Seguir una dieta mediterránea, consumir menos alimentos procesados y más productos locales y de temporada, la fórmula para mejorar la salud personal y planetaria

Cerca de unas 300 personas participan en el curso 'Alimentar la metrópoli en tiempos de emergencias' organizado por el PEMB y el CUIMPB-Centre Ernest Lluch

  • 24-02-2021
  • Resumen de actividades
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Durante dos días una veintena de personas expertas en alimentación se ha reunido para debatir sobre el papel de las ciudades y, en particular, la región metropolitana de Barcelona para virar hacia un modelo alimentario más sostenible, justo y saludable desde la vertiente urbana, sanitaria, climática y ecológica y socioeconómica. El curso, organizado por el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona y el CUIMPB-Centre Ernest Lluch, ha contado con cerca de 300 asistentes y forma parte de la programación de Barcelona Capital Mundial de la Alimentación Sostenible 2021. El Comisionado de Economía Social, Desarrollo local y Política Alimentaria del Ayuntamiento de Barcelona, Álvaro Porro, ha destacado el papel clave de las ciudades como motor de cambio pero ha reconocido que faltan políticas públicas en esta materia y se ha comprometido a crear alianzas con todos los actores. También cree que fue la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible 'contribuirá al debate social y crear hoja de ruta que marque el futuro' en el horizonte del 2030.

La verdura y la fruta son la base de la dieta mediterránea
La verdura y la fruta son la base de la dieta mediterránea

¿Cómo podemos hacer que la dieta mediterránea sea más sostenible? Esta ha sido una de las preguntas más destacadas del bloque sobre salud del curso dirigido por Amaranta Herrero, coordinadora estratégica de Barcelona Capital Mundial de la Alimentación Sostenible 2021. ¿Las respuestas de los ponentes? Consumiendo productos ecológicos, locales, de temporada y mínimamente procesados, dando apoyo a los agricultores locales y creando huertos urbanos en la región metropolitana. Y es que la mayoría han coincidido en que, para implementar una alimentación sostenible, es necesario también un cambio de hábitos y eso pasa por volver a nuestra dieta tradicional, 'la de nuestros abuelos y abuelas', como ha apuntado la profesora de la Área de Nutrición e investigadora del grupo FoodLab de la UOC, Anna Bach-Faig, 'si todos siguiéramos una dieta mediterránea, podríamos reducir en un 15% del calentamiento global en el año 2050'. ¿Qué deberíamos hacer? Tener como base de nuestra alimentación las verduras, frutas, cereales y legumbres, minimizando la ingesta de azúcares, los alimentos procesados y reduciendo el consumo de alimentos de origen animal, especialmente la carne. 'La producción de carne produce un 18% de las emisiones de efecto invernadero', dice la directora de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la UVic-UCC, Marta Rivera, pero subraya que la dieta vegetariana no es la más eficiente para la disminución de este tipo de gases, sino aquella que se basa en el consumo de carne procedente de los animales de pastoreo 'para la producción ganadera permite secuestrar carbono'.

Seguir la dieta mediterránea es sinónimo de una mejora de nuestra salud, según afirma el doctor Ramón Estruch, del Hospital Clínico de Barcelona, porque 'es la mejor estrategia de nutrición poblacional para prevenir las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, enfermedades neurodegenerativas y el cáncer 'y asegura que 'la mejor nutrición personal es la mejor nutrición poblacional, que es también la mejor para el planeta'. Importante también esta pauta alimentaria para envejecer con salud, tal y como explica la directora del grupo de investigación Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos de la UB, Cristina Andrés-Lacueva: '¿Quién está en riesgo de malnutrición? Un 5% del total de la población europea, y un 10% de la población por encima de los 65 años. Deporte y dieta saludable son clave para la prevención'. Y es que entre el 35 y el 40% de la población mundial puede llegar a tener más de 65 años en 2050.

La salud del planeta 

¿Cómo incide lo que consumimos y comemos en el medio ambiente? 'Sabemos lo que cuestan 90 minutos de agua caliente pero no lo que cuesta producir una hamburguesa y, si no lo sabemos, no lo podemos abordar culturalmente'. Así de contundente se muestra Emilio Luque, doctor en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y profesor titular de la UNED, quien defiende con firmeza que hay que hacer visible el relato para impulsar el cambio. Hay que construir, dice, una narrativa pública para poder encontrar soluciones a las paradojas que generan el sistema alimentario y que, al mismo tiempo, agravan la crisis económica global.

La responsable de Política de Agricultura y Bioenergía de la UE a BirdLife Europa y Asia Central, Harriet Bradley, añade que estamos contribuyendo a la extinción de las especies con nuestro modelo actual de alimentación. 'La agricultura de monocultivo es la principal presión y amenaza para la pérdida de la biodiversidad. Principalmente debido a la intensificación agrícola (monocultivos y pesticidas) y también al abandono de tierras productivas. Han desaparecido diferentes paisajes y hábitats para las especies'.

Para completar el escenario, las personas expertas urgen a buscar soluciones para disminuir el impacto ambiental provocado por el derroche y los residuos alimenticios. En Cataluña, se tiran 35 kilos de comida por persona y año, según datos de 2010, principalmente carne, fruta y verdura. Laura Batlle-Bayer, investigadora de la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático destaca la necesidad de implementar estrategias para reducir el desperdicio que, al mismo tiempo, deben contribuir a la reducción de la huella de carbono. En la región metropolitana de Barcelona ya se han llevado a cabo algunos estudios en comedores escolares como el que realizó un grupo de trabajo del CREDA-UPC-IRTA, gracias al apoyo del PEMB, el IND+I Science y la Agencia de Residuos de Cataluña. Las conclusiones apuntaban a que implementando ciertas estrategias como, por ejemplo, dejar más tiempo a los niños para comer o cambiar la bandeja con compartimentos para platos, se podría prevenir el 34% del desperdicio en los centros escolares.

La covid-19 y otras pandemias 

Y en 2020 llegó la covid-19 y puso de manifiesto la fragilidad de los humanos y del planeta. También, como apunta la jefa de Área de Desarrollo Urbano Sostenible del IERMB, Elena Domene, ha puesto de manifiesto 'la dependencia de nuestro sistema alimentario y las desigualdades'. La población infantil y joven, la migrante y las familias con un nivel socioeconómico más bajo son los grupos sociales más vulnerables y, consecuentemente, los que menos posibilidades tienen de seguir una dieta saludable, lo que hace aumentar el índice de obesidad. El epidemiólogo de la Universidad de Alcalá, Manuel Franco, explica que la obesidad infantil se agrava, además, en los barrios con rentas medias o bajas, es decir, que 'el entorno donde vivimos influye directamente sobre nuestra dieta y salud', donde la comida preparada es más económica que la fruta.

Las personas en situación de exclusión social, ya sea por un factor económico, formativo u ocupacional, también sufren inseguridad alimentaria, es decir, no pueden disponer de los alimentos suficientes para seguir la dieta que quieren, dice Sophia Sartori, directora del Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional del gobierno de Sao Paulo (Brasil) y colaboradora del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la UAB. Con esta necesidad de ayudar a las familias más vulnerables nació el proyecto Ecocentral. Inicialmente, relata uno de sus impulsores, Alejandro Guzmán, debía ser una central de compras para abastecer comedores escolares ecológicos, 'pero llegó la pandemia y cerraron las escuelas'. Ahora, dan salida a los productos ya planificados por los agricultores y agricultoras haciéndolos llegar a las familias que más lo necesitan.

Si analizamos las desigualdades en alimentación por género, encontramos que las mujeres son las más golpeadas, sobre todo las racializadas, que viven solas (viudas, separadas o divorciadas) o en situación de pobreza, apunta la experta en el ámbito de la educación para la salud, Elena Carrillo. Para paliar la situación, propone legislar para igualar derechos y focalizar nuevos recursos para mujeres y grupos minoritarios; mejorar la atención sociosanitaria y el apoyo para colectivos en riesgo así como el fomento de la alfabetización alimentaria; y desarrollar sistemas de garantía del derecho a la alimentación que promuevan la autonomía y el empoderamiento, y la atención y educación a colectivos específicos.

El papel de las metrópolis 

¿Qué actuaciones concretas pueden hacer las ciudades para impulsar el cambio de modelo alimentario? Según los y las expertas, primero las administraciones deben trabajar la prevención y hacer una labor educativa y divulgativa a la población en vez de penalizar y prohibir conductas alimentarias. Además, el epidemiólogo y geógrafo especializado en salud pública, Rob Wallace, apuesta por la justicia alimentaria y pide que en las comunidades urbanas se les permita producir sus propios productos y que se potencie la economía circular 'lo que Barcelona sabe muy bien cómo hacer', recalca. Se necesitan soluciones sostenibles para hacer frente a las nuevas pandemias que ya no sólo tienen un origen ecológico, sino que a medida que la humanidad cambia, 'también tienen un origen social' dice el autor del libro Grandes granjas, grandes gripes.  

Por su parte, la arquitecta y autora de los libros Ciudades Hambrientas y Sitopia, Carolyn Steel, habla de la necesidad de hacer que funcione la relación entre el campo y la ciudad: 'Vivimos en un espacio que nos alimenta pero no vivimos en equilibrio con la naturaleza porque se destruyó el vínculo con la producción agrícola'. Explica que en sus inicios las grandes ciudades tenían sistemas de alimentación centralizada pero que con el tiempo los grandes mercados desaparecieron para dejar lugar a grandes supermercados. Un tercio de los campos se han perdido o están degradados, hay una excesiva utilización de agua dulce y un 30% de desperdicio alimentario, '¡esto es de una gran ineficiencia!', apunta. La apuesta de Steel pasa por volver a dar valor a los alimentos, reinvertir en terrenos productivos en la ciudad y hacer que todo el mundo pueda tener acceso.

Según la arquitecta, miembro de la cooperativa Germinando y coordinadora de la Estrategia de Alimentación Saludable y Sostenible de la ciudad de Madrid, Nerea Moran, hay que dar más espacios para que las alternativas florezcan y los alimentos puedan llegar a más gente. Para reterritorialitzar el sistema alimentario apunta una serie de infraestructuras como hubs y lugares de acopio; obradores comunitarios en entornos urbanos; equipamientos comunitarios alrededor de la alimentación; y hacer un análisis mucho más exhaustivo de dónde compra la gente y qué acceso tiene a los alimentos.

Anna Moragues, investigadora experta en políticas alimentarias urbanas de la UB y la Universidad de Cardiff, pone el foco, entre otras cosas, en la importancia de compartir conocimiento, invertir y dar apoyo técnico y financiero más allá de la ciudad y en la defensa de la creación de sociedades más igualitarias y que contribuyan a una mejora del planeta.

 

A grandes males, grandes remedios 

Dos días de debate con expertas y expertos en alimentación dan para mucho. Con todo, la directora del curso, Amaranta Herrero, ha conseguido cerrar la formación haciendo un resumen de aquellos aspectos que han generado más consenso entre todos las y los participantes: 'Hemos visto que hay una necesidad de fortalecer, alimentar, sedimentar y empoderar una cultura política y prácticas a diferentes niveles y escalas para la transformación de los sistemas alimentarios y hacer frente a esta multiplicidad de emergencias'.

Estas serían, pues, algunas de las principales conclusiones recogidas de dos días de análisis y reflexión en torno a diferentes emergencias vinculadas a la alimentación como la urbana, sanitaria, climática y ecológica y socioeconómica:

  • La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de acelerar la transición hacia un nuevo modelo alimentario y ha acentuado las desigualdades y la inseguridad alimentaria.
  • Existe una correlación intrínseca entre la salud individual y la planetaria.
  • Incorporar una mirada territorializada de la alimentación que conecte territorios más allá de las ciudades y haga visibles las interdependencias entre entornos más urbanos y rurales.
  • Hay que poner los alimentos en el centro de las políticas públicas: revalorización.
  • Se debe promover la divulgación hacia la ciudadanía: generar conciencia de dónde vienen los alimentos que consumimos y el impacto que genera su producción en el planeta.
  • La importancia de la dieta mediterránea: producción 'km0' y de temporada.
  • Reducción del consumo de carne y potenciación del pasto para disminuir las emisiones de carbono.
  • Lucha contra el desperdicio alimentario.
  • Necesidad de acuerdos internacionales más fuertes para abordar el cambio y una mayor justicia alimentaria.
  • Potencial y responsabilidad de las ciudades para impulsar transformaciones en el sistema alimentario, ya que son grandes centros de consumo y aglutinadores de la población mundial.
 

¿Qué puedes hacer tú para contribuir al cambio? 

Este año Barcelona es la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible y esto se traduce en que la capital catalana acogerá el 7º Foro Global de Ciudades del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán este otoño. También implica que se llevarán a términos una serie de acciones y eventos tanto en la ciudad por parte del Ayuntamiento de Barcelona como la región metropolitana, con el apoyo del Área Metropolitana de Barcelona y del PEMB, y todo el mundo se podrá sumar. Además, tal y como ha apuntado el coordinador general del PEMB, Oriol Estela Barnet, invitamos a las personas y entidades interesadas en adherirse a la Carta Alimentaria Metropolitana de Barcelona (CARM), un instrumento para impulsar proyectos e iniciativas que favorezcan el cambio de modelo alimentario en la RMB. 'Los aspectos alimentarios son centrales, pero no son los únicos que abordamos desde el PEMB, porque estamos inmersos en el proceso 'Barcelona Demà' que nos ha de llevar a un nuevo Compromiso Metropolitano 2030, un conjunto de misiones compartidas entre los diferentes actores de la región para transformar realidad por un modelo que ponga en el centro la reducción desigualdades y segregación territorial', ha explicado Estela. A partir del mes abril el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona comenzará una serie de jornadas de trabajo abiertas a todo el/la que quiera participar. Os animamos a seguir el boletín del PEMB para estar al día de las próximas actividades que organizamos.

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