¿Por qué las ciudades tienen un papel decisivo en la alimentación sostenible?

¿Cuál es el papel que deben jugar las ciudades en la alimentación sostenible? Cómo podemos contribuir a conseguir sistemas agroalimentarios sostenibles, inclusivos, seguros y diversificados como pide el Pacto de Milán?

Imagen de archivo de un campo de manzanas

Para resolver estas cuestiones y para celebrar la capitalidad de ciudad sostenible, el Ayuntamiento de Valencia ha organizado varios eventos como el que tuvo lugar durante los días 20 y 21 de abril en la Universidad Politécnica de Valencia con el lema Diálogos sobre nutrición y sistemas alimentarios sostenibles.

El simposio consistía en una serie de conferencias, paneles, plenarios y talleres, orientados a formular y debatir propuestas de política alimentaria que enriquecerán la próxima cumbre de ciudades del Pacto de Milán que tendrá lugar precisamente en Valencia entre el 19 y el 21 de octubre del 2017.

Debido a que el ayuntamiento de esta ciudad contaba con el apoyo de la FAO para organizar este simposio, una de las cuestiones nucleares fue los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A pesar de las críticas como, por ejemplo, que los ODS pueden ser entendidos como consecuencia del fracaso de compromisos anteriores -los Objetivos del Milenio-, o al redactado de algunos de sus indicadores que, bajo una retórica difícil de entender, esconde la intuición de que no se podrán alcanzar los objetivos, se reconocen los ODS como 'el acuerdo más importante que la humanidad ha firmado nunca'.

Resumir en estas líneas todas las ideas que surgieron durante los dos días es imposible, pero considero relevante señalar que, en general, se hacía más énfasis en la necesidad de que la agricultura fuera sostenible que en el hecho de que las ciudades lo debieran ser.

Puede parecer anecdótico pero es una reflexión relevante por varios motivos. Lo más importante es que no se le puede exigir sólo a la agricultura que sea sostenible. Teniendo en cuenta que, según las previsiones demográficas, el año 2055 habrá aproximadamente 2.000 millones de personas más, y que más de dos terceras partes de la población mundial vivirá en ciudades, lo que debería ser prioritario es que las ciudades sean sostenibles . Si sólo se habla de agricultura sostenible, se puede perder de vista y olvidar reclamar que la ciudad también debe serlo.

En cualquier caso, existía cierto consenso en los grandes objetivos:

Reconocer el derecho a las personas de disponer de una alimentación segura y saludable: sólo se podrá conseguir desmercantilizado la alimentación e incorporándola como un derecho a las constituciones de los países. Arturo Angulo, el representante de España en la FAO, ponía como ejemplo Guatemala que perdió un juicio referente al derecho a la alimentación.

Alcanzar sistemas alimentarios más sostenibles: hay que enlazarlos con los principios de la economía circular para que con una población mundial creciente y una escasez de recursos naturales, necesitamos un sistema regenerativo en lugar de extractivo.

Reducir el desperdicio alimentario: una tercera parte de los alimentos que se producen en el mundo se dañan o se derrochan antes de ser consumidos.

Soberanía alimentaria a través de la producción y el consumo local. Para comer de una manera sana y consciente hace falta preguntarse de dónde vienen los productos que consumimos, como se han elaborado, quien los ha producido y en qué condiciones y finalmente el precio que tienen.

Luchar contra la malnutrición en todas sus formas, desde el hambre al sobrepeso. Hay 795 millones de personas con déficits nutritivos crónicos mientras 1.400 millones de personas sufren sobrepeso.

Asegurar una vida digna de los productores agrícolas, que enlazaría con asegurar el relevo generacional en la agricultura que, de momento, es residual. Hay que pasar de una agricultura de subsistencia a una agricultura digna.

Desde el PEMB estamos trabajando para satisfacer las grandes agendas internacionales como el Pacto de Milán, haciendo nuestros los objetivos de lograr sistemas alimentarios más sostenibles y ganar soberanía alimentaria.

Las opiniones de los autores y las autoras no representan necesariamente el posicionamiento del PEMB.

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