La vida entre nosotros/as: facilitación y redes relacionales
- Marta Pons Cabanes - Coordinadora general de Food Coop Bcn
- 18-12-2019
- 230 Lecturas
Cuando coincides de cara con ese vecino o vecina que no acostumbras a saludar, puedes optar por hacer ver no lo/la ves, hablar del tiempo o preguntarle cómo está. En general nos hace falta más valentía para el encuentro con el otro/a; no podemos mantenernos ajenas a las redes relacionales que impactan en nuestras vidas. Sobre todo, si hablamos de hacer políticas desde la colaboración público-privada-ciudadana, es necesaria una mirada sistémica en la que todos los actores estén invitados a la mesa para darle (de verdad) la vuelta a la tortilla.
Uno de los principios del PEMB es el trabajo en quíntuple hélice, esto quiere decir que en los procesos que facilitamos integramos una diversidad de actores clave del ámbito de la administración, la empresa, la investigación y las universidades, la ciudadanía y los medios de comunicación. Este principio de pluralidad y diversidad de actores implica tener presente y actualizado nuestro ecosistema relacional.
J. Levy, alumno de Jung, desarrolló la técnica del sociograma en los años 30. El sociograma es una representación gráfica de las relaciones de un determinado grupo, una especie de radiografía grupal que, en origen, se enfoca a los vínculos de influencia y preferencia. Desde esta perspectiva, la pregunta sería “¿Con quién compartirías mesa?”, “¿Con quién te gustaría trabajar en este equipo?”, o, “¿Con quién te gustaría sentarte en clase?”; con las respuestas a estas preguntas podemos hacer un dibujo relacional que deviene buen punto de partida.
El sociograma se enriquece con la construcción conjunta de conocimiento sobre las relaciones que tiene un proyecto sobre un territorio determinado. Esto supone tener en cuneta la red de actores con los que interactuamos directa o indirectamente. Preguntarnos con quién nos resulta más fácil y con quién más difícil; valorar cuáles son nuestras resistencias, prejuicios y límites para deconstruirlos; y ser capaces de acercarse a aquellos actores más distantes, pero igualmente relevantes. Identificar las bifurcaciones de nuestras trayectorias nos permite trazar nuevos mapas estratégicos.
A menudo nos planteamos como atraer unos u otros actores clave que “echamos de menos”, pero ¿por qué no plantearse también estrategias de acercamiento en las que somos nosotros/as los/las que nos exponemos y hacemos un paso adelante? Más allá de por qué no viene esta o esa entidad o persona, reformular la pregunta: ¿Qué podemos hacer para que venga? En definitiva, la montaña se mueve.
Este acercamiento no quiere decir compartir intereses, eso nos reta y hace necesario identificar tanto los conflictos como las relaciones de poder inherentes en cualquier espacio social. Trabajar en quíntuple hélice, siguiendo con la metáfora, no quiere decir sentarse siempre todos/as en la misma mesa, sino contemplar todas las partes, a veces presentes a veces no, y ver de qué manera se integran.
Desde esta perspectiva, para dar respuestas a la altura que nos requieren retos como la emergencia climática, deberíamos considerar nuestros sistemas relacionales, con sus capacidades y potencialidades de alcance y de impacto. Nos hacen falta imaginarios de combate para defender la vida. En clave de políticas alimentarias metropolitanas, por ejemplo, para hacer valer la alimentación como un derecho universal, plantear algunas cuestiones para la reflexión: ¿Cómo explicar la emergencia climática a mi abuela? ¿Y a mis hijas? ¿Cómo encontrar vínculos entre la conciencia planetaria y la conciencia de clase, género o etnia? ¿Cómo salvar el planeta y llegar a fin de mes? ¿Cómo interpelas y “sentar en la mesa” a quien más contamina?
Las acciones que den respuesta a estas preguntas deben enfocarse a reforzar y dinamizar procesos sociales transformadores, no sólo a resultados; esto significa llegar a más gente y más diversa. Estar dispuestas a abrir la puerta a más gente y más diversa requiere salir de la zona de confort, de los círculos de afines, y probarnos en relaciones y espacios de cocreación donde considerar todas nuestras partes en contradicción. En definitiva, compartir mesa con quién no acostumbramos a hacerlo. Un salto mortal necesario para acortar el abismo entre el decir y el hacer, entre las buenas intenciones y las acciones transformadoras.
Los movimientos de jóvenes que lideran la lucha contra el cambio climático hacen política que llena calles t plazas. Las ciudades, grandes centros de consumo, se han erigido como punta de lanza de este cambio que pasa por replantear los sistemas alimentarios actuales frente a otros más justos, saludables y sostenibles, entre otras medidas urgentes. De todas maneras: el campo se hace oír y pregunta a las ciudades: ¿Cuántos árboles sabríais diferenciar sin su fruto? ¿Cuántas razas autóctonas de gallinas sabríais enumerar? Si no trabajamos para reapropiarnos de las dinámicas de consumo, reforzando la alianza entre pequeño y mediano comercio y los productores/as de proximidad, corremos el peligro de perpetuar el modelo actual, ya que “compramos más verde pero siempre a los mismos”. Esto también implica superar el binomio urbano-rural para conseguir un equilibrio de fuerzas más balanceado en el sistema alimentario. En este sentido, sería necesario un reconocimiento hacia otras luchas que suman por el clima, como por ejemplo el despoblamiento rural. Nos hace falta construir una nueva relación entre la ciudad, el mundo rural y el sector primario que impulse prácticas y proyectos que faciliten el acceso a alimentos saludables y sostenibles y, a la vez, contribuyan a la vitalidad social y económica de la metrópolis de los 5 millones.
Cada vez más iniciativas se suman a la sostenibilidad por moda o convicciones. A menudo, sostenibilidad se asocia a eficiencia de recursos y, por lo tanto, se nos presenta como prima hermana de la economía circular, ambos conceptos igual de confusos y manejables según intereses. Cuando nos llegó la noticia del comedor 360º de la empresa Inditex que apuesta por una red de proveedores km0, cuida el impacto ambiental y controla el desperdicio alimentario; se activaron todas las alertas de “blanqueo corporativo”, pero resignificamos las propias resistencias hacia una oportunidad de testar nuestros vínculos con las grandes empresas y con experiencias de impacto en el sector de la restauración colectiva, ya que el comedor ofrece la nada despreciable cantidad de 4.700 servicios diarios. A menudo, el volumen se presenta como un techo de cristal para la sostenibilidad: ¿A más volumen, menos sostenibilidad? Y, por otra parte, el sector de la restauración colectiva no se reduce únicamente a comedores escolares, queríamos interpelar otros ámbitos como el sociosanitario, los eventos, los comedores sociales y universitarios, los cruceros, las prisiones, etc., donde las administraciones tienen a decir y bastante a hacer.
Así que quisimos vivir de primera mano el comedor 360º y nos desplazamos a Arteixo, donde se ubica la sede central de Inditex (aplicando eso de “la montaña se mueve”). Fruto de la visita, organizamos el 19º desayuno estratégico sobre ‘¿Residuo cero y restauración colectiva? Cómo implementar la sostenibilidad a gran escala', con gran éxito de público y en el que se anunció la implementación de la filosofía 360º en las sedes de Tordera y Palafolls. Ésta es una buena noticia para el impulso económico de los/as productores/as locales, teniendo en cuenta que, en un comedor 360º, entre un 60 y un 80% del producto es de proximidad, entendida en un radio de 100km, y teniendo en cuenta que hay un trabajo de fondo para definir las condiciones de compra-venta y, por ejemplo, Inditex no compra más del 30% de la producción del productor/a, establecen precios/mes, no hay sanciones por causas climáticas o fuerza mayor, se contemplan temporalidades -no hay de todo durante todo el año-, y otras prácticas inspiradoras para dar un apoyo real al sector primario. A principios del próximo año, estamos organizando una comitiva para visitar la experiencia de Arteixo y compartir in situ algunos de los retos para articular la implementación en Tordera-Palafolls, conociendo directamente las personas que hay detrás del proyecto, las personas que hay detrás de cada producto y captar así la red relacional que hace posible todo ello.
Es necesario contemplar que las relaciones también se “construyen” a nivel informal, este nivel es relevante ya que es donde yacen la creatividad y la espontaneidad (difíciles de encontrar en las estructuras sociales y organizacionales) que nos permitirán transitar hacia propuestas relacionales diferentes y transformadoras con los/las demás y con nosotras mismas.
Con el objetivo de explorar nuevas dinámicas organizacionales que integren esta mirada hacia las relaciones y el cuidado de las personas, desde el PEMB, estamos trabajando en la implementación de un espacio de cuidados facilitado por la cooperativa Filalagulla. El espacio de cuidados nos ha permitido profundizar en las relaciones interpersonales, convirtiéndose en un espacio de salud organizacional y de trabajo en equipo, capacitándonos para cuidar esta mirada relacional hacia dentro y hacia fuera. Hacer una buena mediación entre intereses y miradas diversas también es una de nuestras funciones clave para contribuir en una metrópoli menos desigual en el camino de la elaboración del nuevo plan estratégico 2030. ¡Buenos propósitos para el nuevo año!
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.