Quédate en 'qué' casa. Confinamiento, soledad y vivienda social

Estudio de caso: el proyecto Sant Eloi. Fundació Hàbitat3

Aunque parece evidente que un virus no debería discriminar entre fronteras o clases, la pandemia de la COVID-19 está impactando de una manera radicalmente distinta dependiendo del contexto y, sobre todo, de la situación frente a la vulnerabilidad y la incertidumbre. La crisis sanitaria ha vuelto a hacer aflorar la realidad de un mundo desigual, y cuidado, porque las presiones para reactivar la economía a cualquier precio pueden acrecentar dicha polarización.

Edificio Sant Eloi. Fuente: Taula dEntitats del Tercer Sector Social de Catalunya

Para las familias con presupuestos ajustados, especialmente en las grandes ciudades, la verdadera emergencia de salud podría manifestarse en la falta de vivienda. Un estudio elaborado en la Universidad de Minnesota determina que, en las poblaciones estadounidenses más densificadas, la cantidad de dinero que destinan las familias para gastos de vivienda (alquiler o hipoteca) supera el tercio de los ingresos recibidos, porcentaje máximo recomendado por especialistas. Además, entre los colectivos con salarios más bajos, un 80,2% de los que cobran menos de 10.000 dólares al año y un 52,8% de los que cobran menos de 20.000, invierten más del 50% de sus ingresos en poder materializar un hogar que, sin embargo, debería garantizarse como un derecho.

¿Qué determina este contexto? Una situación tan inestable frente a la vivienda que la pérdida del empleo de uno de sus miembros puede ser suficiente para que toda la familia se quede en la calle. Y efectivamente, 26,5 millones de estadounidenses han solicitado ya subsidios de desempleo desde mediados de marzo, lo que empuja a 1,5 millones de familias al riesgo real de perder su hogar.

Pero ¿qué incidencia tendrá en España? Es patente, tras la crisis de 2008, la importancia que tiene la vivienda en nuestro país como sector económico estructural y estratégico. De hecho, todavía se siguen acusando las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria en cuanto a ventas en propiedad, mientras se analiza con pavor cómo los precios del alquiler no dejan de crecer. Y en este escenario, surge una nueva crisis y la vivienda vuelve a ser protagonista. El “quédate en casa” ya no es una elección, pero ¿es para todo el mundo igual de sencillo cumplirlo? El presente artículo se centra en los colectivos cuya capacidad de decisión frente a este asunto viene determinada por su situación real frente a la vivienda.

Marchas de la dignidad. Fuente: Fotomovimiento (Flickr)

La crisis sanitaria está destapando no solamente la situación en la que se encuentran muchas familias frente a la inestabilidad en la vivienda, sino también la importancia que tiene su tamaño y diseño para la calidad de vida de quien tiene que permanecer confinado en ella. La situación más extrema la viven aquellas personas que se quedan en la calle, muchas de ellas por las razones expuestas anteriormente, que se enfatizan en países como el nuestro, con un importante mercado de trabajo informal.

Aun teniendo en cuenta el crisol de iniciativas solidarias internacionales que surgen estos días y que demuestran que otra relación con el entorno social y ambiental es posible, también se establecen innumerables contradicciones al respecto. Ferran Busquets, director de Arrels Fundació, lo expresa como el “derecho a la verdad” de las personas sin hogar, explicando los prejuicios y mitos que engloban a dicho colectivo: “a nadie le gusta mojarse cuando llueve, que le agredan o le roben, a nadie le gusta pasar frío”. Aun así, es común ver en los medios, e incluso por parte del ente público, cómo tratan esta situación desde el enfoque de la voluntariedad.

Vivir en la calle. Fuente: Arrels Fundació (Flickr)

En grandes metrópolis como Barcelona, ciudad y área metropolitana, la falta de un parque social de vivienda consolidado reduce las opciones para quien más las necesita. El mercado privado de alquiler asume la demanda, pero las fluctuaciones en sus precios y la falta de regulación evidencian su incompetencia como alternativa efectiva a la vivienda social (Pareja-Eastaway & Sánchez-Martínez, 2017). La escasez de alternativas habitacionales y las contingencias actuales potencian el debate entre la necesidad de vivienda social centrada en las personas más pobres y/o la vivienda asequible para todas. En esta dirección y tras la presión social que ejercen aquellos y aquellas en situación de alquiler, se están tomando medidas para, en cierto sentido, congelar la situación y que nadie se quede sin techo al menos durante la crisis.     

Desde el PEMB, y con la mirada puesta en el nuevo Plan Estratégico 2030, se plantea como un objetivo prioritario la reducción de las desigualdades y la segregación urbana. Para lograr una metrópolis cohesionada es crucial atender a las condiciones de acceso a la vivienda analizando las problemáticas existentes, pero también previendo las que están por venir tras el confinamiento, aunque con esto no basta. Aun cumpliendo con el Plan por el Derecho a la Vivienda en Barcelona 2016-2025, cuyo objetivo es alcanzar el 15% en el parque de viviendas destinadas a políticas sociales para 2027, sabemos que el hecho de disponer de una vivienda digna y asequible es solamente el primer paso para muchos colectivos vulnerables.

En esta dirección se otorgó la Beca Francesc Santacana 2018-2019 a un proyecto de investigación destinado a describir y valorar la situación de los colectivos más vulnerables dentro de la vivienda social, más allá de la pobreza o la condición de precariedad frente a la vivienda que les caracteriza, ¿cuáles son sus principales problemáticas?, analizables una vez disponen de una vivienda digna. ¿Podemos establecer tipologías o patrones entre las personas usuarias de vivienda social y mejorar nuestra capacidad de intervención mediante políticas públicas más adecuadas? Se presentan a continuación algunas de sus conclusiones más relevantes, relacionando estas con la situación excepcional contemporánea.  

Para la reconocida experta en vivienda, Carme Trilla, la Vivienda Social es toda aquella asequible, con un precio distinto al que marca el mercado inmobiliario, indiferentemente del modelo de inserción, programa de acompañamiento social, si lo tiene, titularidad o temporalidad de la misma. Su finalidad es la de paliar el déficit habitacional que genera la deficiente relación entre el mercado inmobiliario y la comprensión de la vivienda como un derecho humano, por lo que un precio subvencionado es su principal condición. Pero dentro de esta definición pueden encajar diversos programas sociales de vivienda. Para profundizar en la materia, Núria Lambea (2016) tiene un excelente artículo en el que categoriza y define los modelos de vivienda social a nivel nacional, donde cada comunidad autónoma tiene competencia propia al respecto.

En Barcelona, el programa de inserción en vivienda Sant Eloi de la Fundació Hàbitat3, que lleva desarrollándose desde 2014, es un buen ejemplo de ello. Representa una situación donde participan gran cantidad de actores: públicos, la Generalitat como titular y la Agència de l'Habitatge de Catalunya como gestora; del tercer sector, la Fundació Hàbitat3 coordina el trabajo de 8 entidades sociales que se encargan de los programas de acompañamiento (incluso durante la crisis); y todo tipo de colectivos en vulnerabilidad. El objetivo es diseñar y comenzar a testear en Sant Eloi un instrumento para categorizar a las personas usuarias de la vivienda social que pueda ser transferible al parque global de vivienda. Mediante una serie de ámbitos e indicadores recogidos en una ficha, se describen y valoran las principales situaciones. Variables como las relaciones sociales, la salud y el bienestar, la situación profesional y económica, o la adecuación a la propia vivienda, se emplean para describir sus problemáticas y comparar a las personas usuarias entre sí y de manera longitudinal en el tiempo. Con ello, se obtiene una información precisa, integral y operativa, a partir de la cual poder intervenir de un modo más adecuado y eficiente.

Gráficos estudio Sant Eloi

De las 32 viviendas totales situadas en el edificio Sant Eloi, se han rellenado 24 fichas. Para establecer la muestra se tienen en cuenta dos cuestiones; deben tener representación tanto las entidades que participan como las diferentes tipologías de habitantes de Sant Eloi. Se establecen dos diferenciaciones en tipologías: una, más sencilla, relacionada con el número de personas por vivienda, y otra derivada de la problemática principal de cada persona usuaria. Para la primera (gráfico1) se establecen dos grupos:

  1. Personas que viven solas, adultas, con una larga trayectoria de exclusión, enfermedad o grado de dependencia, y/o alguna adicción
  2. Hogares con familias en situación de pobreza. Responden a procesos incipientes de emancipación, suelen ser jóvenes, situaciones de maternidad con apoyo o simplemente, son familias en precariedad frente a la vivienda que determinan un proceso de inserción

La segunda catalogación en tipologías es más compleja (gráfico2). Es difícil establecer cuál es la principal problemática de cada usuario o usuaria, por lo que, en este sentido, es un apoyo la determinación que ofrece su programa de acompañamiento. Se establecen cuatro tipologías:

  1. Personas con problemas de salud mental
  2. Procesos de maternidad y emancipación
  3. Situaciones derivadas de adicciones o consumo
  4. Personas con trayectorias sin hogar

Para entender la comparativa entre tipologias presentada en los gráficos, señalar que el baremo de los cuatro ámbitos recogido en las fichas (Relaciones sociales / Salud y bienestar / Vivienda / Situación económica y profesional) responde a un listado exhaustivo y excluyente que pondera de 1 a 4 las situaciones concretas de cada persona usuaria, donde 1 representa una mayor situación de vulnerabilidad. A continuación, se presenta la síntesis de los resultados obtenidos junto con algunas propuestas de intervención. Se ordenan de mayor a menor importancia, siguiendo su valoración global:

1/ La falta de relaciones sociales define la principal problemática valorada en Sant Eloi. Esto afecta a todas las tipologías, pero sobre todo a las personas que viven solas y con algún tipo de enfermedad. En este sentido son muy positivas las actividades, de todo tipo, que realizan las entidades junto a ellas. Sería recomendable aunar esfuerzos entre entidades para poder realizar actividades que involucren, de forma voluntaria, a los y las habitantes de Sant Eloi de manera conjunta. El objetivo prioritario es superar las situaciones más extremas a partir de afianzar un primer nivel de relaciones o red social con el vecindario de la comunidad. No se puede permitir el confinamiento de la exclusión social.

Es necesario aquí abrir un paréntesis. Aunque las conclusiones son incipientes y sería pertinente aumentar la muestra para que tuvieran cierta validez global, es interesante el hecho de que sea la falta de relaciones sociales la problemática principal determinada. El baremo de este ámbito se ha realizado a partir de las siguientes variables: (A) Familia ascendente y amigos, (B) Familia descendente, (C) Relaciones sociales y convivencia, (D) Actividades sociales y (E) Integración cultural. Para las personas usuarias que viven solas, una media de 1,9 significa tener una familia muy reducida, de relación estable con un familiar directo y/o amigo como máximo, y sin pareja. Con relaciones que no pasan de la cordialidad en su comunidad de vecinos y actividades sociales forzadas a algún tipo de rutina (como un comedor social o pautas impuestas por su entidad), trabajo u asociación. El resto de actividades que realizan o son inexistentes, o no están consideradas como integradas en la sociedad. En ciertos casos, también se da una falta de integración cultural, el idioma es limitado y/o las relaciones se reducen a colectivos que comparten su situación o vulnerabilidad. ¿Cómo estará viviendo la crisis este colectivo? Desde el PEMB ya se ha planteado el tratamiento de la soledad como un reto estratégico y un elemento fundamental para avanzar en la resiliencia y la cohesión social en nuestra metrópolis de cara al futuro. 

2/ Conforme a la Vivienda hay dos situaciones a destacar. La valoración es muy positiva para el colectivo que forman aquellos y aquellas que tienen algún tipo de enfermedad, ya sea derivada de adicciones, vida en la calle, salud mental o cronificada. En Sant Eloi el modelo de inserción en vivienda viene ligado a un programa de acompañamiento y en este sentido ambos son clave para la recuperación y/o estabilidad. La cara negativa de esto, es que las personas usuarias no terminan de integrarse en la comunidad, sobre todo aquellas con problemas de salud mental, ocasionando algunos conflictos de convivencia destacables. Las unidades familiares dentro del programa de acompañamiento a la maternidad se encuentran en situaciones en las que les es imposible salir de Sant Eloi hacia una vivienda dentro del mercado de alquiler privado. La diferencia en cuanto al gasto es sustancial y por ello permanecen en viviendas que ya no se adecuan a su situación.

Deshaucio en la calle Villarroel. Fuente: Fotomovimiento (Flickr)

3/ Una vivienda digna y mantenida, junto con el programa de acompañamiento, ha sido clave para mejorar la situación inicial de salud de las personas usuarias. En este sentido, todas se han beneficiado. Destacar que los colectivos con enfermedades crónicas se encuentran en su mayoría estables y las situaciones que necesitaban apoyo a la maternidad han superado su situación inicial y gozan de buen estado de salud. Por tanto, es recomendable continuar trabajando de manera interdisciplinar entre profesionales que brindan un apoyo necesario y bien articulado con respecto a la necesidad de cada usuario o usuaria, lo que se materializa en los programas de acompañamiento gestionados por las entidades. Por otro lado, se tiene que potenciar su situación de bienestar. En la mayoría de los casos, aunque tienen una buena gestión de la vida diaria, pueden mejorar el ocio. Éste, o es inexistente o no implica una relación con el resto. La propuesta para mejorar las relaciones sociales se aplica también aquí.

4/ Aunque la totalidad de las personas usuarias provienen de una situación de pobreza y precariedad frente a la vivienda, el ámbito de situación económica y profesional es el mejor valorado. En su mayoría son unidades familiares autónomas con respecto a sus gastos. Es evidente que las familias jóvenes pueden seguir mejorando, ya que trabajan pero siguen sin tener los recursos para poder optar a un alquiler privado. En estos casos necesitan mejorar su cualificación profesional y es necesario un apoyo en este sentido. Por otro lado, la mayoría tienen algún tipo de prestación pública, apoyo por parte de su entidad, o pueden trabajar gracias a un CET. En este sentido, las personas usuarias que provienen de una situación sin hogar y que han vivido en la calle, tienen que mejorar su situación con respecto a la autonomía económica. Empezar a adquirir algunas rutinas de trabajo es clave para poco a poco superar una situación que, en ciertos casos, es de total dependencia. 

En conclusión, aunque no debe considerarse este como un instrumento de medición contrastado, el interés del análisis de sus primeros resultados invita a seguir desarrollándolo, debiendo abarcar para ello una mayor escala o muestra. La reflexión general que la investigación quiere plantear surge de una conversación con Joan Batlle, director de Programas Sociales de vivienda en la Agència de l´Habitatge de Catalunya. Ésta, afianza criterios para la creación de un sistema público organizado de vivienda global, multinivel y garantista en Cataluña. Un ente similar al educativo o sanitario: adecuado para el conjunto de la población, no solo a los colectivos más vulnerables; que atienda, además de la vulnerabilidad relacionada con la precariedad frente a la vivienda, las realidades o problemáticas derivadas; y finalmente, que garantice el derecho a la vivienda, cumpliendo así con la Constitución (Burón, 2008; Pisarello, 2013).

 

 

*Para profundizar en el funcionamiento del instrumento presentado, así como en la ficha y el baremo de sus ámbitos o la bibliografía consultada, no duden en ponerse en contacto con el autor del artículo

*Las imágenes que ilustran el artículo corresponden a una publicación de la Taula d'Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya y a las cuentas de Flickr de Fotomovimiento y Arrels Fundació

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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