Después de la COP25, continua la emergencia? La crisis climática en la agenda estratégica

La 25ª Conferencia de las Partes en la Convención sobre el Cambio Climático (COP25) de Madrid ha puesto de manifiesto la falta de acuerdo internacional para hacer frente a la compleja crisis climática. Una COP sin acuerdos, marcada por el consenso científico que “sale de los laboratorios” para hacer transcender la gravedad de la situación, y por la movilización social y joven más importante de la historia. Una COP que pone en evidencia la importancia de actuar, más allá de declarar la emergencia climática, y en la que se constata que es preciso, incluso, aumentar la ambición si no queremos que sea demasiado tarde, pero en la que no se ha alcanzado el consenso necesario. La crisis climática marcará definitivamente la agenda estratégica de los próximos años, de ello somos bien conscientes, y se vuelve imprescindible avanzar decididamente hacia la acción.

COP25 Madrid

El pasado mes de diciembre tuvo lugar en Madrid la COP25 de Chile. Una COP que ya empezó de manera controvertida debido al cambio de sede de última hora para evitar posibles conflictos derivados de las movilizaciones sociales que durante aquellos meses estaban teniendo lugar en las calles de Santiago de Chile, siendo ya éste el segundo cambio de sede después de la renuncia del presidente Bolsonaro para presidirla y hospedarla en Brasil.

Una COP marcada también por el aumento de la alarma y las movilizaciones por el clima, con la fuerte implicación de la gente más joven inspirada por las huelgas estudiantiles de los viernes de Greta Thunberg. Reacciones sobre todo surgidas a partir del consenso del mundo científico sobre la constatación de que “llegamos tarde”. La publicación del Informe Especial sobre el Calentamiento Global de 1,5ºC del IPCC y la aparición de un artículo en BioScience en el que más de 11.000 científicos alertan de la gravedad de la situación, son algunos de los hitos que marcaron la aparición exponencial de declaraciones de emergencia climática por parte de entes locales, regionales, estatales e, incluso, empresariales.

Scientists have a moral obligation to clearly warn humanity of any catastrophic threat and to “tell it like it is.” On the basis of this obligation and the graphical indicators presented below, we declare, with more than 11,000 scientist signatories from around the world, clearly and unequivocally that planet Earth is facing a climate emergency.

Los científicos tienen la obligación moral de advertir claramente a la población mundial de cualquier amenaza catastrófica y de “explicar las cosas tal y como son”. En base a esta obligación y a los indicadores que se presentan a continuación, declaramos, con la signatura de más de 11.000 científicos de todo el mundo, de forma clara e inequívoca que la Tierra se enfrenta a una emergencia climática.

Fuente: William J Ripple, Christopher Wolf, Thomas M Newsome, Phoebe Barnard, William R Moomaw, World Scientists' Warning of a Climate Emergency, BioScience, Volume 70, Issue 1, January 2020, Pages 8–12, https://doi.org/10.1093/biosci/biz088

En Madrid, el ambiente transitaba por diferentes estados de ánimo según el espacio y el momento. Una zona verde habilitada para el acceso ciudadano, que acogía charlas, demostraciones y exhibiciones que te llevaban desde la concienciación individual al posibilismo empresarial, a la vez que escenificaba una de las campañas de greenwashing más criticadas: recordemos la aparición en portadas con publicidad de una de las empresas del país que más contribuye al cambio climático en toda la prensa nacional el primer día de la COP25. Una zona azul, sólo accesible a delegaciones, observadores/as y prensa, donde se trataban de cocinar los acuerdos pertinentes, bajo la sombra de la salida de los EUA del Acuerdo de París, del negacionismo de Brasil, del desacuerdo de China, y, en definitiva, de la quiebra del multilateralismo y de la falta de compromiso y ambición de los países participantes, frente unos objetivos que piden ser urgentes e, incluso, incrementados. Y una cumbre paralela y alternativa, en la que no faltaron movilizaciones de todo tipo por parte de colectivos muy diferentes, para pones de manifiesto el inmovilismo imperante tras la voluntad cosmética de adoptar medidas sin cambiar el statu quo.

Madrid COP25

En resumen, la COP25 terminó con grandes decepciones. No se acordaron los reglamentos que debían permitir poner el marco para desarrollar los objetivos de la COP21 de París, que entre en vigor este año reemplazando el Protocolo de Kioto que expira en 2020. Así mismo, de los 4 grandes puntos a tratar: el mecanismo de transparencia, la nueva regulación de mercados de carbono, los “bunkers” (emisiones del sistema aeroportuario) y el fondo verde o mecanismo de compensación de pérdidas y daños para los países más vulnerables, ninguno acabó con resultado satisfactorio, posiblemente fruto de la crisis de los acuerdos internacionales y globales. Se puso de manifiesto pues, la complejidad que supone hacerle frente a un problema que tiene una importante causa y efecto en nuestro sistema socioeconómico.

En consecuencia, entre otras cuestiones, la reducción de emisiones por parte de los países continúa siendo voluntaria y, probablemente insuficiente. Así lo expresó Anna Pérez Català, ambientóloga y codirectora de Climate Tracker, en declaraciones recogidas y publicadas por la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales el pasado 15 de diciembre de 2019:

“Tal y como iba la semana, se veía venir que no saldría nada, pero me pensaba que con tantas reuniones a última hora podría haber salido alguna cosa. El resultado final es un documento con declaraciones de buenos deseos e intenciones, pero sin ninguna palabra que obligue o que manifieste que se tiene que hacer, ineludiblemente, alguna cosa. Se habla de preocupación y de ambición, de alentar, pero sin concretar que se obliga a hacer nada”.

Y es que ésta es la tónica que sigue imponiéndose, textos con las palabras: preocupación, ambición, ánimo, etc., verbos que se quieren destacar como positivos, pero que no apelan a otra cosa más que la voluntariedad y ponen de manifiesto la falta de obligación. Acuerdos bottom-up con buenas intenciones, pero en los que cada país, cada región, continúa siendo soberano para determinar cuál es su nivel de compromiso y de esfuerzo para reducir sus emisiones, y en los que las emisiones “que no son de nadie” (por ejemplo, las emitidas por los aviones en trayecto), no entran en las contabilidades.

Acabada la COP25, y durante este mes de enero, han tenido lugar nuevas declaraciones de emergencia climática. Por un lado, el gobierno español ha aprobado en la reunión del Consejo de Ministros declarar la emergencia climática en el Estado. Con esta declaración el ejecutivo se compromete a poner en marcha 30 líneas de acción transversal, 5 de las cuales se prevé que sean ejecutadas durante los primeros 100 días de gobierno. Entre ellas, la remisión en el parlamento del proyecto de Ley de Cambio Climático, la definición del camino hacia la descarbonización y la creación de una Asamblea Ciudadana. Según la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, para el ejecutivo la crisis climática es una “prioridad” y por lo tanto se quiere mostrar un “compromiso firme”.

Medidas declaración emergencia climática estatal

Fuente: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

 

Por su parte, el pasado 15 de enero, el Ayuntamiento de Barcelona declaraba la emergencia climática en la ciudad después de cerca de 4 meses de proceso participativo. Partiendo del Plan Clima, un total de más de 300 personas representantes de unas 200 organizaciones (según fuentes del Ayuntamiento) han debatido con el objetivo con el objetivo de priorizar y concretar las estrategias y acciones que la ciudad condal debe emprender en el periodo 2020-2023 para alcanzar un objetivo que incrementa la ambición: la reducción el año 2030 de un 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEH) respecto a los valores de 1990, lo que implica reducir entorno 1.950.000 toneladas de GEH. Entre las medidas, 7 grandes cambios: cambio de modelo urbano, cambio de modelo de movilidad e infraestructuras, cambio de modelo de energía, cambio de modelo económico, cambio de modelo de consumo y residuos, cambio de modelo de alimentación y cambio de modelo cultural y educativo; y 2 adaptaciones: cuidar la salud, el bienestar y la calidad ambiental y cuidar el agua.

Buena parte de las acciones son de competencia municipal. No obstante, también se han incorporado algunas que requerirán de la cooperación y coordinación con otras administraciones como son el Área Metropolitana de Barcelona, la Diputación, la Generalitat, el Estado o, incluso, agentes como el Puerto y el Aeropuerto de Barcelona, como no podría haber sido de otro modo.

Emergència CLimàtica Barcelona

Fuente: Ayuntamiento de Barcelona

 

Precisamente, con el reto de afianzar el compromiso de colaboración entre instituciones y el sector económico catalán para la reducción de las emisiones de CO2, la Generalitat de Cataluña celebró dos días después la primer Cumbre Catalana de Acción Climática. No obstante, esta no estuvo exenta de polémica por la falta de participación de entidades del tercer sector como Fridays for Future, Climacció o Ecologistes en Acció, entre otras.

A pesar de todo, la COP26, que se celebrará en Glasgow, ya se comienza a preparar. Las esperanzas puestas en avanzar con los mecanismos y reglamentos que permitan plantear una reducción importante de las emisiones vuelven a aumentar, aunque el escenario internacional sigue siendo complicado y conflictivo. Medidas que tienen que dar respuesta a una crisis climática que lleva mucha inercia y que difícilmente será reversible. Tal y como explicaba Javier Martin-Vide en la jornada organizada por el COAMB “Valoramos la COP25”, a finales de 2019 ya hemos llegado al aumento de 1,1ºC, por lo que será difícil no superar el límite de incremento de 1,5ºC, pero que en nuestras manos está evitar llegar al punto de no retorno que puede suponer la subida de 2ºC respecto al nivel preindustrial. Los graves incendios de Australia o la borrasca Gloria y sus devastadores efectos no son más que dos muestras severas y en un espacio de tiempo corto de lo que supone el cambio climático.

La metrópoli resiliente” será uno de los pilares de la Estrategia Metropolitana 2030 que ha empezado a trabajar el PEMB este mes de enero. Una metrópoli que no prive a la ciudadanía de sus derechos básicos para tener una vida de calidad con la conciencia que todo ello se encuentra en frágil equilibro a causa de la crisis climática. Así, por lo tanto, nos ponemos a disposición para hacerle frente en colaboración con los agentes metropolitanos generando un espacio propositivo en el que incluir todas las instituciones, las persones y las voces diferentes y que reconoce la complejidad como base para desarrollar la estrategia.

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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