Redes y sinergias culturales en la RMB

Metrópoli Inteligente

Ésta es una radiografía de los agentes que en estos momentos llevan a cabo una actividad cultural destacada en las ciudades que conforman la región metropolitana y que podrían ser susceptibles de formar parte de sinergias y redes para impulsar la cultura en toda la zona y el flujo de usuarios en todas las direcciones entre municipios y en relación a la ciudad de Barcelona. A pesar de los desequilibrios, diversidad y complejidad de un territorio de 5 millones de habitantes, existen infraestructuras e iniciativas más o menos suficientes para poder trazar un plan de cohesión cultural de toda el área, siempre teniendo en cuenta que es necesario cambiar la situación endémica de carencia de recursos económicos y humanos en el sector. Se señalan también las dinámicas de conexión que ya existen entre agentes culturales –como las redes museísticas, por ejemplo– que podrían ser un punto de partida y un modelo válido de coordinación y colaboración de cara al futuro. Los eventos transversales e interdisciplinares y los centros que integren la formación de creadores y la producción de proyectos, como las llamadas Fábricas de Creación, por ejemplo, son un tipo de iniciativa a tener en cuenta y aportan un carácter participativo y abierto al actividad cultural. Con la conciencia de que Barcelona nunca dejará de desempeñar un papel de liderazgo en el conjunto de la región, se apunta también la necesidad de una voluntad política firme de impulso a la cultura por parte de la totalidad de los municipios que conforman la región metropolitana.

Redes y sinergias culturales en la RMB

Las grandes ciudades generan tanto fuerzas centrífugas como centrípetas. Atraen iniciativas e impulsos productivos hacia adentro y al mismo tiempo pueden llegar a expulsarlas. Sin embargo, de la unión de las direcciones contrarias de las dos fuerzas puede surgir un equilibrio enriquecedor y beneficioso tanto por lo que existe dentro como en la corona externa de la ciudad. La región metropolitana de Barcelona carece de pocos retos en este sentido de cara al futuro. La cultura, a pesar de las cuatro décadas de democracia, es uno de los ámbitos que más ha costado construir y articular a lo largo de estos años, sobre todo en lo que respecta al sector público, en una zona que debe dar servicio a 5 millones de años. habitantes. En algunos casos costó mucho que se acabaran y/o rehabilitaran y empezaran a funcionar nuevos equipamientos como es el caso de las peripecias para llegar a tener lista el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) o el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Además, la desorientación e incertidumbre en unas políticas culturales que han dependido demasiado de los cambios de los gobiernos en todas las administraciones públicas y la infradotación económica que sufre la cultura de forma endémica han obstaculizado que el tejido cultural de la zona se haya desplegado con fluidez . Las reflexiones y debates sobre la cultura caen en terreno baldío cuando no existen políticas culturales claras y decididas por parte de ninguna administración.

La articulación de este tejido en un área densamente poblada y nada homogénea -aunque pueda parecerlo en algunos momentos, sobre todo en el caso de las llamadas “ciudad dormitorio”- no es fácil pero la situación no es para hacer un análisis basado en el catastrofismo porque poco a poco han ido surgiendo iniciativas y muchas desde la propia sociedad civil, que son un éxito y que debe tenerse en cuenta que no se ponga en peligro su continuidad. Por otro lado, a pesar de algunos desequilibrios, sobre todo en proporción al número de habitantes existentes en algunas zonas de la región metropolitana de Barcelona, existen infraestructuras más o menos suficientes para poder trazar un plan de cohesión cultural de toda el área. Evidentemente, que se necesitan nuevos equipamientos e iniciativas en ciudades con menor actividad cultural, pero es urgente dar la vuelta a la situación de la falta de recursos económicos y humanos en el sector. Un análisis pormenorizado de muchas de las infraestructuras e iniciativas culturales de todo el territorio metropolitano, incluyendo Barcelona, que seguro contrastaría la hipótesis de que parte de la actividad cultural funciona de forma precaria y se sostiene/ sobrevive gracias al voluntarismo y sobreesfuerzo de los suyos agentes y sobre todo de los creadores.

Por otra parte, tampoco deben abandonarse ni dejar morir las redes y dinámicas de conexión que ya existen a través de convenios estables y no sólo circunstanciales que permitan la continuidad de los proyectos, tanto en el ámbito público como en el privado . La visión a medio y largo plazo es fundamental, como se ha demostrado en planes culturales de gran éxito e implantación en el territorio, como, por ejemplo, el plan de la Red de Bibliotecas Municipales de la Diputación de Barcelona. Pero el papel del sector público en la articulación de estas sinergias debe ser crucial. También sería imprescindible la necesidad de aumentar los patrocinios privados pero ésta es otra cuestión en un país con poca tradición en este sentido y con una carencia terrible como es la ausencia de una ley de mecenazgo con cara y ojos que necesitaría un estudio al margen.

Una reciente iniciativa, precisamente, se configura como un acontecimiento cultural con voluntad metropolitana e intercomarcal que poco a poco se va consolidando. Se trata del Festival Danza Quincena Metropolitana, en el que participan diez municipios de la región y que ya ha llegado a su cuarta edición en 2021 y ya se prepara para la edición del próximo año. En la última convocatoria, que tuvo lugar del 5 al 21 de marzo, el festival se celebró en varios espacios de Badalona, Barcelona, Cornellà, El Prat, Esplugues, Hospitalet, Sant Cugat, Santa Coloma, Terrassa y Viladecans, con una programación que incluía 240 actividades en torno a la danza, con espectáculos para todos los públicos, así como conferencias, talleres y cine sobre danza online, a través de la colaboración con el festival Choreoscope y la plataforma Filmin. ¿Hasta qué punto este festival puede servir de modelo para otros eventos culturales similares a nivel metropolitano? Y sobre todo, una actividad como ésta, contribuye a aumentar la movilidad del usuario cultural entre ciudades -por ejemplo, desde Barcelona hacia afuera- o simplemente se añade a la oferta cultural de cada municipio, sin provocar un flujo interurbano significativo?

La experiencia del Festival Danza Quincena Metropolitana puede ser un buen laboratorio para experiencias metropolitanas futuras, que siempre necesitarán de la complicidad y voluntad expresa de los municipios implicados, por lo que es prioritario consolidar o algunos casos crear p

rácticamente desde cero las políticas culturales locales, que en muchas ocasiones dependen demasiado de los vaivenes electorales y de la carencia de voluntad política para impulsar, la que suele ser siempre la hermanita pobre de cualquier presupuesto público: la cultura.

En este sentido, otra experiencia que puede llegar a ser una referencia cultural conjunta a nivel metropolitano es la celebración de la bienal de arte contemporáneo Manifesta 15 en 2024, que se anunció a finales del año 2020. La Manifesta 15, que cada dos años y desde 1996 tiene lugar en una ciudad europea diferente, tendrá como sede Barcelona pero también a diez subsedes más de la región metropolitana: Mataró, Hospitalet de Llobregat, Terrassa, Badalona, Sabadell, San Cugat del Vallés, Cornellá de Llobregat, El Prat de Llobregat, Granollers y Santa Coloma de Gramenet. El anuncio de que la bienal Manifesta 15 será un evento descentralizado y se desplegará a través de once municipios. Ésta ha sido seguramente la decisión que mejor acogida ha tenido de este anuncio, que de entrada no ha estado exenta de polémica ni reticencias por parte de algunos sectores artísticos. Sin embargo, tanto la organización previa del evento como su ejecución final, la experiencia de la Manifesta 15 será también un laboratorio -en este caso a gran escala y con eco internacional- de cómo se pueden llegar a configurar laboraciones conjuntas a nivel metropolitano.

Especificidades valiosas

Con la conciencia de que Barcelona no dejará nunca de ser motor fundamental de toda la actividad cultural de la región metropolitana de Barcelona, es imprescindible anclar los centros y eventos consolidados que forman parte de la idiosincrasia de cada sitio, tanto a nivel local como comarcal. Sólo así será más fácil crear redes y complicidades que acaben enriqueciendo a todos. La especificidad y la heterogeneidad no pueden dejarse de lado porque es precisamente esta diversidad de propuestas la que enriquece la red y sobre todo la que evita repeticiones que podrían afectar aún más a la movilidad de público entre los diferentes municipios metropolitanos.

En este sentido, los museos y centros de interpretación locales, por ejemplo, que conservan, estudian y difunden la historia y el patrimonio de las ciudades incluidas en la región metropolitana de Barcelona, deben ser centrales en la configuración cultural del sitio pero también deben tener una visión panorámica hacia las ciudades vecinas, sobre todo en el caso de las capitales o co-capitales de comarca pero también ser capaces de atraer al público de Barcelona. Un ejemplo de cómo puede irradiar un centro cultural de dentro hacia afuera podría ser la Fundación Palau i Fabre de Caldes de Estrac, que en este caso no está dedicada a un tema “local” sino que se centra en la figura de un personaje central en la cultura catalana como es el poeta Josep Palau i Fabre.

Hay otros casos interesantes que ilustran cómo desde museos locales, a veces de pequeñas dimensiones y desgraciadamente infradotados, consiguen un interesante equilibrio entre lo local -con un interés concreto de velar por el patrimonio de la ciudad- y lo más, digamos, de interés general. Sin perder nunca de vista la conexión con el entorno más cercano, impulsan actividades que apelan a un público de todas partes y generan debates que no se quedan en el contexto cercano. Se trataría de un esquema basado en círculos concéntricos. Son instituciones que realizan un esfuerzo muy importante, cada una en su dimensión y contexto, para mantener la imbricación en el tejido local. Es el caso, por ejemplo, del Museo de Arte de Cerdanyola del Vallès, el Museo-Archivo Tomàs Balvey de Cardedeu, el Museo Abelló de Mollet, el Museo de Arte de Sabadell, el Museo de Granollers, el Museo Can Tinturé y el Museo de la Cerámica La Rajoleta de Esplugues, el Museo Palacio Mercadero de Cornellà, el Museo de Gavà, el Museo Víctor Balaguer de Vilanova y la Geltrú, el Museo de Mataró (con todas sus extensiones) o el Museo de Badalona.

En el caso de las comarcas con tradición de turismo interno como el Garraf, el Maresme o el Alt Penedès, el flujo del público externo ya funciona de forma natural en muchas de sus iniciativas culturales. Los Museos de Sitges, el Museo Thermalia de Caldes de Montbui o el Vinseum de Vilafranca del Penedès son ejemplos del equilibrio entre el flujo interno y externo de público

En el caso de los museos debe llamarse el esfuerzo que hacen las redes museísticas que van más allá de los confines metropolitanos y que también intentan compensar equilibrios como la Red de Museos de Arte de Cataluña, la Red de Museos Locales de la Diputación de Barcelona o iniciativas como el Programa de Artes Visuales , también de la Diputación, que conceptualiza y produce exposiciones de arte contemporáneo. Las sinergias que han generado estas redes, que insisto, necesitarían más recursos para desplegar acciones más contundentes, se pueden aprovechar para acciones conjuntas futuras a nivel metropolitano.

Del mismo modo hay eventos culturales que también mantienen un excelente equilibrio entre su arraigo a la tradición y colectivos locales, pero también tienen vocación de ir más allá. Hay dos ejemplos de festivales dedicados al ámbito de la imagen, que pese a tener magnitudes distintas, que ilustran esta voluntad. Por un lado, en Granollers, el festival Panorámico , que se define como un certamen dedicado al “cine, la fotografía y más”, tiene, en cambio, un talante multidisciplinar en torno a la imagen fija y la imagen en movimiento, con disciplinas que van de la fotografía al cine, el vídeo, la instalación y otras prácticas visuales contemporáneas y programa exposiciones, proyecciones, debates, talleres y conferencias en diversos espacios de Granollers, sede central del evento, pero también incluye actos y exposiciones en Barcelona. El Panorámico llegará en otoño del 2021 a su quinta edición.

Otro certamen, con una historia y una dimensión menor, dedicado a la imagen es el festival Lumínic, centrado básicamente en la fotografía de autor, y que tiene su sede en Sant Cugat del Vallès. En este caso, el certamen cuenta sólo con dos ediciones pero en la última correspondiente al 2021, ha traído tres de sus exposiciones a Barcelona. Tanto el Panorámico como el Lumínico, también tienen en común contar con el apoyo organizativo de las correspondientes administraciones municipales pero están gestados e impulsados por equipos de profesionales en la materia: la escuela Grisart en el caso del Panorámico, y la plataforma Lumínic, por respecto al Luminíc. Impulsados desde la periferia de Barcelona, ambos festivales incorporan espacios de la ciudad y así amplifican su influencia.

En el ámbito de los espectáculos y artes escénicas, la región metropolitana de Barcelona genera eventos que también tienen una dimensión que va más allá del contexto local. No podemos dejar de lado auténticos fenómenos culturales, sobre todo para mantenerse largamente en el tiempo de una forma digna. Un buen ejemplo es la Asociación Amigos de la Ópera de Sabadell, que lleva casi cuatro décadas produciendo y programando espectáculos de ópera, más allá de la potencia indiscutible del Gran Teatre del Liceu. A lo largo de su historia, esta asociación ha realizado más de 900 espectáculos, que se han representado no sólo en Sabadell, sino en teatros de toda Cataluña (numerosos en la región metropolitana), del Estado español e incluso todo a nivel internacional. Es otro ejemplo de iniciativas culturales surgidas a partir del empuje de la sociedad civil, con la ayuda de las administraciones y patrocinios privados, que no pueden quedar al margen en cualquier planificación de políticas culturales a medio y largo plazo.

En el ámbito de la música y la danza, no podemos dejar de mencionar iniciativas que ya tienen una trayectoria importantísima como el Festival de Jazz de Terrassa, también con 40 años de historia; el Festival Internacional de Blues de Cerdanyola, que lleva celebrándose casi hace 30 años; o el Festival Altavoz de Sant Boi de Llobregat  , que llegará a su 32ª edición en 2021. Más joven es, por ejemplo, el festival Dansòmetre de Vilafranca del Penedès, que ha llegado a su cuarta edición, y dedicado no sólo a la exhibición de espectáculos de danza, sino también a la formación. Ni tampoco podemos dejar de lado uno de los eventos culturales veteranos de nivel internacional que genera una importante movilidad en cuanto a los espectadores: el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, que tiene lugar desde 1968 en Sitges.

Transversalidades

La transversalidad y la ruptura de disciplinas en materia cultural forma parte ya intrínseca de las prácticas creativas contemporáneas y éste es un aspecto que no se puede obviar actualmente. Un buen y pionero ejemplo de esta forma de hacer es el Festival Terrassa de Nuevas Tendencias, dedicado a los nuevos lenguajes artísticos y que ya tiene casi veinte años de existencia. El festival se define a partir de palabras como 'provocación, incomodidad, experimentación, diversión y, también, vulnerabilidad'. Es ya un certamen consolidado que también ha puesto en marcha un programa de acompañamiento a artistas residentes con el fin de darles espacio, tiempo, herramientas y medios para desarrollar nuevos proyectos de creación que se presentan en el marco del festival.

El apoyo a la producción ya la realización de proyectos para los creadores unido a la exhibición y difusión es uno de los rasgos de las llamadas Fábricas de Creación, un tipo de infraestructura que ha tenido un despliegue importante y exitoso, por ejemplo, en Barcelona con una red de espacios  impulsada desde el propio Ayuntamiento de la ciudad. Teniendo en cuenta la gran cantidad de arquitectura industrial en desuso disponible en la región metropolitana de Barcelona y con la riqueza arquitectónica que supone la conservación de estos edificios, las fábricas de creación pueden ser centros fundamentales para aglutinar buena parte de la actividad cultural de municipios, con procesos participativos, abiertos a toda la ciudadanía y que pueden generar interesantes flujos de movilidad entre las diversas ciudades.

Ejemplo de la vitalidad que aportan este tipo de infraestructuras es la Fábrica de Artes Roca Umbert de Granollers , espacio absolutamente interdisciplinario que aglutina espacios para las artes escénicas, salas de exposición, espacios para actividades diversas y talleres y residencias. El espacio, de 20.000 metros cuadrados y que empezó a destinarse a usos culturales en 2002, acoge a empresas y entidades de todo tipo. Otro modelo de fábrica de creación muy válido para inspirar futuros proyectos es L'Estruch de Sabadell, que apoya a los creadores de danza, teatro, circo imagen, artes visuales de toda Cataluña y del resto del Estado e incluso internacionalmente, con especial atención al entorno de la creación artística emergente. Ya hay iniciativas, muy embrionarias todavía, para crear nuevas infraestructuras con más o menos ese modelo. En Ripollet un grupo de ciudadanos, por ejemplo, ha lanzado la idea de un futuro centro de arte interdisciplinar que dé acogida a jóvenes creadores.

Otro modelo de apoyo a la exhibición y la producción es el que, impulsado estratégicamente desde la administración municipal, ha llevado a cabo L'Hospitalet del Llobregat, con el programa llamado Distrito Cultural. En una amplia zona de la ciudad, se ha apoyado la instalación de estudios de artistas y creativos, locales de ensayo y música en vivo, galerías de arte, espacios de producción audiovisual, estudios de diseño , arquitectura y publicidad, talleres de diseño de moda y joyas, etc. También se han aprovechado espacios industriales en desuso y antiguos talleres de los barrios. Toda esta infraestructura se ha añadido al tejido cultural ya existente en la ciudad como el Museo de L'Hospitalet o el centro de arte Tecla Sala.

En toda esta panorámica y en este retrato, a la fuerza sesgado, de la situación cultural en la región metropolitana de Barcelona se hace evidente que la voluntad política de las administraciones locales en la articulación de un programa cultural coherente y con perspectiva colectiva entre municipios de la zona es fundamental. Si en muchas ciudades todavía no existe una programación cultural con cara y ojos, será muy complejo crear una red de alcance metropolitano con cara y ojos y que no se quede como una experiencia aislada o como un programa piloto. También es necesaria la buena disposición de Barcelona para generar colaboraciones conjuntas y descentralizadas. El trabajo que queda es ingente.

Para saber más, puedes encontrar otros documentos relacionados con la metrópoli inteligente aquí, donde también podrás consultar el paper original entero de este artículo. 

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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