Ciudad feliz, ciudad próspera
- Marc López-Forn - Gabinete Técnico del PEMB
- 24-02-2015
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El workshop del pasado 17 de febrero - Global Trends in Cities and Lesson for the Barcelona Metropolitan Area - se centró en el desarrollo de las grandes ciudades, las tendencias globales y en cómo el área metropolitana de Barcelona debería aprovechar las potencialidades y mejorar los puntos más débiles, para consolidarse como ciudad global en la que el talento, la creatividad, la innovación y el desarrollo económico, social y humano sean el 'leitmotiv'.
Para reflexionar sobre estas cuestiones, la colaboración con el PPSRC (Public-Private Sector Research Center) de IESE Barcelona permitió contar con un cartel de lujo. Los profesores invitados fueron Edward Glaeser, de la Universidad de Harvard; Diego Puga, del CEMFI (Centro de Estudios Monetarios y Financieros); Pankaj Ghemawat, de IESE; Giacomo Ponzetto, del CREI (Centro de Investigación en Economía Internacional), UPF y Barcelona GSE (Graduate School of Economics); y Elisabet Viladecans, del Instituto de Economía de Barcelona de la UB.
En este post me centraré en las dos primeras intervenciones, las de los profesores Glaeser y Puga, porque me satisface gratamente la premisa que comparten: lo que condiciona las dinámicas positivas que puede alcanzar una ciudad son las expectativas de mejora de sus integrantes (es posible recuperar los animal spirits 'en el sentido de Akerlof y Shiller, 2009?).
En este sentido, es indicativo que coincidieran en el mayor reto al que se enfrenta Barcelona.
Tanto Glaeser como Puga, en respuesta a la pregunta del profesor Xavier Vives -¿Cuáles son las oportunidades y los retos para Barcelona? -, manifestaron que el paro y el reciclaje de todos aquellos jóvenes (y no tan jóvenes) que, atraídos por la inmediatez del sector inmobiliario, abandonaron los estudios y ahora están en paro sin las 'skills' apropiadas, eran los grandes retos de Barcelona.
Los achaques asociados al paro, como la obsolescencia y el estigma, conducen al parado al desánimo. Esta idea está estrechamente relacionada con el último punto de la comunicación del profesor Glaeser, en la que describía el sentido de la relación entre la quiebra de las ciudades y la infelicidad: es la infelicidad de la ciudad la que produce su quiebra, y no al revés (de hecho, la importancia que Glaeser le da al estado anímico es palpable en el título de la comunicación: The happiness of cities).
Para Glaeser, los mecanismos por los que la felicidad, el crecimiento económico, la creatividad y el talento se relacionan son sutiles, pero considera que la visión estratégica no puede perder de vista tres aspectos que deberán favorecer el engranaje: la mágica conexión que surge de la interacción humana que se convierte en producción económica; el rol del sector público sobre los demonios de la densidad poblacional; y la inversión inteligente en infraestructuras (siguiendo la idea de que la ciudad no son los edificios sino las personas que los habitan, y que el espacio debe invitar a la magia que describía al principio).
Glaeser ponía mucho énfasis en el rol del sector público sobre la densidad poblacional porque una de sus propuestas era la verticalidad de las ciudades para intentar recoger el máximo de potencial posible; potencial que contribuya al desarrollo humano, social, etc. al tiempo que se reducen costes ambientales y económicos puesto que, debido a la verticalidad, se minimizarían las distancias y aumentaría el uso del transporte público en relación al privado, entre otros.
Diego Puga, a su vez, reflexionó sobre los motivos que influyen en la relación directamente proporcional entre la productividad total de los factores de las empresas y la dimensión de las ciudades; es decir, cuanto más grandes son las ciudades, las empresas que radican tienen, en promedio, una productividad más elevada.
En un primer momento, Puga presenta la visión teórica neodarwiniana de la selección natural. Esta teoría supone que las empresas nacen, crecen y sobreviven (o mueren) en la medida que logran afinar la productividad y que, por tanto, las empresas que finalmente se encuentran en las grandes ciudades es porque son las de mayor productividad. En una comunicación basada sobre todo en estudios econométricos muy potentes, Puga considera que la teoría de la selección natural no encaja con la evidencia empírica y que, por tanto, las explicaciones tradicionales de economías de aglomeración se ajustan más con la realidad.
Estas explicaciones se basan en dinámicas de competencia cooperativa ya que no se compite por un mercado local sino global, y en la medida en que se comparten proveedores que experimentan una creciente especialización, se dispone de ejemplos de éxito y fracaso. El punto clave es que (más allá de que las ciudades aprendan, acumulen capital humano, talento, etc.), las grandes ciudades atraen personas 'self-confidentes' (no nos vuelve a recordar a los animal spirits '? ) de modo que, si la ciudad aporta este capital humano, es en parte por la predisposición de la gente que se desplaza y forma parte de ellas.
En este sentido, Puga nos anima a pensar que las actuaciones que se lleven a cabo en el AMB no tengan el horizonte limitado a los 36 municipios. Debemos tener en cuenta las ciudades de alrededor para plantear infraestructuras mútuamente provechosas en cuanto a la circulación del capital humano y la 'valuable experience'.
Por último, y volviendo forzosamente a la pregunta del profesor Xavier Vives sobre los retos y las oportunidades para Barcelona (ya que hemos comentado previamente los primeros pero no los segundos), las oportunidades que proponen Glaeser y Puga respectivamente son: apostar por un modelo 'Business Friendly' que haga que las reglas para empezar y hacer crecer un negocio sean claras y fáciles; y saber gestionar la marca BCN y el turismo potencial con la convivencialidad de los vecinos de la ciudad.
Marc López-Forn
Gabinete técnico
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.