Infraestructura verde metropolitana para la adaptación al cambio climático

Metrópoli Resiliente

El potencial de la infraestructura verde urbana y metropolitana de Barcelona para contrarrestar las emisiones de carbono, la contaminación atmosférica y los episodios extremos de calor o precipitación suele ser limitado y/o incierto, sobre todo a nivel municipal. Esto significa que, en general, la magnitud de estos problemas medioambientales y climáticos es todavía demasiado elevada a escala de ciudad en comparación con la contribución que hacen o pueden realizar los servicios ecosistémicos urbanos de regulación para atenuar sus impactos.

Infraestructura verda

A escala metropolitana, la proporción de infraestructura verde respecto al suelo edificado o urbanizado es substancialmente superior a la del municipio de Barcelona. Sin embargo,la evaluación de los servicios ecosistémicos en estas escalas también muestra contribuciones generalmente modestas en el balance general del carbono, es decir, en la relación entre la captura y las emisiones de carbono del territorio, exceptuando las zonas más forestales y poco pobladas de la región. Además, la alta capacidad de las grandes áreas de infraestructura verde metropolitana (como la red de espacios naturales protegidos) para contribuir a la mejora de la calidad del aire o la reducción del estrés térmico (a a través de la evapotranspiración) generalmente no se puede materializar debido a la distancia a la que se encuentran de los lugares de mayor 'demanda', tales como las zonas urbanas residenciales más afectadas por la contaminación del aire o el efecto de manzana de calor.

Estos resultados indicarían que la escala relevante para la aplicación de estrategias de infraestructura verde orientadas a la mejora de la calidad del aire o la adaptación al cambio climático probablemente se limita al nivel de ciudad o incluso a escalas inferiores. Por otra parte, seguramente las estrategias de mitigación del cambio climático deben abordarse desde una escala global, es decir, reduciendo emisiones y conservando o incrementando los grandes sumideros naturales de carbono a nivel mundial, como los bosques tropicales. La siguiente Tabla sintetiza la evidencia científica relacionada con el potencial de los cuatro servicios ecosistémicos de regulación analizados en este artículo para la mejora de la calidad del aire y la mitigación y adaptación al cambio climático en Barcelona, considerando a la vez tres escalas territoriales: metropolitana/regional, urbana y suburbana. La tabla es consistente con otros estudios similares realizados previamente teniendo en cuenta otros casos de estudio (ver Pataki et al., 2011 y Demuzere et al., 2014).

Tabla. Rol de la infraestructura verde en relación con la calidad del aire y la mitigación y adaptación al cambio climático en Barcelona, considerando la escala suburbana, urbana (ciudad) y regional (provincia/región metropolitana). Fuente: elaboración propia a partir de las siguientes fuentes: Baró et al. (2014); Barón et al. (2016); Barón y Gómez-Baggethun (2017); Barón et al. (2019).

 

 

Región metropolitana

(escala regional)

Ciudad

(escala urbana)

Espacio verde o calle

(escala suburbana)

Filtración de contaminantes atmosféricos

(mejora de la calidad del aire)

Relevancia baja

Relevancia baja

Dependiendo de la composición y configuración de la vegetación

Captura y almacenamiento de CO2

(mitigación cambio climático)

Relevancia moderada/baja

Relevancia baja

No definido

Control de la escorrentía (adaptación al cambio climático)

Relevancia potencial moderada

Relevancia moderada

Relevancia moderada/alta

Regulación de la temperatura urbana (adaptación al cambio climático)

Relevancia potencial baja

Relevancia moderada

Relevancia moderada/alta

En base a esta síntesis del conocimiento disponible (y también de las incertidumbres todavía existentes), se pueden extraer las siguientes implicaciones o conclusiones en cuanto a la planificación y gestión multiescala de la infraestructura verde en la región metropolitana de Barcelona4 y su rol potencial por la mejora de la calidad del aire y la mitigación/adaptación al cambio climático.

Primero, los problemas de contaminación atmosférica y los objetivos locales de reducción de gases de efecto invernadero deben abordarse principalmente mediante políticas de reducción de las emisiones, tales como medidas para la limitación del tráfico motorizado o de eficiencia energética. En otras palabras, las políticas urbanas de mitigación del cambio climático y mejora de la calidad del aire deberían centrarse sobre todo en las fuentes de contaminación(infraestructuras edificadas y sistemas de transporte)más que en los sumideros(la vegetación urbana que absorbe carbono y otros contaminantes).Las estrategias de infraestructura verde urbana pueden jugar un papel complementario, pero no principal, en la implementación de estas políticas.

Segundo, la infraestructura verde urbana puede contribuir a desarrollar estrategias de escala suburbana para mejorar la calidad del aire y la adaptación al cambio climático, contribuyendo al mismo tiempo a la salud y bienestar de los ciudadanos.Así, por ejemplo, los parques, jardines o ejes verdes pueden actuar como 'espacios saludables' de aire fresco y limpio en las ciudades. El potencial de las cubiertas verdes, el arbolado urbano o otras intervenciones verdes a pequeña escala es también especialmente relevante debido a la densidad y compacidad del tejido urbano de Barcelona y otras ciudades metropolitanas. Tal y como muestra el estudio de Baró et al. (2019), el arbolado urbano juega unpapel redistributivo relevante en relación con la provisión local de servicios ecosistémicos de regulación en Barcelona, especialmente debido a la distribución desigual e irregular de otros componentes de la infraestructura verde urbana, como los parques o jardines urbanos.Además, este rol redistributivo del arbolado parece beneficiar especialmente a colectivos vulnerables a los impactos del cambio climático y la contaminación atmosférica, como la gente mayor.

Infraestructura verda

Tercero, para estimar la contribución o efectividad de la infraestructura verde en relación a la calidad ambiental y los retos climáticos, también es necesario tener en cuenta sus potenciales perjuicios o “desservicios”, sobre todo a la hora de planificar y gestionar su implementación en entornos urbanos. Existe evidencia científica de los efectos negativos que pueden provocar algunas especies de arbolado sobre la calidad del aire, ya sea a través de la emisión de compuestos volátiles orgánicos, de polen alérgeno o debido al efecto barrera por a la dispersión de contaminantes atmosféricos que en determinadas condiciones pueden provocar a escala callejera (Eisenman et al., 2019).El arbolado urbano o los bosques periurbanos/metropolitanos también pueden ser contribuidores netos de emisión de gases de efecto invernadero, especialmente si están sometidos a factores que limiten su crecimiento y vitalidad o directamente a perturbaciones ambientales como los incendios forestales.Asimismo, en climas mediterráneos como el de Barcelona, el aumento del efecto microclimático de reducción de temperaturas a través de la evapotranspiración puede suponer un riesgo de escasez de recursos hídricos, especialmente si este incremento va ligado a una mayor necesidad de agua de riego por parte de la vegetación urbana.

Cuarto, aunque el alcance de nuestra síntesis se limita a cuatro servicios de regulación, la infraestructura verde obviamente también proporciona servicios y beneficios adicionales, tales como el control de la erosión, la mejora de la calidad del agua o toda una serie de beneficios para la salud y el bienestar de las personas relacionadas con los servicios intangibles o culturales de la naturaleza, incluyendo las oportunidades para el ocio, la apreciación estética o la educación ambiental. A diferencia de las infraestructuras urbanas tradicionales (por ejemplo, la infraestructura viaria), por lo general diseñadas con un solo propósito, el valor añadido de la infraestructura verde urbana y metropolitana es su naturaleza multifuncional.

En resumen, la planificación y la gestión de la infraestructura verde del ámbito metropolitano de Barcelona en el contexto de su contribución a mitigar el cambio climático y adaptarse a él, junto con la mejora de la calidad atmosférica, requieren un planteamiento holístico y multi -escalar. Los planificadores y gestores del territorio deben tener en cuenta todo el abanico de servicios ecosistémicos proporcionados por los diversos componentes de la infraestructura verde y las sinergias o incompatibilidades entre ellos, junto con las diferentes escalas territoriales en las que estos servicios pueden ser significativos o relevantes. Este planteamiento exige una elevada coordinación institucional entre todos los entes públicos que se ocupan de las políticas urbanas y ambientales en la metrópolis de Barcelona, así como la armonización de los instrumentos de planificación territorial y sectorial.

Para saber más, puedes encontrar otros documentos relacionados con la metrópoli resiliente aquí, donde también podrás consultar el paper original entero de este artículo. 

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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