Los equipamientos comunitarios, pilares de la cohesión
Metrópoli Cohesionada
- Lucia Zandigiacomi
- Javier Fraga
- 20-04-2022
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El sistema de equipamientos comunitarios debe ser uno de los pilares sobre los que garantizar el derecho a la ciudad en condiciones de igualdad y de forma equitativa. Sin embargo, la universalidad en la prestación de los servicios requiere una estandarización de los criterios de cobertura que no siempre responde a las necesidades específicas de las comunidades a las que dotan. Por otro lado, la forma en que los equipamientos contribuyen a la cohesión social y urbana tiene que ver también con las relaciones que son capaces de construir con su entorno, en lo que se refiere a la relación con el espacio público, los sistemas de movilidad o puesta en valor del patrimonio cultural.
Para impulsar este papel que juegan los equipamientos en la construcción de ciudades más cohesionadas, proponemos aproximarnos a cada elemento desde la escala del barrio (el ámbito de la cotidianidad y de la proximidad, de la deliberación ciudadana y colaborativa) para integrarlo en una reflexión a escala metropolitana sobre cómo contribuyen al equilibrio territorial.
La contribución de los equipamientos a la cohesión de la metrópoli
Equipamientos y cohesión urbana
Relación con el espacio público, accesibilidad con el transporte público y relación con las redes, contribución al grado de habitabilidad de la ciudad.
Las dotaciones y la ubicación de los diferentes equipamientos contribuyen de forma decisiva a caracterizar los diferentes tejidos, y esta relación se puede leer a dos escalas: una escalera metropolitana y una escalera local.
Equipamientos metropolitanos del AMB, de acuerdo con el vigente PGM (clave 7c) . Fuente: elaboración propia (cooperativa Raons) a partir de datos del MUC.
A escala metropolitana, los llamados equipamientos metropolitanos (clave 7c del Plan General Metropolitano) relacionan los tejidos entre ellos, equilibran los grandes polos de actividad y contribuyen a generar la metrópoli policéntrica y desconcentrada que ha demostrado ser la más eficiente y socialmente más justa.La distribución de estas piezas, fuertemente relacionadas con las grandes infraestructuras de comunicación (puerto, aeropuerto, líneas de ferrocarril o grandes autopistas urbanas), se aleja de los tejidos más consolidados del centro de la ciudad de Barcelona para distribuirse en la primera periferia de la llanura del Llobregat y del Vallès.
Pero es en la escala local cuando el sistema de equipamientos comunitarios juega un papel más destacado en el fomento de la cohesión social, más allá de los servicios que prestan: la forma en que estas instalaciones se relacionan con su entorno puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas a las que proveen. Tener equipamientos diversos y de calidad en un ámbito abordable a pie es imprescindible para posibilitar la conocida como“ciudad de los 15 minutos”, una aproximación a la planificación urbana que potencia los vínculos comunitarios a escala doméstica (podemos encontrar algunas reflexiones en este dossier de “Barcelona Metropolis”). Por otra parte, un sistema de equipamientos bien relacionado funcional y simbólicamente con el sistema de espacios libres genera espacios más saludables, seguros y, en definitiva, 'vivibles'(el movimiento ciudadano Revuelta escolar ha puesto de manifiesto la urgencia de abordar actuaciones como el proyecto Protegemos las escuelas para garantizar que los entornos de los equipamientos educativos sean espacios pacificados, saludables y seguros). Por último, la conectividad con el transporte público y el grado de accesibilidad con medios de movilidad activa(a pie, en bicicleta o vehículos de movilidad personal) es imprescindible para impulsar el cambioen la forma de entender la movilidad urbana: si la red de comunicaciones ha priorizado históricamente los desplazamientos en vehículos a motor, los equipamientos comunitarios pueden funcionar como los nodos de una red caminable que articule la nueva estructura urbana de proximidad y sostenible.
Equipamientos y cohesión social
Valor simbólico y valor patrimonial comunitario, uso y percepción cotidiana, encauzamiento de propuestas y reivindicaciones.
Los equipamientos comunitarios juegan un papel primordial en la cohesión social, tanto desde la perspectiva de las personas (por su potencial como herramienta de inclusión desde la diversidad cultural, laboral y educativa) y de la comunidad (con la generación de espacios de construcción de vínculos). Recomendamos, para profundizar en esta cuestión, consultar el estudio de la red de bibliotecas realizado por la Diputación de Barcelona en 2014, consultable en este enlace.
Es importante aproximarse a los equipamientos desde los ojos de las personas que los utilizan, puesto que son espacios con un alto valor simbólico para la comunidad a la que dan servicio. Fruto en muchas ocasiones de reivindicaciones y luchas por conseguir los estándares de dotaciones negados por procesos especuladores o de urbanización precaria, la mejora de la provisión de servicios culturales, educativos, sanitarios o deportivos va históricamente ligada a la conquista del derecho a la ciudad . Junto al espacio libre (parques, plazas y espacios abiertos urbanos de calidad), los equipamientos son los espacios en los que construir la vida en comunidad, en los que compartir conocimiento y experiencias y que complementan los espacios privados favoreciendo la vida comunitaria. Además, en ocasiones también los equipamientos se ubican en espacios con valor patrimonial que condensan la historia de las distintas comunidades,
Por último, la necesaria mixtura entre actividades y personas diferentes, base de la cultura urbana mediterránea tradicional, debe tener su correspondencia en la forma en que se interrelacionan los equipamientos y los servicios. La manzana de equipamientos de Fort Pienc construida en 2003 aglutina en un mismo espacio varios equipamientos públicos dispuestos alrededor de una plaza (un centro cívico, una biblioteca, un mercado municipal, una residencia y centro de día, un jardín de infancia y un CEIP), fomentando el encuentro intergeneracional y favoreciendo el papel social de cada uno de los servicios.
Conclusiones: hacia una planificación colaborativa de los equipamientos metropolitanos
La medida de lo cotidiano
Enriquecer la medida de la cobertura
Es necesario continuar profundizando en la definición de indicadores que reconozcan la complejidad urbana para medir la accesibilidad de los servicios y la cobertura de los equipamientos. Sin embargo, se necesitan también herramientas para incorporar aspectos relacionados con el uso cotidiano de la población, la relación funcional y simbólica de los servicios con el resto de los elementos de la trama urbana o su influencia en el uso del espacio público inmediato. Para ello la planificación debe reconocer la importancia del barrio como escala de partida, este espacio legible y reconocible por sus residentes que permite las relaciones sociales directas y al mismo tiempo “sostiene la variedad de servicios y la diversidad de usos y funciones propias de la complejidad urbana” (Hernández Aja et al., 1997).
Para que la planificación reconozca y potencie la forma en que la población usa y percibe los equipamientos, es importante analizarlos desde su impacto en la mejora de su calidad de vida. Añadir esta aproximación a la clasificación sobre la base de criterios funcionales no tiene por qué poner en crisis la clasificación tipológica estándar, que permite la comparación y extrapolación con otros contextos.
La planificación colaborativa
Incorporar de forma crítica las reivindicaciones sociales
El trabajo de planificación no parte de una sábana en blanco, sino que recoge y reconoce las reivindicaciones ciudadanas existentes para contrastarlas con parámetros cuantitativos, indicadores objetivos y estándares normativos y así contribuir a argumentarlas mejor, a ponerlas en cuestión o incluso en generar reivindicaciones nuevas. Para esto es necesario facilitar canales de comunicación diversos y utilizar materiales rigurosos pero accesibles, de modo que las reivindicaciones y necesidades ciudadanas se puedan incorporar al debate con el rigor necesario para ser consideradas como alternativas válidas en los retos urbanos contemporáneos.
Abordar la planificación de los equipos mediante procesos participativos basados en la deliberación y el análisis compartido de los parámetros urbanísticos contribuye, además, a construir una ciudadanía crítica y con mayor capacidad de influencia en las decisiones sobre su entorno urbano. El trabajo realizado en los barrios de la zona centro del Distrito de Sants-Montjuïc, en Barcelona, demuestra que la planificación colaborativa permite integrar a la ciudadanía en la definición de las estrategias de manera propositiva (documento consultable en este enlace). A escala metropolitana, destaca el esfuerzo que ha realizado el avance del Plan Director Urbanístico Metropolitano por sistematizar, homogeneizar y poner a disposición de la ciudadanía los datos exhaustivos de la red de equipamientos comunitarios, como primer paso para su planificación integrada. En este enlace se puede acceder a esta interesante y completa base de datos de equipamientos metropolitanos.
La escalera de la región metropolitana
Planificar los equipamientos en una compleja realidad metropolitana
Aún existen limitaciones administrativas para abordar este tipo de aproximaciones a la planificación de los equipamientos, puesto que los límites municipales dificultan poder planificar el territorio poniendo en el centro a las personas usuarias.
Esta necesaria reflexión en clave metropolitana nos lleva a pensar las estrategias que pueden desarrollarse para futuras experiencias de planificación. Los avances que supuso el Plan General Metropolitano de 1976 en cuanto a generación de grandes bolsas de suelo de equipamientos y espacios públicos usando en parte un tejido productivo obsoleto deben complementarse con estrategias y herramientas que respondan a la compleja realidad metropolitana actual. En este sentido, las directrices del nuevo Plan Director Urbanístico Metropolitano permitirían tender hacia una gestión de la incertidumbre respecto a los servicios que necesitarán las comunidades, cada vez más cambiantes y difíciles de prever. Los futuros instrumentos de planificación de los equipamientos comunitarios deberían recoger, a partir de principios como la flexibilidad y la adaptabilidad, esta dimensión de incertidumbre. Así entendido, el sistema de equipamientos comunitarios puede funcionar como esta estructura que, garantizando unos estándares mínimos de servicios básicos, abre un campo de desarrollo individual y colectivo a sus habitantes facilitando su participación social, política y cultural en la construcción de la ciudad.
Para saber más, puedes encontrar otros documentos relacionados con la metrópoli cohesionada aquí, donde también podrás consultar el paper original entero de este artículo.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.