Movilizándonos
- David Rodríguez - Secretario técnico del PEMB
- 25-02-2020
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Mayo de 2007. En aquellas fechas abría sus puertas el salón Construmat, en aquellos momentos la joya de la corona de Fira de Barcelona, y que había llegado a ocupar la totalidad del histórico recinto de Montjuïc y también el de Gran Vía. También por aquellas fechas, se anunciaba que el Bread & Butter se asentaría definitivamente en Barcelona, desbancando a Berlín, lo que se consideró un éxito. Y poques semanas antes había cerrado la edición anual del 3GSM Barcelona, un congreso que hacía poco había aterrizado procedente de Cannes, donde había quedado pequeño, y del que ya se estimaba que dejaba cerca de 150 millones de euros en la ciudad.
Una década después, las cosas habían cambiado radicalmente. Como consecuencia de la fuerte crisis de la construcción, el Construmat se tuvo que redimensionar y se ha convertido en el Barcelona Building, con una superficie expositiva ocho veces inferior a la de 2007. El Bread&Butter, que se marchó a Berlín el año 2009, ya forma parte de la historia. En cambio, el Barcelona 3GSM, que ya había mutado en el Mobile World Congress, se había convertido no sólo el buque insignia del recinto ferial, sino uno de los iconos de la vida económica de una ciudad que, después de muchos años de buscarlo, respiraba globalidad.
Y precisamente ha sido la globalización la que ha generado la tan temida cancelación del evento, algo que ni las huelgas de metro, ni los problemas con los taxis y los VTC, las incertidumbres políticas, o cuestiones de seguridad habían podido conseguir. Un virus de gripe concentrado en una región de China, o quizás mejor dicho, el virus del miedo, activó las alarmas de numerosos expositores, temerosos de enviar delegaciones que pudieran acabar infectadas por una hipotética extensión del brote. El goteo de bajas hacía inviable poder desarrollar un congreso con las mínimas condiciones, y hacían inevitable la cancelación, lo que se produjo el pasado miércoles 12 de febrero por la noche.
Es indudable el efecto económico negativo que tendrá esta cancelación a corto plazo. El MWC es el evento ferial más importante que desarrolla Feria de Barcelona a lo largo del año, representando cerca de un 30% de su facturación. Si tenemos en cuenta de que el impacto económico del conjunto de la actividad de Feria de Barcelona representa el 1,5% de la economía de la ciudad, tanto por la actividad directa, como el gasto indirecto o inducido, ya podemos intuir que no estamos hablando de cifras menores.
Según estimaciones de los organizadores, el MWC genera un impacto directo e indirecto cercano a los 500 millones de euros, de los cuales 209 lo son de manera indirecta, afectando sobre todo a hostelería, restauración y transporte. Asimismo, y de manera nada despreciable, el Mobile genera temporalmente alrededor de 13.000 puestos de trabajo adicionales.
Además de las cifras absolutas, hay que tener también presente el impacto cualitativo. Situado en un mes donde no había tradicionalmente actividad ferial destacable, y en temporada baja turística, había sido el principal motor de la tan deseada desestacionalización de la actividad. El año 2019, el ingreso medio por habitación disponible en los hoteles del Barcelonès se situó en casi 100 euros, frente a los 90 del mes de marzo y los pocos más de 62 euros de enero.
Finalmente, y no menos importante, es el desigual reparto de los costes derivados de la cancelación. Se previsible que una parte importante terminen soportados por pequeños proveedores (directos o indirectos) o personas en busca de trabajo, los cuales se verán totalmente perjudicados por el hecho de no poder facturar o no haber entrado en vigor sus contratos.
Los efectos a largo plazo de esta decisión, pero pueden acabar siendo neutrales e incluso positivos, dependiendo de la estrategia que se quiera seguir.
El 3GSM comenzó como una feria importante, pero con un nivel de interacción con la ciudad relativamente bajo, más allá de las clásicas actividades asociadas a los congresos. Este hecho la hacía especialmente deslocalizable si los servicios ofrecidos en la ciudad se consideraba que no estaban a la altura, o si otra ciudad hacía alguna oferta irresistible a la entidad organizadora.
Afortunadamente para Barcelona, el coste de cambio (switching costs) ha aumentado de manera exponencial durante estos años. Cada vez más el Mobile forma parte de la vida de las ciudades de Barcelona y de L'Hospitalet de Llobregat, al tiempo cada vez es más difícil que se acepte un cambio de destino si no es por una razón de peso. Hay quien vincula el declive del Bread&Butter precisamente al hecho de haber marchado de Barcelona, a pesar de que el arraigo de este evento no era, ni de lejos, el que tiene actualmente el MWC.
Los eventos o congresos satélite han sido un punto de conexión con el entorno local, tanto o más importante que el propio congreso. El primero de ellos, creado en 2014, fue el 4YFN, orientado a ofrecer una plataforma de activación y aceleración de ideas de negocio y del que se beneficia en buena parte el tejido emprendedor local. De celebrarse de manera independiente, el 4YFN sería un salón de gama media de los que celebra la Feria, con 25.000 asistentes, y 800 exhibidores/startups. También más recientemente ha lanzado un proyecto conjunto con el Sonar, llamado Xside, que pretende unir el mundo del emprendimiento digital con las artes y la creatividad. Finalmente, también cuenta con un evento orientado a jóvenes interesados en las ciencias, la tecnología o el diseño (Yomo).
Esta capilarización de las actividades del Mobile también se ha extendido a la ciudadanía, mediante el Mobile Week, un programa de actividades diversas para conectar (nunca mejor dicho) a la ciudadanía con los nuevos retos y oportunidades que brinda la revolución digital. Desde el PEMB hemos apoyado esta iniciativa desde el primer día, impulsando su descentralización, y ofreciendo diversas miradas a estos retos.
Tampoco hay que olvidar que durante estos años, y con el Mobile de fondo, ha arraigado un potente ecosistema tecnológico en la ciudad, y que bajo el cobijo de la Barcelona Tech City, una iniciativa surgida a principios de la pasada década, puede acabar generando eventos con vida propia y con un impacto más allá de nuestras fronteras. Precisamente ha sido esta organización la impulsora, en un tiempo récord, de la Tech Spirit Barcelona, un evento que sustituye una parte importante del 4YFN.
Finalmente, una apreciación: los riesgos que podrían existir de que una ciudad acabara haciendo una oferta económica difícil de seguir (como ha pasado, por ejemplo, en eventos deportivos) se han reducido drásticamente con una cancelación por causas exógenas que, además, es previsible que vayan in crescendo en los próximos años, tanto para la emergencia climática como por la globalización de los flujos de personas y de mercancías. El colapso del tráfico aéreo europeo durante algunas semanas como consecuencia de las erupciones del volcán islandés Eyjafjallajökull la primavera de 2010 es un ejemplo para retener.
Las lecciones aprendidas (o recordadas)
El shock derivado por la cancelación del MWC de este año es el segundo que tenemos en pocos años, después del atentado terrorista de agosto de 2017. Ambos han puesto a prueba la resiliencia económica de una metrópolis donde a menudo ha habido la crítica a un supuesto monocultivo de las actividades turísticas y asimiladas.
Es evidente que hay que evitar en la medida de lo posible depender en exceso de un sector o actividad, y que, en determinados momentos, el MWC ha tenido un peso anormalmente elevado en la vida económica de la ciudad, con los riesgos e hipotecas que conlleva. Ahora bien, también hay que recordar que este debate no existiría si el Mobile no hubiera terminado de calar en Barcelona. Y si lo hizo fue tanto por el hecho de existir unas infraestructuras (feriales, pero también hoteleras y aeroportuarias) que permitían la celebración, pero también porque hubo unos equipos profesionales que detectaron la oportunidad que brindaba el evento, e hicieron todo lo posible para que este se instalara en Barcelona y se acabara quedando.
Evitar excesivas dependencias pasa por un proceso de renovación continua, donde en muchos casos hay que tomar decisiones sentimentalmente difíciles, y donde la probabilidad de fracaso es elevada. Años atrás, por ejemplo, se quiso dar un nuevo impulso a los acontecimientos vinculados al mundo de la moda, lo que conllevó el fin de un acontecimiento histórico, como era la Pasarela Gaudí. Como ya se ha mencionado, el Bread&Butter, acontecimiento que venía a representar su relevo, terminó marchando a Berlín a raíz de una oferta imbatible de las autoridades locales. Y el evento que lo sustituyó, The Brandery, sucumbió al cabo de poco tiempo, víctima de una crisis que hizo imposible su arraigo.
La apuesta por el turismo de congresos sigue siendo una buena estrategia, a pesar de todo. Se trata de un sector donde Barcelona está desde hace muchos años muy bien posicionado internacionalmente y donde el impacto económico es más que notable. En términos de gasto extrahotelero (excluyendo el ticket de acceso al congreso) por visitante y día, ésta se sitúa en 188,69 €/día, según datos del último informe sobre el mercado congresual en Barcelona, una cifra que dobla el gasto medio diario del conjunto de turistas en Barcelona. Asimismo, el grueso de estas actividades se produce fuera de la temporada punta de turismo en la ciudad, lo que ayuda a diversificar la demanda. Ahora bien, habrá que ver si hay y cuáles son los efectos de la creciente concienciación del calentamiento global que, unido a posibles riesgos sanitarios o de carácter sociopolítico, podría conllevar un cambio de modelo en ferias, congresos y convenciones.
Finalmente, estos días se ha vuelto a ver, aunque sea momentáneamente, uno de los principales elementos del 'Modelo Barcelona': la búsqueda de amplios consensos en grandes decisiones. Fruto de estos, concretados en el Plan Estratégico Económico y Social Barcelona 2000 y posteriores, supimos darle la vuelta en su momento una tendencia económica que nos habría llevado a la irrelevancia y probablemente a una ciudad menos próspera y cohesionada. Generar consensos, sin embargo, no significa la aceptación acrítica de propuestas, sino encontrar puntos de unión desde las lógicas discrepancias. Partiendo de estas dos premisas esperamos pronto contar con un instrumento que, con la experiencia que brindan más de 30 años, nos permita hacer frente a los grandes retos y oportunidades que nos presenta la década que ahora comienza.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.