Barcelona y la región metropolitana, capitales en la construcción del Mediterráneo Occidental

Metrópoli abierta

La ciudad de Barcelona y la Región Metropolitana acreditan un carácter mediterráneo indiscutible. A lo largo de los siglos, varias han sido las civilizaciones que han impregnado con sus culturas y tradiciones no sólo a Barcelona sino a la globalidad del país. Cataluña ha sido y es una nación abierta al Mediterráneo, en cuyo marco ha establecido intercambios comerciales con sus naciones y pueblos. En la actualidad, la ciudad de Barcelona y su Región Metropolitana están en condiciones de jugar un rol central en la puesta en valor del Mediterráneo Occidental, una región que reúne a diez países (Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, en el Sur, Portugal, España, Francia, Italia y Malta, en el Norte) con realidades muy diferentes y contrastadas pero íntimamente relacionados a través de los intercambios comerciales que mantienen. Este hecho, con unos territorios a ambos lados del Mar Mediterráneo que comparten una historia común, sugiere que existen opciones para la construcción de un futuro en común: un futuro capaz de generar sinergias en materia económica, cultural y social. Barcelona y su región metropolitana deben jugar un rol preponderante en este proceso de construcción de un Mediterráneo Occidental más próspero económicamente, más justo socialmente y más abierto a la cultura.

Barcelona y la región metropolitana, capitales en la construcción del Mediterráneo Occidental
Barcelona y la Región Metropolitana en el ámbito del Mediterráneo Occidental

A menudo se habla de la importancia de la ciudad de Barcelona en el marco del Mediterráneo o incluso del Espacio Euromediterráneo. Las referencias a los valores culturales mediterráneos, de diverso origen o procedencia, han sido permanentes en el discurrir de los siglos y en las diferentes etapas de la historia de la ciudad, primero y más recientemente en la configuración de la identidad regional metropolitana. Es imposible concebir Barcelona y su Región Metropolitana, como las entendemos hoy, sin la aportación, variada pero permanente, de los ingredientes propios de las diferentes civilizaciones que han poblado a lo largo del tiempo el Mediterráneo y sus tierras.

Bañadas por las aguas del Mare Nostrum, Barcelona y Cataluña son herederas de la cultura y las tradiciones grecolatinas. En el transcurso de su historia, han sido permeables a la influencia de distintos pueblos y civilizaciones, pero la huella griega y romana sobresalen con fuerza por encima del resto. La propia lengua del país, el catalán, se convierte en una de las evidencias más claras de la herencia latina que impregna el talante del país y el de su capital, la ciudad de Barcelona. Históricamente, a lo largo de los siglos, Cataluña ha mantenido relaciones de todo orden, pero fundamentalmente comerciales, con los pueblos y territorios del Mediterráneo, lo que ha predispuesto a los catalanes a abrirse al exterior compartiendo sus tradiciones e incorporando ne nuevas. Es del todo indiscutible el talante mediterráneo de la sociedad catalana, de sus gentes, de sus ciudades y pueblos y de su cultura. En la actualidad, este espíritu mediterráneo se concentra en gran medida en la ciudad de Barcelona y, por extensión, en la Región Metropolitana. Sin ir más lejos, Barcelona acoge la sede del Secretariado Permanente de la Unión por el Mediterráneo (UPM), pero también impulsa proyectos y acciones de promoción del carácter mediterráneo a través de organismos e instituciones como el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMED ) o el Centro de Estudios del Transporte para el Mediterráneo Occidental (CETMO), entre otros.

Una Región Metropolitana capital. Por un liderazgo colaborativo

Barcelona y su Región Metropolitana están en condiciones de ejercer un fuerte liderazgo, pero al mismo tiempo colaborativo, en el marco del Mediterráneo Occidental. Como ya se ha dicho anteriormente, la ciudad acredita una larga y contrastada tradición mediterránea y acoge a diversas instituciones y organismos que promueven la cooperación euromediterránea, siendo probablemente la más relevante la Unión por el Mediterráneo, cuyo Secretariado Permanente se encuentra ubicado en la ciudad de Barcelona. Su ámbito de trabajo es el conjunto del Mediterráneo y va mucho más allá del ámbito específico del Mediterráneo Occidental. Hay que disminuir la escalera y poner el foco en un entorno más cercano. La cooperación en el ámbito territorial del Mediterráneo Occidental se convierte en una oportunidad de desarrollo económico y social para la ciudad y su Región Metropolitana y, al mismo tiempo, puede convertirse en un valiosísimo instrumento al servicio del desarrollo conjunto de la región y, de forma muy especial, de los países de la Ribera Sur.

Es el momento de plantear la creación de un modelo asociativo supranacional que ponga en juego a los diez países del Mediterráneo Occidental y sus ciudades, y aquí es donde Barcelona tiene la gran oportunidad de ejercer un nuevo estilo de liderazgo basado en la creación de sinergias económicas, culturales, sociales y de todo tipo con otras ciudades de la región. Se trata de poner en valor una nueva estrategia relacional que vaya más allá de los estándares habituales de aplicación a la cooperación al desarrollo; una oportunidad para una diplomacia cercana, tangible, y que pueda referirse a proyectos concretos. En este sentido, la mejora de las infraestructuras de transporte en la región es un claro ejemplo de proyecto al servicio del reforzamiento de las relaciones entre los territorios que la conforman. Unos territorios y ciudades mejor comunicados, en definitiva más accesibles, pueden favorecer un reforzamiento de las relaciones comerciales, pero también una mejora de la movilidad de las personas, esencial en el día a día de cualquier nación o pueblo.

Herramientas al servicio de la capitalidad. El caso de las infraestructuras de transporte

Las infraestructuras de transporte resultan esenciales para el funcionamiento de cualquier país o territorio: articulan la movilidad de las personas y de las mercancías y favorecen el desarrollo económico y social. Este principio es igualmente válido para los países del Mediterráneo Occidental e incluso lo es a un nivel más importante en comparación con otras regiones del planeta. Efectivamente, los territorios del Mediterráneo Occidental acreditan un desarrollo desigual en lo que se refiere a las infraestructuras y servicios de transporte: una ribera Norte con un nivel de madurez elevado en cuanto al despliegue de sus infraestructuras, y una ribera sur, en vías de desarrollo económico, que inicia con retraso la construcción de las infraestructuras necesarias para favorecer su progreso económico y social. Dos realidades, pues, que se han visto obligadas a coexistir en un marco territorial cercano y con un elemento común que comparten, como es el propio Mar Mediterráneo.

A través de lo que se conoce como Redes Transeuropeas de Transporte (TEN-T), los países de la Unión Europea han implementado una estrategia específica de promoción, diseño y construcción de los corredores de transporte que deben articular la movilidad de personas y mercancías en todo el continente. Estas redes definen varios corredores multimodales, que reúnen varios modos de transporte, en el ámbito del Mediterráneo Occidental, de los que sobresalen el Corredor Mediterráneo y el Corredor Atlántico. El primero recorre buena parte del litoral mediterráneo de la Península Ibérica y concentra la práctica totalidad de los puertos que mantienen relaciones comerciales con los países del Magreb. Se convierte en un corredor esencial para impulsar y favorecer los servicios de transporte marítimo de corta distancia, el Short Sea Shipping, entre los puertos españoles y los del Magreb.

Por el lado Sur, los países del Magreb también están tratando de impulsar la creación de un corredor de transporte multimodal que sea capaz de enlazar toda la fachada costera del Magreb, desde Mauritania hasta Libia. Este corredor, que se conoce con el nombre de Corredor Multimodal Transmagrebí, reúne los principales puertos del Sur y resulta esencial para favorecer el transporte marítimo con los vecinos del Norte. En la actualidad, se encuentra desarrollado fundamentalmente en la vertiente vial, a través de la autopista transmagrebí, pero tiene como gran asignatura pendiente el desarrollo de la componente ferroviaria, mucho más sostenible y vital para la conexión con los puertos, infraestructuras nodales claves para el transporte de mercancías.

La complementariedad entre el Corredor Mediterráneo y el Corredor Multimodal Transmagrebí es un elemento esencial para el progreso económico y social de la región. Ambos corredores articulan a través del transporte marítimo de corta distancia buena parte de los intercambios comerciales que se llevan a cabo entre ambas riberas del Mediterráneo Occidental. Cualquier estrategia de futuro, no sólo de transporte, sino de crecimiento económico y progreso social, para la región deberá tener necesariamente en cuenta la existencia de estos dos corredores y su capacidad de articular las relaciones de todo tipo en la región. En una lógica de mayor favorecimiento del ferrocarril en el transporte de personas y mercancías, resulta fundamental distinguir dos situaciones diferentes, pero cruciales, para el futuro de la movilidad en el Mediterráneo Occidental. Por un lado, es necesario trabajar para lograr una mayor complementariedad entre el ferrocarril y el avión, especialmente en el transporte de viajeros. Efectivamente, para la corta distancia, por debajo de los 600km, el ferrocarril se convierte en un modo de transporte muy competitivo y sostenible. La clave de vuelta de la multimodalidad ferrocarril-avión debe buscarse en el establecimiento de buenas conexiones entre ambos modos de transporte especialmente en las terminales de los aeropuertos. En la actualidad, en un ejemplo no resuelto, no existe la posibilidad de conectar, a través de la alta velocidad, destinos del Sur de Francia con las terminales del aeropuerto de Barcelona. La alta velocidad no llega a las terminales ni se le espera por el momento. Este déficit de multimodalidad entre dos modos de transporte muy competitivos, como el avión y el ferrocarril, debería ser corregido con urgencia.

La segunda situación relevante en lo que respecta al desarrollo del transporte ferroviario en el Mediterráneo Occidental es la multimodalidad entre los puertos y el ferrocarril. Éste es un aspecto clave para favorecer la actividad comercial entre ambas riberas del Mediterráneo. El transporte marítimo de corta distancia, que conecta de forma ágil y eficiente los puertos de ambas orillas, necesita de la ayuda de un modo de transporte igualmente ágil y eficiente para hacer llegar las mercancías a su destino final. Ésta es la gran oportunidad para favorecer el desarrollo de los corredores ferroviarios, en buena conexión con los puertos, a ambas riberas del Mediterráneo Occidental. Desgraciadamente, esta necesaria complementariedad entre los puertos y el ferrocarril no se encuentra, actualmente, suficientemente desarrollada en los corredores que recorren ambas orillas y que son, fundamentalmente, el Corredor Mediterráneo, en la orilla Norte, y el Corredor Multimodal Transmagribí , en la orilla Sur. Es necesario favorecer la construcción de plataformas logísticas multimodales que sean capaces de poner en juego la operativa portuaria y los servicios de transporte ferroviario. Éste es uno de los grandes retos de presente para transformar el transporte de mercancías en el ámbito del Mediterráneo Occidental en una actividad económica más sostenible reduciendo su dependencia del transporte por carretera.

Para saber más, puedes encontrar otros documentos relacionados con la metrópoli abierta aquí, donde también podrás consultar el paper original entero de este artículo.

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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