Ateneos Cooperativos: herramientas para otro desarrollo económico metropolitano
Metrópoli Próspera
- Mercè Esteban
- Ivan Miró
- 09-03-2022
- 299 Lecturas
Por una conjunción de factores relacionados con los ciclos económicos, la acción sociopolítica de la ESS y una nueva oleada de políticas públicas, la Economía Social y Solidaria catalana se ha ido perfilando como un ámbito de desarrollo económico específico y diferenciado tanto de el ámbito público-estatal, como del privado-mercantil. En este contexto, los Ateneos Cooperativos se han convertido en figuras relevantes de una dinamización económica territorial de carácter transformador, fomentando la creación de cooperativas y de relaciones socioeconómicas colectivas y democráticas en diferentes territorios catalanes.
Sin embargo, mientras que la intervención de los ateneos se ha orientado a las economías locales y/o comarcales, todavía no existe una dimensión metropolitana de estas iniciativas, que contrasta con la creciente tendencia de la planificación económica general. ¿Qué misión podría plantearse en ese sentido? ¿Qué actores podrían facilitar el proceso? ¿Qué elementos aportan los Ateneos Cooperativos metropolitanos para orientar otro tipo de desarrollo económico en la región metropolitana de Barcelona?
El desarrollo desigual de la región Metropolitana
La configuración de la Barcelona metropolitana, en tanto que reestructuración y salto de escala del espacio geográfico, no es ajena a procesos globales como los ciclos económicos, la desindustrialización, la urbanización metropolitana, la gentrificación, la deslocalización productiva o la industrialización del Sur Global, todos ellos fruto de un desarrollo desigual en el que el capital es invertido o desinvertido en el territorio para generar plusvalía y expandirse. Esta producción del espacio responde a una dinámica de reproducción del capital que facilita la competición territorial, produce incongruencias entre diferenciación y homogeneización y se traduce en una dialéctica de desarrollo y degradación. Así, el capital modela el territorio de una forma particular y contradictoria, agrupándose en torno a una jerarquía de escalas espaciales. De acuerdo con Neil Smith, las escalas para la reproducción del capital - urbana, regional, estado-nación y global- son los marcos donde éste encuentra oportunidades y cierta coherencia para desplegar su proyecto.
La región metropolitana de Barcelona también sigue un tipo de desarrollo desigual, que la configura contradictoria y dinámicamente en términos territoriales y socioeconómicos. El año 2000 se caracterizaba por tener “un centro destacado”, “una primera corona extremadamente densa y especializada en la localización de la población con rentas bajas”, “unos subcentros, cada vez más integrados en el sistema, que establecen con los municipios de su entorno relaciones de tipo reticular” y “unos corredores metropolitanos urbanizados de forma dispersa”.
En 2021, la ciudad de Barcelona se consolida como epicentro de la región. Conectada globalmente y con un capital físico y simbólico organizador del sentido metropolitano, es el núcleo de la aglomeración central. A caballo de la periferia barcelonesa y municipios como L'Hospitalet de Llobregat o Santa Coloma de Gramanet, la primera corona metropolitana inmediata fue urbanizada con bloques de pisos de baja calidad, con una alta densidad poblacional, que contrasta con la carencia de centros importantes de actividad productiva: contradicción que gestó las denominadas “ciudades-dormitorio” y hoy cronifica la pobreza en el eje Besòs. Otros municipios de la primera corona, en cambio, se especializaron en las clases sociales con rentas elevadas, que buscaban menores densidades sobre la base del transporte privado. En cuanto a la segunda corona, la conforman ciudades como Mataró, Sabadell y Terrassa, centros históricos con densas tramas urbanas, hasta Granollers, Martorell, Vilafranca del Penedès o Vilanova y la Geltrú. Son ciudades que reclaman una visión metropolitana policéntrica y dejar de ser “el patio trasero de Barcelona”[3].
Hoy en la RMB viven 5.226.382 personas, dos tercios de los 7.780.479 habitantes de Cataluña. Una población que se reparte desigualmente en siete comarcas y 164 municipios, concentrándose en ciudades como Barcelona (1.664.182 hab.), Hospitalet de Llobregat (269.382) o Badalona (223.166) y la realidad expresada por Terrassa , Sabadell o Mataró.
¿Cómo han impactado los ciclos económicos del capitalismo con el desigual desarrollo metropolitano? En primer lugar, la reestructuración entre 1975 y 1985 provocó una elevada destrucción del trabajo industrial en la ciudad de Barcelona y dimensionó la producción a escala metropolitana. La relocalización de las grandes industrias en la nueva geografía y la construcción de ejes viarios para estructurar la región se emparejaron en una lógica de descentralización productiva, dispersión de la población y aumento de la movilidad privada.
Un segundo proceso, la construcción metropolitana conectada con la economía global (1986-2008), se inició con la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea y los Juegos Olímpicos de 1992. Etapa de fuerte expansión económica y urbanística de la metrópoli barcelonesa, los crecimientos del empleo contrastaron con la introducción, en la década de 1990, de nuevas figuras laborales que precarizaron el mercado de trabajo. Fue el ciclo del boom inmobiliario y la financiarización de la economía, donde la 'solución espacial' impactó en el mercado del suelo, la vivienda y las deudas hipotecarias. Este circuito secundario de la acumulación remodeló el territorio y las infraestructuras, afianzó la dependencia de las economías locales respecto a las rentas del suelo y desató unos impactos medioambientales que profundizaron en la crisis ecológica.
Con el estallido de la burbuja inmobiliaria-financiera de 2008, un tercer ciclo intensificó la terciarización y las desigualdades de la dinámica socioeconómica metropolitana. Proceso con traducción territorial, las clases gerenciales formadas por profesionales y directivos ocuparon las áreas regeneradas de la ciudad central, mientras la nueva clase trabajadora - formada por obreros semi-calificados de servicios - era expulsada, dispersándose por la metrópoli y agrupando en zonas periféricas.
Hoy, la reciente hegemonía del capitalismo de plataforma, desplegada a partir de 2008, puede ser leída como un nuevo circuito de la acumulación que privilegia la dimensión logística de la metrópoli, erosiona su estructura productiva y comercial local y desregula sus derechos laborales, configurando un nuevo proletariado ultra-precarizado, a menudo de origen migrante y agrupado en núcleos metropolitanos como Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramanet o Sant Adrià de Besòs.
Si el incremento de la desigualdad metropolitana, fruto de la Gran Recesión de 2008, no fue inicialmente correspondido con el aumento de la segregación residencial, una vez avanzada la reactivación económica, la segregación experimentó un fuerte aumento. Habría que valorar la correlación entre una economía no sólo reactivada, sino reestructurada a partir de la “ciudad uberizada” (y sus efectos en el trabajo y la vivienda), con las nuevas formas de segregación residencial. Pues la proliferación de vivienda turística, la gentrificación y el encarecimiento del mercado residencial, que empobrece la mixtura social de las áreas afectadas, ha coincidido con una metropolinización del fenómeno migratorio, con la caída del casco histórico de Barcelona como “puerta de entrada” de personas con orígenes en el Sur Global y su desplazamiento a las periferias obreras de la primera corona, ya barrios de Terrassa o Mataró. De seguir la tendencia, la estratificación social metropolitana puede convertirse en segregación socioétnica.
Si la RMB ya sufría la contradicción política entre la centralización de recursos y poder de la Barcelona-ciudad, y la visión policéntrica e interdependiente de los nuevos municipios metropolitanos, las dinámicas recientes del capitalismo han intensificado sus contradicciones socioeconómicas y espaciales. Agudizadas por la crisis sanitaria, social, económica y ecológica asociada a la COVID-19, es necesario avanzar en la configuración de la metrópoli como un “marco de justicia socioespacial”, que afronte las desigualdades económicas, la segregación residencial, la emergencia habitacional o la crisis ecológica. Todo proyecto metropolitano que no contemple un cambio sustancial de su modelo económico profundizará en las fracturas existentes.
La ESS y la concertación público-cooperativa-comunitaria
Si los ciclos económicos, los movimientos sociales y las políticas públicas inciden en la evolución de la Economía Social y Solidaria , en Cataluña la crisis de 2008 activó una nueva etapa de este ámbito socioeconómico. No tanto porque se produjera una correlación entre la crisis y, por ejemplo, el auge inmediato de las cooperativas, sino porque suscitó una politización social expresada fuertemente en términos locales. Además de la veintena de asambleas barriales de la ciudad de Barcelona, un centenar de municipios metropolitanos como Badalona, Badia, Mataró, Sabadell, Parets, Barberá, Cornellà, Terrassa, Esplugues, L'Hospitalet, Sant Cugat, Sant Feliu, Santa Coloma, Cerdanyola o El Prat contaron en 2011 con expresiones locales de un movimiento, el 15M, que cuestionó la política y la economía hegemónicas. Desde entonces, aumentó la participación en la ESS, sobre todo en el cooperativismo de energías renovables, las finanzas éticas o los equipamientos de gestión comunitaria. Aquel empuje fue recogido por la Feria de Economía Solidaria de Cataluña, que en la primera edición de 2012 acogió a miles de visitantes.
En 2014, en previsión de que el ciclo 'crisis-movilización' tuviera una traducción municipalista, desde la Red de Economía Solidaria se propusieron las 14 Medidas por la Democracia Económica Local, con el objetivo de que los municipios pudieran impulsar “un nuevo desarrollo local co-partícipe de la democratización económica en marcha”. Desde la XES se hacía un análisis crítico de la “concertación público-privada”, se animaba a los municipios a democratizar la política económica a partir del impulso de la ESS y de la “concertación público-cooperativa-comunitaria”.
A partir de 2015, acogiendo muchas de esas propuestas, se produjo una oleada de políticas locales de ESS, donde numerosos municipios transitaron de la promoción exclusiva de la economía mercantil, o de un modelo asistencial, a un modelo ampliado y transformador que recogía la diversidad de iniciativas de la ESS, tanto socioempresariales como comunitarias. Además de cooperativas, sociedades laborales y entidades del tercer sector social, los programas municipales impulsaron huertos y equipamientos comunitarios, monedas sociales, finanzas éticas o el procomún digital.
Fue la primera ocasión en la que un conjunto de políticas públicas catalanas tomaba el concepto ampliado como referente, anticipando la futura ley catalana de ESS, cuyas bases hoy la definen como “un ámbito de desarrollo económico específico”, que “democratiza todas las fases del ciclo económico”, “es generadora de bienes y servicios socialmente útiles” y “prioriza la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de las personas que son miembros, así como las de sus comunidades, por encima del lucre”. Aquella ola fue acompañada por la Red de Municipios por la Economía Social y Solidaria (XMESS), que con el liderazgo de ciudades metropolitanas como Barcelona, Santa Coloma de Gramanet, Badalona y Sabadell, hoy reúne a más de una cincuentena de municipios catalanes.
En 2016, la Dirección General de Economía Social de la Generalidad de Cataluña, inspirándose en experiencias anticipadas por el movimiento, impulsó la política de Ateneus Cooperatius. Con 14 dispositivos territoriales dirigidos al fomento del cooperativismo y la ESS, hoy más de 360 entidades públicas y sociales se articulan en todo el país para contribuir al fortalecimiento de la actividad económica, la creación de puestos de trabajo de calidad y promover 'relaciones socioeconómicas colectivas, democráticas, justas y solidarias'. El Ateneo Cooperativo es definido como 'el espacio de referencia en el territorio que fomenta el aprendizaje, la reflexión colectiva, la cooperación y la transformación social, hacia un modelo socioeconómico sostenible y centrado en las personas'. Cada ateneo se compone de diversas entidades agrupadas que acompañan a nuevos proyectos cooperativos desde la intercooperación, el enredamiento y la dinamización territorial.
Los Ateneos Cooperativos no sólo han dinamizado genéricamente la ESS en sus territorios, sino que han contribuido a transformar la estructura económica del cooperativismo, fomentando su agrupación territorial, enredando actores locales y promoviendo sectores estratégicos para la transición ecosocial. Pueden ser entendidos como un ensayo exitoso de concertación público-cooperativa-comunitaria aplicada al desarrollo económico territorial.
Elementos para otro desarrollo económico metropolitano
De los ocho ateneos que operan en la RMB, algunos son de ámbito de ciudad como Coòpolis de Barcelona o La Colectiva de L'Hospitalet de Llobregat; otros son supramunicipales como el Ateneo Cooperativo del Barcelonès Nord (Santa Coloma, Badalona, Sant Adrià), y una mayoría son de dimensión comarcal o supracomarcal como Coopsetania (Alt Penedès-Garraf), CoopMaresme, el Ateneo Cooperativo del Vallès Occidental, el del Vallès Oriental y el del Baix Llobregat. Además de la creación de cooperativas a nivel local y comarcal, promueven unas dinámicas que pueden inspirar nuevas perspectivas para el desarrollo económico metropolitano.
En primer lugar, la propia orden de los Ateneos contempla la organización de las Mesas Territoriales, espacios de participación periódicos y abiertos a los actores institucionales, económicos y sociales del territorio, con el objetivo de validar y enriquecer la labor del ateneo. Con modalidades más representativas e informativas, y otras que buscan la toma de decisiones, se trabajan las líneas estratégicas, se delibera con el tejido comunitario y se recogen nuevas iniciativas: son mecanismos que vehiculan diagnósticos y propuestas de desarrollo local en clave público-cooperativa- comunitaria. Un caso paradigmático son las diferentes mesas organizadas por CoopMaresme con la comunidad educativa de la comarca.
En segundo lugar, los ateneos comparten una estrategia de territorialización que les hace potenciar las emergentes articulaciones territoriales de la ESS, ya sea con las redes sociopolíticas de las XES locales o comarcales, o bien fomentando ecosistemas cooperativos locales, entendidos como “ circuitos de intercooperación socioeconómica basados en la proximidad territorial y la afinidad estratégica”. Estos ecosistemas ponen el acento en la acción económica mancomunada y el retorno comunitario, con el objetivo de que la cadena de valor permanezca en la economía local y se promueva una diversificación socioeconómica y productiva que atienda al conjunto de necesidades locales . En este sentido, Coopsetania ha impulsado la creación de la Red de Economía Solidaria del Penedès y Garraf; mientras que en el Baix Llobregat - bajo la figura de los “Círculos” - se apoya cuatro ecosistemas locales: Barrio Cooperativo L'Obrera, Unión de Cooperadores de Gavà, Ecosistema de ESS del Baix Llobregat Sud y el del Baix Llobregat Nord. Incluso se promueven Pols Cooperatius (“concentración de iniciativas de la ESS en un mismo espacio, edificio o equipamiento, que funciona como un centro conector o hub de la red”), como el ateneo del Vallès Occidental fomentando pulso en Sabadell, Terrassa o Sant Cugat, o La Colectiva de L'Hospitalet participando de la creación del Espai Llavors.
En tercer lugar, si bien se acompaña la democratización de cualquier actividad económica, los ateneos impulsan de forma proactiva a una serie de sectores estratégicos ecosociales. En el caso de Coòpolis, por una “transición ecológica, social y feminista de la economía urbana”, se impulsa la alimentación ecológica, la movilidad y la logística sostenible, la transición ecológica y energética, la democratización de los cuidados, la cultura y la creatividad cooperativa, la vivienda cooperativa, la economía circular, la tecnología libre, la educación o el textil. En el mismo ateneo, el Círculo de Migraciones fomenta la ESS desde y para las personas migrantes y/o racializadas, con mayores dificultades debido al racismo estructural. La apuesta por los sectores ecosociales contrasta con las políticas que privilegian la actividad económica vinculada al capital global, incorporando el reto de construir una economía al servicio de las personas y la justicia económica y socioambiental.
Por último, desde los ateneos metropolitanos, se ha participado de las redes de apoyo mutuo comunitario que durante la pandemia han articulado la solidaridad social a partir de la distribución alimentaria, la confección de mascarillas o la creación de cajas de resistencia. Con más fuerza en territorios de mayor composición obrera y migrante, destaca el papel de la Colectiva en Hospitalet, con el apoyo a las redes de trabajadoras de los cuidados, o el rol del ateneo del Barcelonès Nord en el articulación de entidades que trabajan con personas en riesgo de exclusión social.
Hacia un desarrollo económico transformador
Además del apoyo a la creación de un nuevo tejido cooperativo, las dinámicas de los ateneos metropolitanos en relación con la participación social, la articulación territorial, los sectores estratégicos ecosociales y la dimensión comunitaria prefiguran otro tipo de desarrollo económico local y comarcal de carácter transformador, que puede inspirar procesos de alcance metropolitano.
Sin embargo, según los propios ateneos, hay que afrontar carencias como la falta de espacios de coordinación metropolitana de los ateneos; aumentar la relación con la Agencia de Desarrollo Económico del AMB y la coproducción de las medidas metropolitanas de fomento de la ESS; la generalización de Estrategias de ESS municipales como las de Barcelona o Terrassa; el reconocimiento de los ateneos como actores estratégicos de la RMB y el fomento de planes de Desarrollo Económico Comunitario en los municipios metropolitanos, donde los ateneos cooperativos, las administraciones locales, las pymes y los movimientos sociales acometan no sólo la reactivación de la economía, sino su transformación en un sentido de relocalización, democratización y transición ecosocial.
Con otras medidas generales, un desarrollo económico comunitario y transformador, arraigado a partir de los liderazgos distribuidos de los ateneos, podrá hacer efectivo el derecho a la ciudad, la reintegración de soberanías y la misión de construir una estructura económica metropolitana democrática (“un marco de justicia” socioespacial”) que revierta desigualdades y segregaciones y afronte una crisis que ya es económica, social, ecológica y sanitaria.
Para saber más, puedes encontrar otros documentos relacionados con la metrópoli próspera aquí, donde también podrás consultar el paper original entero de este artículo.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.