A partir de la lección aprendida durante la crisis de 2007-15 sobre la importancia de la industria y su peso específico en el sistema económico, vuelve a tomar importancia la competitividad de este gran sector y la eficacia de los procesos de transferencia tecnológica. ¿Cómo se puede conseguir que todo el capital de conocimiento y tecnología que se genera en las universidades, institutos de investigación y centros tecnológicos, pase a las empresas industriales en forma de innovaciones que generen mejoras y saltos en su competitividad?

Se trata de un problema endémico que se ha intentado abordar durante años desde diferentes perspectivas con buenos resultados puntuales, pero a la vez resultados sistémicos poco relevantes.

Algunos expertos del sector apuntan a la desconfianza histórica entre los perfiles de empresario y de investigador, y en las dificultades de entendimiento por el hecho de hablar diferentes lenguajes y tener diferentes ritmos e intereses. Pero estos perfiles han evolucionado en la última década, al tiempo que han surgido perfiles intermediarios, tanto en algunas empresas como en todos los centros de investigación. Y con la crisis, se generaba un mayor incentivo para la introducción de innovaciones y reformas, abriéndose un espacio de intereses compartidos.

Ante esta situación, aparentemente más propicia para la normalización de la transferencia tecnológica, desde el PEMB se optó por la vía directa: definir un programa que reuniera empresas y centros de investigación que, voluntariamente, quisieran contactar parar conocerse mutuamente y explorar las posibilidades de emprender proyectos de investigación aplicada. Así mismo, se optó por llevar a cabo una primera edición del programa, de forma excepcional.

Este informe técnico, pues, describe el Programa para la Modernización e Innovación de la Industria, con la metodología que se utilizó en la primera edición desde el PEMB.