La gobernanza metropolitana, el debate menor en los grandes fórums urbanos
- Maria Cortada - Gabinete técnico del PEMB
- 30-06-2017
- 218 Lecturas
Entre el 19 y el 22 de junio se celebró en Montreal el gran evento anual de Metropolis, su XII Congreso Mundial. La asociación, que tiene su Secretaria General ubicada en Barcelona, reúne actualmente 138 ciudades o áreas metropolitanas de todo el mundo con más de un millón de habitantes, con el objetivo de establecer y reforzar una red de conocimiento y experiencias compartidas sobre la construcción metropolitana: gobernanza, innovación urbana, sostenibilidad, asistencia técnica y financiera, o internacionalización.
El lema de este congreso fue “Retos globales: metrópolis en acción”, y sus objetivos iniciales hacían referencia a la necesidad de apoyo político global al reconocimiento y desarrollo de las metrópolis: necesidad de declaraciones de los líderes mundiales, de benchmarking de buenas prácticas y de enriquecimiento del debate global sobre la gestión metropolitana. En este sentido, la Declaración de Montreal final cumple con estos objetivos y manifiesta su apoyo a otros acuerdos globales previos, como son el Acuerdo de París, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana.
Como expresó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, las metrópolis y las ciudades tienen un rol cada vez más importante en la resolución de los retes globales, porque es en las aglomeraciones urbanas donde se generan gran parte de los problemas, pero también donde hay más riqueza de recursos y creatividad para encontrar las soluciones. Pero por otro lado, este rol no se ve suficientemente reconocido, ni en el ámbito de las relaciones internacionales, todavía protagonizadas por los estados, ni en el ámbito de la autonomía fiscal, ya que los ingresos de las metrópolis provienen mayoritariamente de transferencias de otros niveles de gobierno, básicamente del estado. Así, la diplomacia de las metrópolis y la autonomía fiscal son, pues, dos de las reivindicaciones que estuvieron presentes en las mesas de los representantes políticos.
Pero más allá de los necesarios debates y mensajes institucionales, en las sesiones de trabajo y discusión se entró en otras temáticas también relevantes para las metrópolis: la lucha desde las ciudades contra el cambio climático y para un desarrollo sostenible, la inclusión y la convivencia sociales, la innovación y el open data en la gestión urbana, y también la gobernanza metropolitana. Y resulta curioso observar como las diferente temáticas (desde el cambio climático a la cohesión social, pasando por la innovación) se tratan sin tener en cuenta la complexidad que representa su necesario trato a escala metropolitana. En este sentido, quizá es necesario hablar de la gobernanza metropolitana del cambio climático, del urbanismo inclusivo y del derecho a la ciudad, etc., de forma integrada y no creando un espacio exclusivo para la gobernanza metropolitana.
Y de forma análoga, la gobernanza no tiene que quedar restringida al debate jurídico-administrativo, sino que también tiene que incorporar las implicaciones políticas en cada caso. Tal y como nos explicó Pierre Mansat el pasado 17 de mayo, hablando del Grand Paris, la institucionalización de la metrópoli es un paso importante y necesario en la construcción metropolitana, pero antes hay que saber para qué se crea la institución, que políticas se tienen que desarrollar en el nivel metropolitano y de qué forma.
En este caso, del XII Congreso Mundial de Metropolis, se le dio un cierto espacio, suficiente teniendo en cuenta la variedad de temas que se querían tratar, pero quizá insuficiente dado el carácter tractor que puede tener la gobernanza en la construcción de las metrópolis y todo su abanico de políticas. Fue una sesión encabezada por una ponencia de la Dra. Mariona Tomàs, profesora de ciencia política de la Universidad de Barcelona, especializada en gobernanza metropolitana, políticas urbanas y gobierno local; una ponencia en la que mencionó los temas clave que acaban definiendo la gobernanza metropolitana, y de los que se generan muchos interrogantes:
- ¿Qué delimitaciones territoriales debe tener? ¿Metrópoli, área, región, aglomeración urbana? ¿Cómo definir un estándar de cada concepto y qué utilidad debe tener?
- ¿Qué grado de institucionalizacióndebe tener una metrópoli? ¿Y qué evolución institucional puede ser la más adecuada para la realidad de cada lugar?
- Gobierno metropolitano: de elección directa o indirecta, a través de los gobiernos municipales; y la correspondiente administración, de tamaño adaptado a la carga competencial.
- Agencias sectoriales: de carácter técnico para la prestación de servicios.
- Sistemas de coordinación verticales entre otros niveles de gobierno para la implementación de políticas en un nivel geográfico metropolitano.
- Solo acuerdos de cooperación voluntaria entre municipios.
- Competencias metropolitanas: ¿qué reparto de competencias tiene que haber? ¿Qué criterios generales más allá de la planificación, y qué particularidades en cada metrópoli? ¿Tiene que ser un reparto más claro por ámbitos competenciales enteros, o más complejo con competencias compartidas según “segmentos”?
- Fiscalidad metropolitana: para conseguir un gobierno metropolitano fuerte y no dependiente, es necesaria una cierta autonomía fiscal, con recursos propis. ¿Qué cesión de tributos y qué sistema fiscal se puede establecer a nivel metropolitano? ¿Y en casos de metrópolis con poca institucionalización, es oportuno y posible establecer igualmente mecanismos de coordinación y solidaridad fiscal?
- Relaciones verticales y horizontales: es importante establecer buenas relaciones verticales con otros niveles de gobierno, especialmente si hay relaciones de dependencia presupuestaria elevada. Pero también es igualmente importante mantener relaciones con el resto de actores metropolitanos del sector privado, del tercer sector, de la academia, etc., para establecer culturas de colaboración y co-diseño de políticas públicas.
Además, teniendo en cuenta que la constitución de las áreas metropolitanas depende en gran medida de la voluntad y decisión política de gobiernos regionales y/o estatales, parece que no hay un incentivo de estos gobiernos para ceder aquellas competencias que puedan otorgar más poder de decisión. En este sentido, en lugar de esperar a recibirla desde estas instancias superiores de gobierno, la legitimidad y fuerza de los gobiernos metropolitanos se puede conseguir de la ciudadanía si desde el principio se establecen mecanismos de buen gobierno democrático que garanticen la transparencia en las decisiones y la gestión, la rendición de cuentas y la participación ciudadana.
En cualquier caso, lo que está claro es que sin buenos sistemas de gobernanza, que contemplen todos los elementos necesarios para la construcción metropolitana, no será posible que desde las grandes urbes se puedan llevar a cabo con éxito las políticas de lucha contra el cambio climático, o de innovación en la gestión pública, o de urbanismo inclusivo y fomento de la cohesión social. Por lo tanto, tal vez es función de las redes de ciudades y metrópolis hacer más énfasis en tratar la gobernanza, y ayudar a superar así la falta de incentivos de gobiernos estatales, regionales o municipales para el fortalecimiento de los gobiernos metropolitanos. De esta forma, quizá se podrán empezar a cumplir las grandes expectativas que se depositan en el rol de las metrópolis sobre el futuro global.
Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.