, etc.), entre otros efectos, que se están empezando a demostrar como fenómenos consecuencia de este aumento de temperatura a escala planetaria.

El Acuerdo de París, firmado el 2015 durante la COP21, supuso la adopción de retos ambiciosos en cuanto a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de limitar el incremento de temperatura mundial bajo los 2ºC, e intentando no sobrepasar la 1,5ºC para no hacer más extremos los cambios que provocarían la inhabitabilidad de ciertas partes del planeta. No obstante, el objetivo asumido ya como complicado, puede ser insuficiente. El Informe Especial sobre el Calentamiento global de 1,5ºC del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, según siglas en inglés) publicado en octubre de 2018, alertó de la situación de emergencia, evidenciando que seguir con el ritmo actual de emisiones, el calentamiento del planeta superará los 1,5ºC entre los años 2030 y 2052. Pero no sólo eso, si no que de llegar a un aumento de 2ºC el incremento de los riesgos para los ecosistemas y los servicios ambientales que proporcionan (abastecimiento de agua, seguridad alimentaria, calidad de vida, etc.) sería mucho mayor de lo que proporcionalmente podría ser respecto un incremento de hasta 1,5ºC. Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC, afirmó que, de mantener la temperatura por debajo de 1,5ºC y no 2ºC, se reduciría en un 50% la población sometida a un estrés hídrico. En resumen, tenemos menos margen y menos tiempo para actuar.

Este informe del IPCC, hizo saltar muchas y muy diversas alarmas. Movimientos como Fridays for Future o Extincion Rebellion, entre otros, sumados al trabajo de muchos años de organizaciones como Greenpeace, o de Justicia Climática, a escala local, han salido a la calle para reclamar respuestas urgentes a los gobernantes que permitan hacer frente al riesgo que nos amenaza.

Reconociendo el trabajo de los movimientos ecologistas que desde hace años luchan por el medio ambiente, no quisiera dejar de destacar estos nuevos movimientos liderados en buena parte por gente joven y con una filosofía marcadamente ecofeminista. Siguiendo el ejemplo de Greta Thunberg y sumando esfuerzos con otros colectivos, la movilización de la población más joven está siendo contundente, y con un mensaje claro: la falta de acción para frenar la crisis climática está poniendo en riesgo, ya desde hoy, la calidad de vida de las generaciones futuras. Por lo tanto, se exige esta responsabilidad transgeneracional con el planeta, con acciones concretas, efectivas y rápidas.

Justamente, y con motivo de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima convocada para el 23 de septiembre por parte de su secretario general, António Guterres, con la intención de que los estados se comprometan a acelerar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, estos colectivos han convocado una semana de movilizaciones que culminarán el día 27 en la primera 'huelga por el clima', para reclamar la acción contundente y el cambio de rumbo de las políticas, que deben tener en cuenta el mundo que dejamos a las generaciones futuras.

'Buscamos salvaguardar nuestro futuro, puesto ahora mismo en cuestión. Basta de miedos electorales, de medidas a corto plazo y de engaños oportunistas. Exigimos el derecho a la vida: somos la naturaleza se defiende a sí misma'Texto que concluye el Manifiesto por la huelga mundial por el clima

Y con este escenario, ¿cuál es la respuesta política? ¿Cómo encajan las declaraciones de emergencia climática?

Desde el cambio de nombre de concejalías (Barcelona tiene ahora una Concejalía de Emergencia Climática y Transición Ecológica, y el Ayuntamiento Valencia dispone de un Área de Ecología Urbana, Emergencia Climática y Transición Energética) hasta las declaraciones de emergencia climática, administraciones a diferentes escalas han adoptado el concepto 'emergencia' para referirse al cambio climático. Concepto que apela a aquellas situaciones de riesgo, a menudo por fenómenos naturales, donde hay que disponer de un plan de actuación para, como ciudadanía o sociedad, no sucumbir y convertirse resiliente, tal y como hace referencia Amaranta Herrero al artículo 'Emergencia climática: significado y evolución de una demanda global' publicado el 23 de julio en La Directa. Así, podemos asumir que la situación de riesgo queda reconocida, y por tanto también la necesidad de desarrollar una estrategia para hacerle frente. Pero, y por ahora, no parece que esté siendo exactamente así. Según Herrero, en los últimos meses hemos sido testigos de declaraciones de emergencia climática que más bien parecen 'puro postureo institucional'. Repasando brevemente algunas de las declaraciones que nos son más cercanas, vemos que son quizás todavía demasiado abstractas, y enfocadas principalmente a la priorización de planes, cumplimiento de normativas existentes e impulso de políticas ya planteadas. Si tenemos en cuenta que, por ejemplo, aún no se han puesto en funcionamiento los impuestos sobre las emisiones de coches, empresas y barcos previstos en la Ley de Cambio Climático, aprobada en agosto de 2017 y que se marcaba en 2019 como año de puesta en funcionamiento de estas tasas, tal vez no es baladí que las declaraciones lo incorporen, ahora bien, ¿no sería necesario ya ir más allá?

Una medida que adoptan diversas declaraciones es la propuesta de creación de grupos de trabajo y mesas participativas transversales para definir de forma colaborativa los planes de actuación y las medidas a implementar, así como hacerles seguimiento. Por ejemplo, este es uno de los pilares de la propuesta presentada por el Ayuntamiento de Barcelona el pasado 10 de julio de 2019, que pretende declarar la emergencia climática en enero de 2020 después de la co-creación del plan de acción que en este caso debe acompañarla. Sant Cugat es otro ejemplo de localidad que contará con una Mesa de Trabajo Participativa para la emergencia climática.

¿Serán las declaraciones reconvertidas en verdaderas estrategias para poder alcanzar el reto de reducir las emisiones hasta un 100% de balance neto en el 2050? ¿Serán los canales por los que se puedan vehicular políticas públicas atrevidas y valientes que hagan de lobby para hacer frente a la crisis climática? La experiencia pesimista me dice que no, pero algo se está moviendo y está removiendo conciencias. La juventud de hoy, mucho más conectada, preparada y con una mayor percepción de la noción de colectividad y de creación de un futuro optimista de forma conjunta, aunque con los pies en el suelo y conscientes de que de no hacer nada tendemos al colapso (apreciaciones que saco tras una conversación con dos personas representantes de Fridays for future Barcelona) tiene mucho que decir. Sus hábitos de consumo, estilo de vida y, en definitiva, preferencias políticas, determinarán, ya desde hoy, como se convertirá el cambio de paradigma.

Desde el PEMB somos conscientes de que para que nuestras acciones sean oportunidades, necesitamos una estrategia con retos y acciones concretas, pero que nunca pierda de vista el conjunto, la interrelación y la complejidad del mundo en que vivimos. Una estrategia que además debe ser compartida, ya que de poco nos servirá que cada municipio o ciudad haga su propia declaración y su plan, hay que coordinar un trabajo conjunto a escala de región metropolitana y más allá, si realmente queremos cambios significativos. No vale declarar la emergencia climática y al día siguiente aprobar un proyecto que va en la dirección totalmente contraria, o bien reformular los objetivos y los plazos conforme no se alcanzan o externalizar a otras regiones o países 'nuestros males'. No tenemos tiempo y únicamente los 'pequeños cambios' ya no son suficientes. Más nos vale no hacernos trampas al solitario, y como hace pocos días dijo Greta Thunberg en una reunión de la task force por la crisis climática del Senado de EEUU: 'I know you are trying but just not hard enough. Sorry'. Así que sí, seguimos, pero ya no intentándolo, si no haciéndolo, y desde hoy para mañana y por la generación futura.

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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    1 comentario:

    Pep - 26/09/2019 a las 11:09:32.

    Contaminació atmosfèrica...

    Fa uns mesos el Pedro Sánchez va dir que permetrá a la industria automovilística seguir produint vehicles de Gasoil i benzina.... jo li diría... Molt bé que es fabriquin, pèro a Espanya NO PODEN CIRCULAR aquest vehicles, que els exportin TOTS ELS QUE FABRIQUIN AL EXTRANJER !!! Espanya país net, qui vulgui un vehicle, ELÈCTRIC !! Perque sino seguin amb la mateixa HIPOCRESÍA de sempre, de posar els diners DAVANT de la salut de la gent !!!

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